552 palabras
Como vimos en el número anterior de Espacio Interior, el ego es el falso ser. Cuando hacemos "algo", en parte de nuestro ser creamos una falsa identidad, un ser impostor. Esta falsa identificación convierte la vida en una pesadilla. El ego es la prisión de nuestro Ser Real; el ego es la fuente de todo sufrimiento. Liberarnos del ego es imprescindible para la liberacion del espíritu.
Liberarnos de las formas físicas: la materia y el cuerpo, es —hasta cierto punto— fácil, porque es evidente y obvio el apego a las cosas materiales. En consecuencia, podemos "ver con claridad" estas identificaciones falsas. Así, al hacerlas conscientes, se liberan. Pero el ego también se alimenta de otras formas mucho más sutiles pero no por ello menos sólidas y enérgicas para aprisionar al Verdadero Ser. Los pensamientos son un ejemplo. La mente genera un torrente de pensamientos constantemente; éstos son "formas" más sutiles y menos palpables pero, finalmente, "formas". Si mi mente y mis pensamientos definen y establecen la forma en la que yo soy, poco tendré que decir "Yo" al respecto.
Muchas veces estos pensamientos que aprisionan al Verdadero Ser provienen de lo que las otras personas piensan sobre mí o de lo que yo mismo he llegado a creer sobre mí mismo. Soy "muy inteligente", o "soy tonto", o "soy bueno" o "soy malo", soy, soy, soy de tal o cual manera. Liberar estas falsas identidades resulta mucho más difícil en cuanto que no son tan evidentes como el apego a las cosas materiales, pero son igual o más lacerantes y dañinas, por lo que también es muy importante reconocerlas y liberarlas.
¿Cuáles son las ideas que tenemos sobre nosotros mismos? Hagamos una lista. Cualesquiera que éstas sean, no importa, no son reales; nuestro Ser Real está más allá de toda forma, más allá de todo pensamiento y de todo concepto.
Experimentar la mente y los pensamientos como formas separadas de nuestro Ser Real, es el camino para liberar nuestro ser interior. Para hacerlo, ejercitemos esto: sentados en una posición cómoda, vamos a cerrar los ojos, y vamos a observar nuestra respiración por unos minutos: inhalo - exhalo, pausadamente. Al cabo de unos minutos fijamos la atención en nuestros pensamientos y los observamos. Cómo viene uno y pasa; y luego otro, lo observo y lo dejo ir; y viene otro, como un río que fluye constantemente. Los observo y me percato de cómo emanan los pensamientos, uno tras otro, por 15 minutos. Fijo mi atencion en este río, sin tratar de controlar: sólo observo cómo fluye y fluye.
¿Cual fue tu experiencia? Si tienes interés, puedes describir lo que sentiste y compartirlo a:
shakti.yuc@gmail.com
Repasa tu lista de ideas sobre ti mismo. Cuando nos damos a al tarea de observar el ego, comenzamos a trascenderlo: tu "Ser Real" está más allá de las palabras.
Shakti