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29 de febrero.- Mitt Romney ganó este martes las primarias republicanas de Arizona y Michigan. Las primeras por goleada y las segundas por un margen estrecho pero suficiente para recobrar la cinta de favorito y frenar por ahora el auge de su rival.
Rick Santorum intentó la proeza de batir al favorito en su patria chica y no lo consiguió. Pero logró acorralarlo con menos recursos y durante muchos días transmitió la impresión de que podía ganar. Su duelo se trasladará ahora a los 10 estados que votan el próximo martes. Una cita que se antoja crucial para el futuro de la carrera republicana hacia la Casa Blanca.
A principios de febrero todos daban por hecho que Romney arrasaría en las primarias de Michigan. Al fin y al cabo, era el Estado donde se crió y donde su padre ejerció como gobernador entre 1963 y 1969. El insólito auge de Santorum lo relegó, sin embargo, en los sondeos y se vio obligado a remontar presentándose como el aspirante más fiable para derrotar en noviembre a Barack Obama.
El entorno de Romney se gastó en Michigan el doble que la campaña de Santorum. Pero esta vez la clave de su triunfo no fueron los anuncios negativos sino su intervención en el debate televisado del miércoles, que le ayudó a retratar a Santorum como un político con todos los vicios de Washington. Romney se las arregló para presentarlo como un senador corrupto y manirroto, capaz de votar en contra de sus principios y hacer dinero explotando sus contactos en el Capitolio.
El debate ayudó a Romney a remontar en las encuestas. Pero la recta final de la campaña estuvo marcada por la incertidumbre sobre el ganador. Entre otras cosas, por las meteduras de pata del ex gobernador de Massachusetts, al que se le escapó que su esposa tenía “un par de Cadillacs” al hacer un listado de los vehículos de la familia.
Ni Newt Gingrich ni Ron Paul compitieron en Michigan. Un extremo que ayudó a apretar a Santorum y convirtió las primarias en una pugna entre dos. Romney jugaba en casa pero durante muchos días no dio esa impresión. En parte por su oposición al rescate de la industria del automóvil en 2009 y en parte por sus problemas para conectar con los votantes más pobres y más conservadores.
"No pienso retirarme de la carrera. Sé que estoy en condiciones de dar una sorpresa en las urnas", prometió Santorum, ex senador por Pennsylvania. "Ya haber llegado hasta aquí es una victoria", dijo al interpretar que el aprieto en el que puso al ex gobernador de Massachusetts era "un triunfo en sí mismo".
El ex gobernador de Pennsylvania reconoció desde Gran Rapids, Michigan, que "hace un mes no sabían quiénes éramos, y ahora sí". Santorum mencionó a su madre, de más de 90 años, y se muestra orgulloso de "haber crecido" con una "mujer tan fuerte".
Romney construyó su triunfo entre los grupos que le han respaldado en otros estados: las mujeres, los jubilados, los graduados universitarios y los ciudadanos más acomodados. También entre quienes valoran la experiencia y quienes buscan el candidato con más posibilidades de batir a Obama. Santorum logró más votos entre los votantes proletarios y entre aquéllos que viven en zonas rurales. También entre los cristianos integristas y entre quienes prestan más atención a asuntos como el aborto o los anticonceptivos.
Arizona no ofreció sorpresas. Romney logró el triunfo con un 44% de los votos. Muy por delante de Santorum (27%), Newt Gingrich (16%) y Ron Paul (7%). Su triunfo cabe atribuirlo a su ventaja entre la mitad de los votantes que consideran la economía el asunto más importante. Pero también al voto de sus correligionarios: un 14% de quienes se pronunciaron este martes en Arizona eran mormones y sólo un 9% dio su voto a un candidato que no fuera Romney.
El triunfo de Romney en Arizona es más importante si cabe, porque el estado otorga sus 29 delegados al ganador. Un detalle importante si tenemos en cuenta que los aspirantes no compiten por votos sino por los delegados que elegirán al candidato en la convención republicana del próximo mes de agosto.