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Tres estrellas
Al ver los noticieros y leer las noticias por internet, uno puede darse cuenta que las estructuras económicas, políticas y sociales del mundo se están tambaleando: se caen las bolsas bursátiles, aumenta el desempleo, países se declaran en bancarrota y crece el descontento popular. Esto, aunado a la histeria colectiva que profetiza el fin del mundo, está conduciendo a la humanidad a un colapso emocional y psicológico.
Poco se dice al respecto, pero existen cifras que registran un incremento considerable en los padecimientos mentales. La locura podría convertirse en un problema de carácter mundial, siendo la depresión, las fobias y los trastornos obsesivo-compulsivos los de mayor frecuencia. Tan sólo en Yucatán cada año se registran más de 500 nuevos casos de personas que recurren a instituciones psiquiátricas con algún padecimiento. ¿Imagínense cómo será el panorama en otros estados de la República donde la violencia y el crimen han golpeado con más fuerza?
La información sobre el barullo psicológico que atraviesa el orbe se maneja con mucha discreción en medios de comunicación, aunque la realidad cotidiana sigue dando muestras palpables. Esto viene a colación del estreno de "Batman. El caballero de la noche asciende" y del tiroteo ocurrido la semana pasada en un cine de Denver.
La noticia se manejó con un tono sensacionalista, cuando la verdadera nota estaba en el incremento de la locura mundial y la falta de control en la venta de armas dentro de Estados Unidos. En 49 de los 50 estados de EUA está autorizada la venta de armamento. Lo peor del caso es que la masacre de Denver, en vez de motivar la discusión legal del tema, incrementó la venta de pistolas, escopetas y rifles.
Tal parece que la violenta y desquiciada Ciudad Gótica, que imaginara Bob Kane a finales de los años 30, hubiese sido una visión profética del mundo en el siglo XXI. Los perturbados villanos del comic son vistos ahora como personajes reales. Los crímenes que aparecen en los noticieros estremecerían al propio Guasón.
"El caballero de la noche asciende" se dedica a cerrar algunos puentes narrativos y, de paso, abrir nuevas brechas para futuras entregas. Aunque se considera que este es el final de una trilogía, pareciera que la muerte del actor Heath Ledger obligara a un cambio de timón. La desaparición de El Guasón provocó un bache argumental y hasta nos privó de la presencia de Harley Quinn. Pero Nolan consigue sacarse la espina conectando esta tercera historia con Ra's al Ghul y la Liga de las sombras.
La trama comienza ocho años después de la última aparición de Batman (Christian Bale), la noche que murió Harvey Dent/Dos Caras. El enmascarado justiciero se echó la culpa de la muerte del fiscal y se ha convertido en un enemigo de la policía de Gótica.
Aparece un mercenario enmascarado bajo el seudónimo de Bane (Tom Hardy), encabezando una supuesta revolución que le devolverá el poder al pueblo. Batman se ve obligado a regresar a escena para detener al imparable Bane. A todo esto se suma Gatúbela (Anne Hataway), una experta ladrona que se debate entre ayudar o no a Batman.
El subtexto político de "The dark night rises" parece darle la razón al sociólogo y politólogo español Vincenç Navarro, cuando escribió que Hollywood promueve la glorificación de líderes políticos capaces de aplicar medidas autócratas para el control de la población disidente.
El fracaso del modelo neoliberal ha provocado una desencanto social y un desprestigio de las instituciones. Y mientras China va ganando terreno, Norteamérica ha vuelto a la paranoia anticomunista, similar a la de la Guerra Fría. Es por ello que se enaltecen figuras como Margaret Tatcher y se busca el regreso de regímenes de autoritarismo comprobado. Y qué mejor ejemplo que el regreso del PRI a Los Pinos. El mundo se encamina hacia un back in time aterrador. Por eso no es de extrañarse que ya ni siquiera el Asilo Arkham pueda contener tanta locura.
En este panorama grisáceo, aparece esta película cuyo villano —Bane— representa a los líderes de izquierda que prometen un cambio social. Lo interesante es cómo el guión incita a desconfiar de estos líderes mesiánicos. En el filme, Bane no busca salvar a Ciudad Gótica sino exterminar a todos y cada uno de sus habitantes.
Si bien es cierto que no todas las izquierdas son lo que parecen y que, a veces, los más libertarios suelen ser los más tiránicos e intolerantes. Creo que la solución está en hallar un equilibrio entre las diferentes líneas políticas, pero Batman no propone eso. Para Hollywood, el único poder capaz de restaurar el orden es la libre empresa.
La verdadera identidad del hombre-murciélago es la filósofa judía Ayn Rand y sus teorías sobre un nuevo orden mundial sostenido por los empresarios. Si uno revisa "La rebelión del Atlas", se dará cuenta que Bruce Wayne no es otro más que John Galt. Inclusive tiene que salir de entre las rocas para regresar a Wall Street/Ciudad Gótica y reclamar lo que es suyo. Wayne debe enfrentarse a los corruptos (Daggett), los comunistas (Bane) y redimir algunos saqueadores (Gatúbela).
La propuesta de Batman/Ayn Rand termina siendo igual de represiva porque no acepta la posibilidad de un equilibrio de fuerzas. Plantea un regreso al feudalismo esclavista, en una nueva modalidad de tipo corporativo.
"Batman. El caballero de la noche asciende" se presta para un análisis más profundo y extenso sobre los nuevos miedos estadounidenses. La nueva pesadilla de Hollywood es que un día el pueblo, harto de mantener políticos y enriquecer empresarios, comience a escuchar a un Bane hablando de igualdad y bien común.
Lo mejor: no está plagada de acción, ni de efectos especiales —aunque sí de vehículos.
Lo peor: no consigue superar a "El caballero de la noche" y esconde un mensaje político que incita a desconfiar de los líderes de izquierda.