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No, no pudo evitar el protagonismo; materialmente no pudo permanecer en segundo plano, aguantándose las ganas de ser el centro de atracción, de las porras y de los aplausos.
Aunque ya las camisetas repartidas hacían ver quién parte y reparte el queso, aunque el manual del buen político recomendaba estar allí pero no disputar espacios a otros, dejar que fueran los candidatos los que cosecharan los aplausos y la alegría de los acarreados, Ibóm Ortega -ooooootra vez- se dejó llevar por sus vísceras para ser el centro del mitin convocado originalmente para apoyar a los impuestos por ella pero que su protagonismo lo convirtió en ACTO DE DESAGRAVIO a su persona.
No, no le bastó el "IBÓM cómo te quiero" en decenas de miles de camisetas repartidas, regaladas con derroche y que le hacía saber, a quien todavía no lo supiera, quién es la dueña de la cuadra y de los caballos y las yeguas que corren con la divisa tricolor. No, había que dejar constancia de su presencia, de su liderazgo, recordarles con la voz entrecortada de cuánto trabajo le costó llegar hasta allí y de lo que estaba, de lo que está dispuesta a hacer para mantenerse en la silla en la que estaba parada y con el presupuesto en su sabucán... ¡¡no me importa que tenga que patear puertas!!
Esa es Ibóm Ortega, sí, para desgracia de Yucatán y para desdoro de los yucatecos, esa es la Gobernadora que tenemos, dispuesta, decidida a apoderarse de Mérida como sea, así sea pateando y tumbando puertas, así sea encarcelando jóvenes o reprimiendo estudiantes.
A juzgar por las señales enviadas, los adoradores de Ibóm tendrán que patear muchas puertas y avasallar muchas voluntades para quedarse con Mérida porque el pasado domingo, entre los 30 mil "ooooooleros" que aclamaban enfebrecidos a la Seño de las Camisetas había pocos, muy pocos meridanos.
Sí, tuvieron que traer acarreados, muchos y de muy lejos; tuvieron que recurrir, oooootra vez, a la complicidad de los camioneros, para llenar, para atiborrar un espacio meridano con yucatecos no meridanos; tuvieron que OCUPAR Mérida con INVASORES, tuvieron que armar un tsunami dominguero con la OLA ROJA para hacerle saber a Mérida que no es a ella a quien quieren, sino a IBÓM, la dueña de las camisetas y de las policías. Tuvieron que gastarse mucho dinero, muchos recursos del erario para que cobrara vida, para que pudiera continuar el culto a Nuestra Señora de Dzemul...
¿Y qué pensará de todo esto la pobrecita Angélica Araujo?¿Será que piense algo?