674 palabras
Viernes 6 de junio.- El Kalashnikov apenas se vislumbra. Pero ahí está, cerca de la mano de un niño sirio. Un brazo adulto, posiblemente el de un rebelde, lo consuela para hacer que deje de llorar. Al cuello, el niño lleva una mochila con municiones.
Esta imagen, que llega desde Siria y ha sido recuperada de un vídeo de AFP (enlace) grabado en el pueblo de Azzara durante los combates del pasado mes de junio, ha sido retransmitida por varias televisiones francesas.
Esto demostraría lo que las ONG llevan denunciando varios meses sobre el conflicto armado: el uso de niños soldado por los rebeldes para matar a hombres del Ejército sirio.
Un niño soldado es consolado por un adulto rebelde en Siria. (AFP)
Es la primera vez que un periodista ha podido entrar en esta zona de la provincia siria de Homs desde el comienzo de la revuelta, hace ya casi 16 meses.
Hizo falta cruzar 3 controles del ejército sirio que tiene asediada la región. « No tenemos más que armas ligeras pero damos lo mejor de nosotros para defender la ciudad. Es un legado histórico y propiedad de todos los sirios» explica Khor, un estudiante de 22 años, Kalashnikov en mano.
«La ciudad es atacada constantemente y nuestro deber es defenderla» asegura otro combatiente que recorre la muralla mostrando una arma de mortero aun humeante.
Entre 4 y 10 francotiradores se encargan de evitar cualquier infiltración en el terreno. Estos francotiradores son llamados «los fantasmas»
Son las 5:30 de la mañana. Gracias a la niebla espesa, las fuerzas leales intentan una incursión sangrienta. Ahmad, del Ejército Libre de Siria, que agrupa sobre todo a desertores, es abatido por un francotirador leal al régimen.
Bajo un fuego continuo, el cuerpo de este padre de tres niños es evacuado por cinco compañeros de armas en una camioneta.
Un joven combatiente de 13 años, la cara infantil, camiseta negra, Kalashnikov en mano, se acerca a su amigo sin vida y le llama con una voz ahogada «Ahmad, Ahmad, ¡Dios mío!» Rompe a llorar y sale de inmediato al combate.
Unos minutos más tarde, Ayham, el hermano de Ahmad, cae tras recibir una bala en la cabeza. Durante la batalla al amanecer, seis rebeldes perecen defendiendo su castillo.
En la ciudad suní de Azzara, una procesión acompaña los dos cuerpos hasta el cementerio mientras un grupo de gente grita «el pueblo quiere la caída del régimen». Las esposas y las hermanas, vestidas de negro, observan por última vez la cara ensangrentada de los compatientes cuando los cuerpos son sepultados.
«Continuaremos combatiento hasta el final. Bachar ha intentado en vano asustar al pueblo para cazarnos. El régimen está jugando su última carta» asegura el jefe local de la brigada al-Farouk, una unidad de élite del Ejército Libre de Siria.
«Si perdemos nuestro castillo, correremos la misma suerte que Baba Amr» piensa Mohammad al-Masri, 34 años, ingeniero militar desertor, en referencia al barrio de Homs destruido por las bombas y desalojado hace un mes despues de los bombardeos.
La carnicería ha demostrado también la falta de coordinación entre las diferentes unidades del ELS en la región de Holms y el número de muertos da muestra a los responsables que tienen que cambiar de estrategia. Los entrenamientos intensivos comenzaron el mismo día.