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A Egipto le falta muchísimo para convertirse en una democracia, o al menos en un régimen representativo. Pero sus ciudadanos creen que el objetivo es posible. Ayer acudieron masivamente a las urnas, en una jornada abundante en incidentes y, sin embargo, espléndida. Ni la violencia callejera de los últimos días, ni el apabullante despliegue militar, ni las larguísimas colas, de kilómetros en algunos casos, retrajeron a los egipcios, que solían abstenerse en masa cuando Hosni Mubarak convocaba sus simulacros electorales. La participación obligó a prolongar dos horas, hasta las nueve de la noche, la apertura de los colegios.
Los egipcios acuden en masa a las urnas para estrenar la democracia
Omar Mohamed el Shafiy, un profesor de Oftalmología en la Universidad de El Cairo, salió sonriente de un colegio en El Mahdi. "Han sido tres horas de espera, pero una vez dentro todo ha funcionado muy bien", explicó, mostrando el dedo entintado que acreditaba su voto. El tamaño de la papeleta, más grande que algunos carteles electorales, podía parecer disuasorio. En realidad, solo requería paciencia para localizar a la izquierda el partido o coalición elegidos, y a la derecha, los candidatos individuales.
"Para facilitar el voto a los analfabetos, se vota por símbolos: quien apoya a Libertad y Justicia [Hermanos Musulmanes] ha de buscar el dibujito de un sol; otros partidos son representados por un tractor, o una moto, o un girasol, o un pájaro, o cualquier otra cosa. Si no conoces el símbolo, estás perdido", explicó un elector.
Quien quisiera fijarse solamente en las irregularidades podría confeccionar una relación inacabable. Para empezar, la prohibición de hacer publicidad ante los colegios fue ignorada. En algunos centros abrieron tarde por falta de papeletas o porque no llegaba el juez encargado de verificar la limpieza del proceso. En al menos un colegio, el juez fue brevemente secuestrado como protesta por las esperas. Se detectó algún caso de intento de compra de votos. Nada que enturbiara la legitimidad global del proceso.
Cientos de mujeres aguardan para votar en el exterior de un colegio electoral en El Cairo.(AP)
En tiempos de Mubarak, la participación era bajísima y muchos votantes no llegaban a traspasar el umbral del colegio: rellenaban sus datos en una ficha, cobraban su soborno y se marchaban; los interventores del Partido Nacional Democrático hacían el resto. Las denuncias presentadas ayer por los supervisores se referían, en cambio, a situaciones como la registrada en el barrio de Manial, en el que los Hermanos Musulmanes y su partido, Libertad y Justicia, tienen su sede: grupos de jóvenes repartían té y pastas e invitaban a votar a los islamistas. Ante la urna, sin embargo, el voto era libre y secreto.
Persistían algunas dudas y temores. Como lo que podía ocurrir con las urnas por la noche, a la espera de que a la mañana siguiente se celebrara la segunda jornada. Y reinaba una cierta perplejidad ante la duración de las elecciones (hasta marzo, entre las dos cámaras) y ante el hecho de que una parte de El Cairo votara y otra, Giza (la margen derecha del Nilo), tuviera que esperar hasta mediados de diciembre. "No lo entiendo, pero hoy he decidido votar por primera vez", comentó Sabrin, una joven licenciada en Derecho, sin empleo, que apoyaba al Partido Libre Constitucional, uno de los convocantes de las manifestaciones de Tahrir. La plaza permaneció tranquila y por la noche asistió a actuaciones musicales.
No solo los jóvenes se estrenaban. Mohamed Abdelhalim, un octogenario que entró en el colegio del brazo de su nieto, también votó por primera vez en su vida: "Estamos en un barco que se hunde y tenemos la obligación de salvarlo, por eso estoy aquí", explicó, quejándose de todos los militares que habían gobernado Egipto, desde Abdel Nasser hasta Mohamed Tantaui, y proclamando su vocación laica: "Nunca me convencerán para votar a una corriente religiosa", subrayó, mirando de soslayo a los interventores de un partido islamista.
En general dominaban la alegría y la esperanza, matizados con un razonable escepticismo como el expresado por un profesional de 53 años que prefirió no ver publicado su nombre: "La cúpula militar es absolutamente corrupta y defenderá sus negocios, supongo que nos costará unos cuantos años librarnos de esos generales mubarakistas, pero el proceso ya está en marcha", comentó.
Ahmed Fuad, ingeniero de una empresa cementera y residente en Maadi, acudió a votar muy temprano. Al comprobar el orden con el que se desarrollaba la votación, fue a buscar a su padre para que participara también. "He votado desde 1985 y jamás había visto algo así, todos queremos expresar nuestra opinión en esta nueva etapa", dijo.
El Gobierno dimisionario de Essam Sharaf, en funciones hasta que el recién nombrado Kamal Ganzuri designe un nuevo Gabinete a las órdenes de la Junta Militar, se atribuyó méritos por el desarrollo de la jornada. "Estas elecciones eran el primer objetivo gubernamental", proclamó en un comunicado, "se trata de los primeros frutos de esta gran revolución".