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TEHERÁN, Irán, 28 de febrero.- Irán, que enfrenta una creciente presión internacional por su programa nuclear, pidió mantener más conversaciones con el organismo supervisor nuclear de la ONU y condenó la producción de armas atómicas como un "gran pecado".
Irán asegura que su programa nuclear es pacífico, pero las negociaciones con la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por su sigla en inglés) se han estancado y las potencias occidentales están cada vez más preocupadas por las posibles dimensiones militares de sus actividades.
Durante una Conferencia sobre Desarme en Ginebra, patrocinada por la ONU, el ministro de Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, citó un decreto del líder supremo persa, el ayatolá Ali Jamenei (en la foto), en el que se califica "la producción, posesión, uso o amenaza de uso de las armas nucleares" como "ilegítimo, inútil, perjudicial, peligroso y prohibido", al considerarlo "un gran pecado".
El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Ali Akbar Salehi, dijo en un discurso ante la Conferencia de Desarme auspiciada por la ONU en Ginebra que espera que las conversaciones continúen y que confía en que avanzarán en la dirección correcta.
"Me gustaría volver a enfatizar que no vemos ninguna gloria, orgullo o poder en las armas nucleares", declaró.
"Más bien lo contrario, en base al decreto religioso emitido por nuestro líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, la producción, posesión, uso o amenaza de uso de armas nucleares son ilegítimos, inútiles, dañinos, peligrosos y están prohibidos como un gran pecado", añadió.
Sin embargo, representantes de las potencias occidentales se mostraron escépticos, apuntando a lo que los diplomáticos han definido como la falta de voluntad de Irán para lidiar con las acusaciones de que está buscando capacidad nuclear militar. Además, la IAEA dijo que no tiene conversaciones previstas.
Un reporte de la agencia el año pasado indicó que Irán estaba intensificando su enriquecimiento de uranio, una revelación que hizo subir los precios del petróleo por temor a que las tensiones entre Teherán y Occidente derivaran en un conflicto militar.
Israel amenazó con lanzar ataques para evitar que Irán tenga una bomba, diciendo que su persistente progreso tecnológico lo coloca al borde de una "zona de inmunidad".
En reuniones de alto nivel entre la IAEA e Irán en enero y febrero, funcionarios iraníes mantuvieron su negativa a conversar sobre reportes de inteligencia que hablan sobre un trabajo encubierto relevante para el desarrollo de armas nucleares, dijeron diplomáticos occidentales.
Hablando con periodistas en Ginebra, Salehi sostuvo que Irán espera que el "diálogo que comenzó" con la IAEA continúe.
"Hubo algún desacuerdo en preparar un marco inicial para sentar las bases para una nueva hoja de ruta sobre cómo proceder", dijo Salehi. "Somos optimistas acerca de que las próximas reuniones (...) procederán en la dirección correcta", agregó.
Laura Kennedy, embajadora estadounidense en la Conferencia de Desarme, rechazó los comentarios de Salehi, diciendo que representan un "crudo contraste con el fracaso de Irán a la hora de cumplir con sus obligaciones internacionales" en relación a su programa nuclear.
La funcionaria señaló que Irán ha avanzado en la "dirección contraria" expandiendo su capacidad de enriquecer uranio con una pureza de casi el 20 por ciento y continuando con actividades prohibidas.
En Viena, sede de la IAEA, un enviado dijo que la falta de progreso en el intento de que Teherán responda a las sospechas es un claro indicio de que "no es serio en absoluto acerca de ingresar en una negociación significativa".
El acoso al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, y su entorno, por parte de los ultraconservadores del régimen islámico, fieles al líder supremo, Ali Jamenei, crece al acercarse las elecciones legislativas del próximo 2 de marzo, que pueden llevar a una mayor radicalización del país.
Si los comicios confirman un Parlamento aún más radicalizado, copado por los cercanos a Jamenei, es previsible un golpe de timón en materia económica, política y social, y, sin duda, una política exterior más enconada, si cabe, frente a Occidente, y en especial los dos grandes enemigos de Irán: Estado Unidos e Israel.
Podrían incluso cesar los tímidos guiños del ministro de Asuntos Exteriores, Ali Akbar Salehi, y otros miembros del Gobierno a Occidente, en especial a la Unión Europea, dada la postura beligerante de los más radicales.
Ali Akbar Javanfekr, asesor de Comunicación del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, afirmó que el gobernante no ha ordenado cortar el suministro de crudo a países hostiles, como podrían ser algunos de la Unión Europa, pues prefiere el diálogo.
Jamenei, el hombre que controla la política de Irán desde 1981, primero como presidente y desde 1989 como líder supremo, tras la muerte del fundador de la República Islámica, ayatolá Ruhola Jomeini, tiene una especial inquina a los occidentales, que ha mostrado sin tapujos.
Los poderosos clérigos chiís y los mandos militares, en especial los surgidos de la Revolución y la guerra con Irak (1980-1988), saben que la vía de enfrentamiento a Occidente es la del poder.
Por eso, en la cuestión nuclear, las diferencias sobre las condiciones de supervisión de sus instalaciones atómicas con la comunidad internacional pueden ampliarse y propiciar más dudas razonables, en opinión de Occidente, sobre las intenciones de Teherán, lo que agravaría un conflicto ya preocupante.