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Algunos no lo experimentan nunca, otros dudan sobre si lo han sentido o no y un tercer grupo, lo ha disfrutado: es el orgasmo, la fase más mitificada de la sexualidad.
Este mito, parece crecer por la apertura que se da en la sociedad respecto a la sexualidad y a la comercialización. Según algunos expertos, esa comercialización lleva a las parejas, especialmente a las más jóvenes, a buscar el orgasmo por el orgasmo mismo, y no cómo el resultado del disfrute de una relación sexual.
Según los especialistas, cualquier hombre o mujer que no tenga alteraciones u obstáculos a esta respuesta (el orgasmo) puede experimentar el placer máximo. La clave está en que se deje llevar.
La investigadora del Centro de Investigaciones Regionales Hideyo Noguchi, —sexóloga clínica— Dra. Ligia Vera Gamboa, explicó que, a pesar de la apertura que hay en la sociedad —especialmente en la yucateca— todavía pesan algunos principios en los que la persona fue educada y socializada. Uno de esos principios es la narrativa de que la sexualidad solo tiene como fin la reproducción, con la "cola ideológica" casi automática de que el placer es pecado —a nivel consciente o inconsciente. Esto, sin duda, dificulta el llegar a un orgasmo.
Agregó que, si bien es importante lo que pasa con el cuerpo al momento del orgasmo, ello tiene que ver con un sentimiento y una sensación de qué tanto siento y qué tanto me gusta lo que estoy experimentando.
Dra. Ligia Vera Gamboa, sexóloga clínica e investigadora del Centro de Investigaciones "Hideyo Noguchi".
—Es la conexión entre el cuerpo y la mente. Y para sentir el orgasmo hay que entender que la sexualidad es parte de la vida: "se vale" vivir y disfrutar la sexualidad. Solo hay que tomar la decisión de: 1) dejarse llevar, 2) sentir y 3) disfrutar.
La especialista señaló que además de los principios culturales, educativos o religiosos que pueden dificultarles a algunas personas el experimentar el orgasmo, también hay mitos alrededor de este placer máximo que pueden evitar que la persona lo viva.
Citó como ejemplo el pensar que 1) uno es responsable del orgasmo del otro, 2) el mito de que hay que llegar juntos al orgasmo y 3) el definir esta fase de la sexualidad de una forma determinada —como sentir toques eléctricos, poner los ojos en blancos o gemir y gritar.
—Primero que nada, cada quien es responsable de su propio orgasmo. Si la persona no está dispuesta a experimentarlo, o si no conoce su cuerpo y sus partes erógenas para guiar a su pareja, no puede esperar que la otra persona la lleve al orgasmo por sí sola. Segundo, el llegar juntos al orgasmo no siempre es posible y no hay que frustrarse si no se consigue; y tercero, el hecho de que no se me pongan los ojos en blanco o si no veo el arcoiris, no quiere decir que no tenga un orgasmo: cada quien lo vive de manera diferente.
A una pregunta, admitió que hay personas que pese a tener la disposición y el conocimiento de su cuerpo pueden no llegar al orgasmo. Esto se puede deber a otros factores como, por ejemplo, en el caso de la mujer, el estar pensando en que los niños no los escuchen tener relaciones o el que aún tiene que lavar o cocinar. En el hombre, el bloqueo puede darse por sentirse obligado a provocar un orgasmo en su pareja, ya que si no lo consigue "no es un buen amante".
La sexóloga señaló que el orgasmo no es condicionante para disfrutar de una relación sexual. De esta puede disfrutarse el "apapacho", los besos, las caricias y el juego sexual. El disfrute viene de qué tan íntimo se dé el encuentro con la otra persona.
El psicólogo y sexólogo Alejandro Méndoza Ávila dijo que, definir el orgasmo es muy difícil; "cada persona puede dar su propia interpretación del tema".
Comentó que puede considerarse como la explosión de una tensión sexual ante la excitación, donde el cuerpo queda vulnerable por unos segundos, presa de contracciones involuntarias.
Explicó que la respuesta sexual humana se divide en cuatro fases que van de la mano: 1) la excitación, donde hay un sube y baja de sensaciones; 2) la meseta, donde la excitación llega a su punto máximo o regulado; 3) el orgasmo, que es la culminación a esa excitación o tensión sexual; y 4) la resolución, que es el relajamiento del cuerpo después del orgasmo. En los hombres, al final de la resolución viene un período refractario, un lapso de entre 10 y 15 minutos, en los que no hay ningún estímulo que ayude a tener una erección.
—Hay personas que no están seguras de haber experimentado un orgasmo y les preguntan a otras cuál es la sensación para saber si ya lo vivieron o no. Pero, quien ha tenido un orgasmo, sabe que lo tuvo. No necesita una descripción.
El psicólogo y sexólogo, Alejandro Méndoza Ávila.
—Aclaro que no necesariamente tiene que darse una relación sexual para tener un orgasmo. También se puede experimentar de manera individual, a través de la auto erotización —antes se llamaba masturbación— que permite que el conocimiento de las zonas erógenas y facilita la interacción con la pareja.
Por otra parte, dijo que hay casos en que la mujer está dispuesta a tener un orgasmo, pero no lo consigue porque muchos hombres creen que el placer de esta se centra específicamente en la penetración, sin tomar en cuenta el juego previo. La penetración debe ser vista como la culminación de un trabajo, después de la excitación.
Agregó que también puede haber problemas para lograr el orgasmo si el hombre no puede controlar la eyaculación.
Manifestó que el orgasmo también puede tener problemas en aparecer cuando el enamoramiento y la emoción que sentía la pareja inicialmente —que hacía muy plena la relación sexual— va disminuyendo con el paso del tiempo, dando paso a la búsqueda del orgasmo, que antes no era tan importante.
—Entonces, lo que pasabas antes, como por ejemplo, ser besado cuando la persona acaba de comer, ya no te parecerá tan agradable y mucho menos te hará sentirte excitado. Por eso es necesario tener comunicación y confianza con la pareja: decirle lo que te gusta o no, lo que te hace estar más excitado. A lo mejor, para darle placer a la pareja, no hay que centrarse en su clítoris, sino en el cuello o en alguna otra parte que la persona considere erógena.
En cuanto a tipos de orgasmo, explicó que se creía que había dos: 1) el clitoral y 2) el vaginal. Pero los más recientes estudios han descartado el vaginal: la tensión sexual y la liberación de la tensión va a desencadenarlas el clítoris, por las terminaciones nerviosas que tiene.
Comentó que la sensación de placer en la mujer lo produce el rozamiento del pubis masculino con el clítoris, por lo que hay posiciones que ayudan a que el contacto con el clítoris sea más fuerte y a estimularlo de una mejor manera. Sin embargo, si el hombre tiene el vientre muy grande puede tener problemas para generar ese rozamiento.
—Pero tiene solución: hay anillos con vibración o sin ella, que se coloca el varón en la base del pubis para hacer esa función, haciendo vibrar el clítoris de una manera más intensa (directa).
Sobre las posiciones, informó que las más recomendables para estimular el clítoris son 1) la de misionero, en la que el hombre se encuentra sobre la mujer; y 2) la posición en la que la mujer se encuentra arriba del hombre y de frente a él.
Opinó que cuando se comparte una relación sexual con una persona que "se quiere o se ama, la experiencia sexual es mucho más grata que cuando se trata de relaciones exprés". Las relaciones "exprés" son más demandantes porque lo que buscan es llegar a un orgasmo. Las relaciones con parejas estables están minadas de otras actitudes: amor, compañía de la pareja y otros tipos de intereses. L.I.