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Reportaje de Markus Becker desde Tulum para Spiegel (26-XI-12)
Algunos cenotes tienen más de cien metros de profundidad. Hay riesgo de descompresión. Para evitar la narcosis del nitrógeno y la toxicidad del oxígeno, los buceadores usan Trimix, una mezcla de oxígeno, nitrógeno y helio. Si a pesar de las precauciones hay problemas, no es posible un ascenso rápido: sobre la cabeza no hay más que roca. "A veces nos adentramos en un cenote más de un kilómetro bajo placas de piedra", explica el biólogo y buzo investigar Uli Kunz. "El que en esas circunstancias calcula mal su suministro de aire, se extravía o entra en pánico, es como si estuviera muerto".
Juego de luces: el agua en los cenotes es tan límpida que el buzo tiene la impresión de estar flotando en el aire. Las estalactitas y estalagmitas muestran que antes las cuevas fueron secas. (Uli Kunz)
El equipo de buzos de la universidad de Kiel que investiga desde 2009 las cuevas subterráneas, utilizaba ya en 2010 tecnología moderna de imagen: 63 metros cuadrados del cenote Las Calaveras fueron capturados con fotogrametría, series de fotos de reliquias individuales del cementerio subacuático fueron procesadas por computadora para crear modelos en 3D. "Esta es una poderosa herramienta para la investigación", expone Guillermo de Anda, de la UADY, el principal experto en cenotes. Por supuesto, se dedica atención a los hallazgos individuales, como si fueran a hacerse análisis genéticos o datación química. "Pero ya se puede hacer mucho a partir de modelos 3D sin tocar el artefacto en absoluto, lo cual evita su destrucción."
Además, así los arqueólogos pueden examinar las reliquias sin tener que bucear. E incluso para los pocos arqueólogos que son buzos especializados al mismo tiempo que investigadores, el método tiene sus ventajas: "Bajo el agua por lo general puede uno pasar unos minutos viendo los hallazgos", dice De Anda. "En la computadora se tiene todo el tiempo del mundo." Otros métodos de alta tecnología son adecuados para la exploración de las cuevas del inframundo.El escáner láser de triangulación 3D permite 'borrar' la selva desde el aire y observar el subsuelo. De esta manera, los investigadores han detectado rastros de construcciones que indican dónde hay un cenote.
Los cenotes son de agua dulce, pero en aquellos conectados con el mar normalmente se encuentra abajo una capa de agua salada. Entre ambas puede haber azufre, producido por bacterias que digieren material orgánico. (Uli Kunz)
El investigador Christian Howe con una pieza de cerámica maya. (Uli Kunz)
Huesos en el cenote de Chichén Itzá: en la metrópoli maya está el famoso Cenote Sagrado, que fue explorado en 1904 por vez primera; había esqueletos con huellas de un sacrificio ritual. (dpa)
Huesos viejos: 'El joven de Chan Hol', que lleva el nombre del cenote donde hallaron sus restos, fue enterrado hace 10,000 años, cuando la cueva no se había inundado. (dpa)
En la Península de Yucatán, edificios mayas antiguos rodean a muchos cenotes, que eran esenciales como depósitos de agua potable al no haber ríos en la región. ¿Por qué los mayas arrojaban ahí cadáveres, corriendo el riesgo de contaminar el agua? Es un misterio. Una teoría es que estaban al tanto de las corrientes subterráneas, por lo que sabían cuáles cenotes podían destinar a los sacrificios humanos. (Markus Becker)
Christian Howe explora lo que sólo parece un charco... en la selva, un depósito pequeño de agua turbia puede conducir a un enorme cenote. (Uli Kunz)
Hubo que superar numerosos problemas técnicos, de lo cual se encargaron la Compañía Fílmica de Hamburgo 'Chroma', y especialistas alemanes y británicos en carcasas submarinas. "Sólo el desarrollo del estuche tomó medio año", relata Peter Baaten, productor de la película.
Pero la singularidad del filme justifica el esfuerzo. Algunos cenotes resultan casi cursis en su belleza, cuando los rayos del sol caen como reflectores y el mundo subterráneo aparece revelado por la luz brillante. A menudo la vista es tan clara que el buzo parece flotar en el aire.
Otros pozos de agua se asemejan a un telón de fondo para películas de terror. En el cenote Angelita -un gran agujero circular- una capa de 30 metros de agua dulce cubre el agua salada -como en la mayoría de los cenotes. En medio hay una capa de sulfato como un manto de nubes turbias. Ramas de árboles poderosos, caídos hace mucho tiempo en el fondo, elevan sus ramas como dedos muertos en el crepúsculo. En esos momentos tiene uno una idea de por qué para los mayas los cenotes eran las puertas del infierno.
Una película en 3D es probablemente la manera más eficaz de experimentar esa fascinación desde tierra firme. También puede suponer una amenaza para el patrimonio cultural, debido a que el número de turistas está creciendo rápidamente, y pueden sustraer piezas de cerámica, huesos humanos o de animales. "La película puede aumentar la tentación, por supuesto", reconoce el arqueólogo Huber. "Pero también puede promover el respeto de este mundo y la disposición para protegerlo".
Para la exploración, es crucial el pequeño grupo de buzos especializados que en su tiempo libre exploran las cuevas y alimentan la base de datos de la Encuesta Espeleológica de Quintana Roo (QRSS). Desde 1990, ellos han documentado unos increíbles 1053 kilómetros.
"Los arqueólogos dependemos de estos buzos", concluye Huber. "Y de todas maneras, los otros, los buzos rapaces, no ven películas".