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Imágenes y gráficas de Maritere Menéndez Monforte
De pronto estamos oyendo por allí que muchos de nuestros amigos y amigas se están volviendo vegetarianos puros. La diferencia entre un vegetariano puro y uno no puro es que, algunos de los no puros comen huevo, leche, queso y hasta pescado, en tanto que los veganos solo comen todo lo que tiene su origen en el reino vegetal y nada que se haya originado de los animales. Pero nada es de verdad, nada. Ojalá haya quedado claro.
Pomona moderna piensa en qué va a cocinar hoy. Para eso puede consultar algún recetario en red.
En nuestra opinión, las razones para hacerse vegano —o vegetariano puro— son básicamente de 2 tipos y ambas son profundamente válidas. Algunas personas solo se convencen por razones científicas, en tanto que otras personas se convencen por creencias o convicciones ideológicas que no tienen fundamento científico.
La razón científica más importante es que, es totalmente inútil para nuestra nutrición la ingesta de alimentos provenientes de animales. ¡Así de sencillo! No la necesitamos. Pero, además, hoy existe fuerte evidencia de que el origen real de casi todas las enfermedades crónicas, esas que los médicos dicen que “no saben de dónde vienen” —y cuestan mucho tratarlas, y que sirven de fundamento inicial para comprar seguros de gastos médicos— se desencadenan como consecuencia de la constante ingesta de alimentos ricos en proteína animal.
Las razones ideológicas son muy sencillas: se trata de una actitud humanista ante el sufrimiento de los animales. En la medida en que se ejerce violencia sobre seres vivos, nosotros mismos estamos creando vibraciones de sufrimiento en nuestro entorno. Repito: creencias, pueden o no ser medibles, pero hay mucha gente profundamente convencida.
Una razón para ser vegetariano puro, con fundamento científico, es el daño ecológico que se le hace al planeta con la industria del alimento. Las emisiones de calor y de gases que van en contra de nuestra salud, se podrían disminuir en más de 60% si toda la humanidad regresara a alimentarse de lo que proviene de las plantas. (Digo regresara, porque nuestra especie, al aparecer, viene al mundo evolucionada para vivir más saludablemente si toma alimentos de las plantas, aunque tolera —con consecuencias— comer animales.)
Pero, para empezar, quitemos del camino las objeciones falsas. Por desgracia la ignorancia en torno al tema de la alimentación abunda. El que esto escribe —lo pongo con claridad, de una vez— ni es médico ni es gurú mágico, sino solo una persona que gusta de encontrar razones que puedan ser sostenidas por ciencia buena, para adoptar cualquier cambio en la vida. Por lo tanto, tómenlo como de quien viene y consulten a sus médicos. El asunto es, a final de cuentas, totalmente tu responsabilidad.
Lo óptimo es que desde la infancia los niños coman lo correcto.
Entre las objeciones que más se oyen, se encuentra aquella de la proteína. Por esta, nadie tiene que preocuparse, porque las plantas tienen, casi todas ellas, algo de proteína. Algunas, de hecho, tienen más y mejor proteína que cualquier filete. El vegano debe comer gran variedad. Es precisamente en esta gran variedad que va a encontrar resuelta cualquier problemática. Si observas la pirámide del vegano, te vas a dar cuenta de que la distribución de los alimentos es muy diferente a la pirámide tradicional —que por cierto, ha sido recientemente modificada y revisada por la Harvard School of Medicine.
La siguiente objeción tiene que ver con calcio, hierro y algunas vitaminas. Con 2 excepciones —que vamos a explicar con detalle más adelante— todos los minerales y las vitaminas que los humanos necesitamos, están abundantemente presentes en todos los alimentos de origen vegetal. De nuevo, la clave está en la variedad. La dieta “tradicional” a veces abunda en uno o dos elementos —mucho pan, mucha carne, dulce, grasa— y tiene muy poca variedad de frutas, verduras y granos completos. La dieta vegetal no puede ser así. El que se dispone a convertirse en vegano puro, debe entender que su responsabilidad alimenticia radicará en riqueza en variedad. Deberá acostumbrarse a ver platos que deberán exhibir muchos colores, en proporciones semejantes a lo que se muestra en la pirámide 100% vegetariana —cero absoluto de origen animal.
Por otra parte, el vegetariano puro se acostumbrará a jugos de frutas —no de fruta. Pero si se desea tomar algo solo, la recomendación es que sean cantidades pequeñas. No es necesario un jugo de naranja de 1 litro, sino varios jugos de diferentes frutas, de menos de 1/6 de litro cada uno. Por ejemplo, aunque un sandwich de mantequilla de cacahuate con mermelada es vegetariano, no sería una comida completa. El pan debe ser multigrano; no se debe comer más de 1 rebanada al día. El cacahuate es delicioso y rico en nutrientes, pero debe usarse en pocas cantidades, mezclado en sopas de verduras, ensaladas, y similares.
El veganismo, aparte de darnos salud física, nos capacita para ampliar nuestra empatía a los animales no humanos.
Además de la gran variedad —que no nos agotaremos de repetir una y otra vez— ¿qué otros cuidados se deben tener? Suponiendo que se cumpla efectivamente con la variedad total, deberemos tener cuidado de que no nos falten 2 vitaminas que no serán proporcionadas por los alimentos de origen vegetal.
Esta vitamina es imprescindible, aunque solo necesitamos una fracción muy pequeña, que no llega ni a 1 centésimo de gramo por día. La falta de vitamina B12 puede provocar, a la larga, problemas bastante graves. Se trata de una vitamina muy “especial”. Resulta que solo se encuentra en sustancias en descomposición. De hecho, los animales nos la pasan porque ellos sí comen cosas no tan “limpias”, que nosotros ahora rechazamos totalmente. En nuestro entorno natural, cuando no vivíamos buscando huir de los microbios, recogíamos plantas y tubérculos del suelo y así, tal cual, nos la llevábamos a la boca. La vitamina B12 no nos hacía mal, pero otras bacterias y microbios sí.
¿Y cómo lo hacemos con la vitamina B12, entonces? Porque, desde luego, no nos vamos a arriesgar a tomar bacterias del suelo. Afortunadamente hay 2 caminos: 1) suplementos (no podemos dar marcas o nombres, pero lo puedes encontrar fácilmente en tu farmacia) o 2) ciertos cereales —muy pocos—, de esos que vienen en su cajas. Es cuestión de buscar en las etiquetas. Hay uno que te da 100% de tu requerimiento diario de vitamina B12 en 31 gramos; otro, de esa misma marca, te da 100% en 59 gramos. Hay una tercera variedad en otra marca que te da también 100% en unos 30 gramos. La verdad, todos son muy sabrosos y proporcionan otros minerales y vitaminas, pero lo importante es que solo lo vas a necesitar por la vitamina B12: las demás vitaminas y minerales te llegarán con tu sinfonía de plantas, de la que ya te hablamos varias veces.
Los baños de sol sirven para que la piel produzca vitamina D, que fija el calcio. De preferencia, taparse la cara, pues con las salidas normales ya recibió la dosis solar necesaria.
Ah, esta es una vitamina muy delicada. Sin esta vitamina, nuestros cuerpos no son capaces de absorber minerales que necesitamos, como calcio, hierro, magnesio, zinc, y demás. Hoy sabemos que no te conviene tomar esta vitamina en forma de suplemento. Rechaza cualquier suplemento. La Vitamina D debe tomarse en una forma que es totalmente gratis: date baños de sol, de 10 a 15 minutos, dejando que la máxima superficie de tu cuerpo esté expuesta, unas 2 veces por semana, o 3 si el sol es bajo en tu región.
Evita que el sol te dé directamente en la cara. Cúbrete la cara, que esta está normalmente tomando sol. Vas a saber que tu piel ya está produciendo vitamina D cuando se ponga un tanto rosada. Recuerda: esto es importante, porque sin vitamina D, no se te fija el calcio que vas a obtener de una serie de plantas que vas a estar comiendo todos los días.
No, el sol no es malo a menos que comas proteína animal. Por lo tanto, no te preocupes.
Como puedes observar en la pirámide de la alimentación vegetariana pura, el ejercicio es básico. Tu cuerpo es una máquina que funciona mucho mejor si está en movimiento, si se mantiene ágil, si todos los músculos, tejidos y sistemas tienen la oportunidad de practicar sus funciones. Por lo menos, busca las ocasiones para caminar, corre de vez en cuando, nada o bien, programa que tu vida contenga momentos comprometidos con el uso ágil de tu cuerpo.
Zombin Laden prepara un licuado de gato, como se puede ver aquí.
La razón principal para no comer nada proveniente de animales es que es inútil hacerlo: no te sirve, realmente para nada. Pero hay otra razón, hoy, más seria: te puede hacer daño. Tómalo en cuenta.
No, no te vas a caer muerto en el acto al tragarte un taco de cochinita o de carnitas o al pastor, pero podrías tener de esos genes que con más facilidad desarrollan esas misteriosas enfermedades y caer, más pronto que tarde, en algo que a nadie le gusta.
Es difícil encontrar ahora a personas que no se mueren de algún cáncer, infartos cardíacos, diabetes, Lupus, Alzheimer’s y otros nombres llenos de misterio. ¿Por qué no darse la oportunidad de envejecer sano y completo y morir quizás a los 95 o 100 años —o más— mientras se duerme?
Te invitamos a localizar por allí el documental intitulado en inglés Forks Over Knives, o ese otro con el título PlanEat. En ellos vas a encontrar amplias explicaciones relacionadas con lo que te hemos expuesto.
Si te gusta leer, puedes encontrar estos interesantes libros: The China Study, Keep It Simple, Keep It Whole, The Kind Diet, Idiots' Guide To 100% Plant Eating y otros muchos libros que están por allí, desde hace varios años, explicando por qué nos conviene —a toda la humanidad— regresar a comer como lo hicimos por 200 mil años —antes de necesitar inventar la agricultura.
Por último, hay un impresionante documental intitulado Earthlings, que trata lo más ecuánimemente posible el asunto del sufrimiento de los animales, perpetrado por nuestra especie —realmente, sin razón y sentido.