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BUENOS AIRES, 25 de julio.- Eva Perón tomó la palabra tras el triunfo electoral del peronismo en 1946, cuando las mujeres argentinas aún no tenían el derecho al voto, y lanzó el desafío: "La mujer no puede ser solamente espectadora de los movimientos políticos. Debe afirmar su acción, debe votar".
Era su primer discurso tras la llegada de su esposo Juan Domingo Perón a la presidencia, y Evita asumía el compromiso de luchar a favor del sufragio femenino, que iría a la par de una política social sin precedentes para mejorar las condiciones de vida de los más pobres, sus "descamisados".
La referencia aparece en la biografía "Evita, jirones de su vida", del historiador Felipe Pigna, publicada días atrás en coincidencia con el 60mo aniversario de su muerte que se cumple el jueves. Pigna, al igual que otros académicos en los últimos tiempos, propone una nueva mirada sobre esta emblemática mujer, alejada de la antinomia peronismo-antiperonismo y más aún del perfil de arribista que le atribuye la obra musical que lleva su nombre, ahora nuevamente en cartel en Broadway.
"Evita representa algo muy importante, transformador en la historia argentina. Fue la mujer que instaló definitivamente en la agenda política el tema femenino y el tema social, no para problematizarlo como se dice ahora, sino para solucionarlo. Es una gran novedad. Evita era muy práctica. Claramente hay un antes y un después de la presencia de Evita en la historia argentina", dijo Pigna en entrevista con The Associated Press.
Explicar desde la academia cómo aquella mujer, "hija natural" (bastarda), de origen humilde y escasa instrucción, con pasado de actriz, se convirtió en un personaje fundamental de la historia argentina, con trascendencia internacional, se vuelve todavía más oportuno cuando otra militante peronista, Cristina Fernández, ocupa la presidencia del país.
"Hay una continuidad en lo político, porque Cristina ocupó el espacio público que abrió Eva cuando hace 55 años irrumpió inesperadamente en la escena política", opinó la historiadora y periodista Araceli Bellota, autora del libro "Eva y Cristina, la razón de sus vidas", también de reciente publicación. El título alude al libro autobiográfico "La razón de mi vida", de Eva Perón, publicado en 1951.
Cristina presentó el billete de $100 con la imagen de Evita. (Télam)
En la víspera del aniversario luctuoso, la presidenta anunció el miércoles que los billetes de 100 pesos argentinos se imprimirán con el rostro de Evita.
"Después de 200 años, es la primera vez que una mujer aparece en un billete, y si hay que hacerle honor al género, quién mejor que la figura de Eva", sostuvo la gobernante. Para Fernández, "la justicia social" a la que aspiraba Evita "adquiere una importancia muy especial por lo que está pasando hoy en el mundo", en referencia a la crisis global.
Una infancia de profundas carencias empezó a moldear la personalidad de María Eva Duarte, nacida el 7 de mayo de 1919 en un pequeño poblado ubicado a 200 kilómetros de Buenos Aires. Al igual que sus otros cuatro hermanos, era fruto de la relación extramatrimonial de su madre con un hombre de clase acomodada, circunstancia que en aquella época la hacía objeto de discriminación social.
Una Eva muy pequeña esperó con ansias la llegada de los Reyes Magos, a los que le había pedido una muñeca. Apenas se despertó, corrió a buscarla y tamaña fue su sorpresa al encontrarse con una a la que le faltaba una pierna. "Mamá le explicó que la muñeca se había caído de uno de los camellos y de ahí su mutilación. Lo que no le explicó es que había adquirido esa muñeca casi por nada", relató Erminda Duarte en "Mi hermana Evita".
Como tantos millones de pobres en aquella época, Evita migró a la gran capital para cumplir su sueño de actriz. Debutó en un teatro en 1935 con un papel de mucama. Su consagración llegaría casi diez años después con un ciclo radial en el que interpretó a mujeres ilustres de la historia, como Isabel I de Inglaterra o la zarina Catalina la Grande.
El conocimiento de estas vidas tendría una influencia notable en el futuro político de Evita.
El 22 de enero de 1944 sería una fecha determinante para su historia personal y la del país. Se habían visto antes, pero Evita captó la atención del ascendente coronel Juan Perón durante un festival artístico a beneficio de las víctimas de un terrible sismo en la provincia de San Juan. Nunca más se separaron.
La sociedad política que conformaron "es uno de los pocos casos mundiales, si no el único, de dos conductores carismáticos que conviven. El conductor carismático por naturaleza es uno y en este caso son dos. Hay una división de tareas, Evita tiene la tarea agitativa, la social y la sindical y Perón tiene la tarea de gobernar, la estrategia y la conducción total del movimiento", sostuvo Pigna.
En contra de la mitología peronista, los historiadores ahora coinciden en que Evita tuvo un rol secundario en la histórica jornada del 17 de octubre de 1945, cuando miles de trabajadores se concentraron en la Plaza de Mayo, frente al palacio presidencial, para reclamar la libertad de Perón, detenido por la dictadura de ese entonces. Nacía el peronismo como movimiento de masas.
Evita dejó definitivamente su carrera artística para acompañar a Perón por todo el país en campaña electoral para las elecciones de 1946. No había antecedentes de la esposa de un candidato con un papel tan activo, más teniendo en cuenta que la actividad política era cosa de hombres, y las mujeres no podían elegir ni ser elegidas. Los pocos antecedentes se remontaban a los años 20, cuando las socialistas Julieta Lanteri y Alicia Moreau de Justo intentaron postularse como candidatas a diputadas.
Cuando Perón llegó al poder, Evita tomó el control de dos pilares fundamentales del peronismo: la relación con los sindicatos y la fundación que llevaría su nombre, desde la cual ejecutaría la ayuda social para miles de empobrecidos.
"Evita le dio forma a la Argentina actual en cuanto a la conciencia de la clase trabajadora, el respeto por el trabajador cualquiera que sea su rango, que sabe que tiene derechos y que se tiene que hacer respetar. Antes los trabajadores no tenían ningún derecho y prácticamente no había leyes sociales", resaltó Pigna.
"Ello diferencia mucho a la Argentina del resto de América Latina en cuanto a la clara conciencia que tienen los trabajadores de sus derechos", acotó.
Para Bellota, el ascenso social de la clase obrera que impulsó el peronismo "permitió que una mujer hija de trabajadores, como Cristina, haya podido ir a la universidad y formarse. Y eso le permitió ser presidenta".
A Evita se le cuestionaba el uso intensivo de la propaganda oficial, el control sobre los medios masivos de comunicación, la persecución de opositores y el culto a la personalidad. Se la acusó de autoritaria e implacable con "los contreras", como llamaba a los antiperonistas. Muchos de estos aspectos negativos de su personalidad también se le atribuyen a la propia presidenta Fernández.
Y ambas, por su condición de mujeres y peronistas, han sido blanco de calificativos de tinte patriarcal y machista, como "yegua".
"La igualdad (de género) plena no existe. Basta con recordar las presiones de ciertos sectores para que Cristina Fernández no fuera candidata a la presidencia por su condición de mujer. Hemos avanzado muchísimo, pero todavía falta", apuntó Bellota.
Evita nunca supo que tuvo cáncer de cuello de útero, nunca se lo dijeron, según la investigación de Pigna. Y si lo sospechaba, optó por la negación y no aceptó operarse, como sí lo había hecho su madre de la misma enfermedad, lo cual le permitió sobrevivir a su propia hija.
"Ella decía que no tenía tiempo para atenderse y lamentablemente con esa actitud le dio mucha ventaja al cáncer. Eva pudo haberse salvado", dijo el historiador.
Tras una larga agonía, Evita murió el 26 de julio de 1952. Tenía 33 años.
La mitología peronista dice que ese día, Evita "pasó a la inmortalidad". (CLARÍN)