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En 2001, Fox hizo por primera vez la petición formal al congreso —con gran cantidad de priistas en aquel momento— para que se pudiese cobrar IVA sobre alimentos y medicinas, libros y revistas, periódicos, etc. Los priistas se reunieron en Oaxtepec y concluyeron que no lo aceptarían. En 2001, el Presidente propuso el impuesto, y el Congreso dispuso NO.
Para los priistas el IVA sobre medicinas y alimentos y demás, era una especie de “propuesta satánica”, totalmente inaceptable; un atentando en contra de los pobres mexicanos. La propuesta del gobierno de Fox incluía que a través de programas de ayuda a los pobres —Progresa y cosas similiares— les entregarían al final de cada año, una cantidad equivalente a todo el IVA que hubiesen pagado esas 5 millones de familia mexicanas más pobres.
Pero el programa no se quedaba solo en devolver el IVA a los más pobres del país, sino que se les daría, además, un pilón —así lo llamó Fox. Todo el mecanismo era redistributivo en forma inmediata, por los elementos de redistribución envueltos en lo que permitiría al presupuesto federal hacer directamente a favor de los más pobres del país.
El resultado habría sido una disminución más acelerada de la pobreza en México, como ahora lo van a hacer, pero los priistas, porque, ¡ellos sí lo pueden hacer! Es decir, a los panistas se les negó la posibilidad de hacer algo realmente significativo por el país. Lo importante era negarle al panismo el mérito de haber logrado lo que ahora van a lograr —por lo menos, eso esperamos todos los que tenemos buenos deseos para el país.
La farsa que actúa el PRI en 2001 se les revierte hoy, pero solo entre una minoría de gente con memoria. No olvidemos que las masas de ciudadanos de todas las naciones, pecan de muy poca memoria colectiva. Muy poca. Así, el PRI y sus miembros, muy orgullosos, lograron lo que siempre se propusieron: 1) impedir que el país creciera cuando este estuviese en manos de los panistas 2) destruir mediáticamente todo lo que el panismo hiciera y 3) demostrar, algún día, que ellos sí saben gobernar.
Hoy llegó ese “algún día”. No les importó que la pobreza dejara de disminuir como podría haber sido si el IVA generalizado se hubiese implantado. No les importó dejar que pasaran 12 años que, finalmente, fueron buenos —pero, a pesar de los priistas— sin que el país progresara al ritmo y posibilidades que pudo haberlo hecho.
Hoy, el asunto no se queda en lo del IVA. También han acordado los priistas que se liberarán los diputados federales de su partido en cuanto a aprobar, si así lo desean y están convencidos, medidas que impiden que muchas actividades restringidas a PEMEX, se vayan liberalizando y puedan ser objeto de inversión privada.
Todo el mundo hablaba —literalmente, en todas partes— de la necesidad que tenía México de que las reformas de fondo se llevaran a cabo. Hoy se están formando los caminos políticos para que esas reformas se den.
Las clases medias quedan felices cuando se dan golpes a pillos como La Maestra. Ella ya está tras las rejas. El momento político y mediático es perfecto para inyectar una medida que afectará, sobre todo, a las clases medias —tradicionalmente las que llevan en sus hombros todos estos costos. Sabemos que los más pobres recibirán de vuelta el IVA que paguen y con “pilón” —a ver qué nombre le dará Peña Nieta. Los más ricos, no tienen problema en pagar lo que sea; además, buscarán la manera de recuperarlo a través de sus negocios.
Los que pagarán más y sufrirán más, son las clases medias: esas que habitan en las grandes y medianas ciudades del país y que no están dentro de los programas Progresa y similares; esas son las clases que llevarán sobre sus hombres el sacrificio más pesado.
Mediáticamente, el PRI se llevará muchos aplausos. Para las masas amorfas, incluyendo a las clases medias, el golpe agradable de La Maestra se verá más o menos compensado con el del IVA. Ellos encontrarán la manera de hacerlos “felices” o de darles el líquido que hará que el trago amargo del IVA generalizado no les sea tan desagradable.
El espectáculo político montado por el PRI, pinta en la dirección de dar resultados. Esperemos que los que se sienten con derechos electoreros —porque “ayudaron” en las elecciones— no pasen facturas muy altas; tradicionalmente son esos elementos los que han impedido que las cosas se hagan hasta sus últimas consecuencias. Hay cientos de pendientes de alta significancia; posiblemente todos sean atendidos en su momento. Ya hemos visto que el regreso del priismo al poder los trajo profundamente “mejorados” —en cuanto a su alto grado de perfección para mediatizar a su favor todo lo que hacen y dejan de hacer. Esperemos que haya resultados.
¿Cuál será el papel del PAN? ¿Cuál será el papel del PRD? Esperemos que se pongan de acuerdo para vigilar y sean altamente responsables cuando llegue el momento de aprobar en las legislaturas lo que debe aprobarse para que el país continúe en una línea de progreso clara y transparente.
Es posible que en esta ocasión, los legisladores de la oposición no traten de tapar el sol con un dedo. Vale más reconocer lo que sucede que conviene a México, pero haciéndole ver a la gente en general cuál fue el juego con que jugó el PRI en todo momento. Es válido que haya resultados; es válido que el mexicano los aprecie; pero es válido también que entienda en su justa dimensión que todo —tanto lo que no se pudo hacer como lo que ahora sí se podrá hacer— fue obra del juego político del PRI.
Lo importante es que la población mexicana sepa, entienda, que no es que necesiten al PRI, sino que necesitan, todos, partidos políticos que actúen siempre a favor de México, sin importar que no sean ellos los que masivamente se lleven el mérito.
Habría sido más productivo para el progreso del país que gestionaran con Fox la repartición del mérito del progreso que habría sido posible en 2001, que negar, acordando en Oaxtepec una postura política destructiva, poco inteligente —realmente, casi de traición a la patria— la obligación de oponerse a cualquier forma de aprobación del IVA generalizado.
Y no terminamos aquí —mientras haya vida, continuaremos. Nos falta el trato del asunto de los impuestos, que me gusta a mí, en lo personal, llamarles contribuciones. Estoy en desacuerdo y tengo razones de fuerza, para solicitar a esta nación que prohíba que las contribuciones se paguen en forma de declaraciones. Los pagos deben ser hecho en forma automática y no estar sujetos a que los que pagan “saquen cuentas”. Esto viene después.