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Miércoles 30 de mayo.- Un consorcio internacional de científicos ha descifrado por primera vez el genoma del tomate, un paso importante para mejorar el sabor y las propiedades nutritivas de un fruto cuyo consumo se extiende por todo el mundo. Los investigadores obtuvieron la secuencia completa del tomate común (Solanum lycopersicum, el Heinz 1706), el que podemos encontrar en la cocina, y avanzaron en el de un pariente silvestre (Solanum pimpinellifolium). El logro, que aparece descrito en la revista Nature, permitirá producir cultivos más resistentes a las enfermedades y las plagas, más carnosos y alimenticios y que, por fin, dejen de ser algo insípido que dejar en la esquina del plato y sepan como antes.
Conseguir descifrar el «código de barras» original del tomate no ha sido fácil. Los miembros del Consorcio de Genómica del Tomate, formado por científicos de una quincena de países de todo el mundo, le han dedicado años. Los investigadores señalan que los tomates tienen unos 35,000 genes organizados en doce cromosomas, relacionados con cualquiera de sus características, ya sea el sabor, la resistencia natural a las plagas o el contenido nutricional. Como curiosidad, su genoma se distingue en un 8% del de la patata, conocido el pasado año.
Toda esta información permitirá a científicos y agricultores producir nuevas variedades más suculentas, fuertes y nutritivas. «Podremos conseguir el sabor que desea todo comprador de supermercado», dice James Giovannoni, de la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York) y responsable del equipo estadounidense para el consorcio.
El equipo también señala que secuenciado el genoma completo de una variedad de tomate, será más fácil y mucho menos costoso para los productores hacer lo mismo con otras. Mientras que su trabajo ha costado millones de dólares, las siguientes «lecturas» solo requerirían unos 10,000 dólares o menos, al basarse en estos resultados iniciales.
La secuenciación del genoma del tomate tiene implicaciones para otras especies de plantas. Fresas, manzanas, melones, plátanos y otros muchos frutos carnosos comparten algunas características con los tomates, por lo que la información sobre los genes y las vías involucradas en la maduración del fruto también podría aplicarse a estos cultivos, ayudando a mejorar su calidad y reducir los costos.