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MÉRIDA, Yucatán, 2 de marzo.- Reforestar áreas verdes, escuelas, parques y avenidas de la ciudad es un trabajo cotidiano que el Ayuntamiento de Mérida realiza gracias a la producción del vivero municipal, dependiente de Servicios Públicos Municipales.
Es un trabajo duro, que comienza todos los días a las seis de la mañana, pero que se realiza con gusto, y se nota. De ahí salen plantas y flores para avenidas, parques y escuelas de la ciudad. El vivero está a cargo de la bióloga Erika Chan Canul.
La encargada explica que en el vivero trabajan seis mujeres, pero en total son 24 las personas involucradas con la labor de ese lugar. Las seis mujeres, todas vecinas de Chalmuch, se encargan de sembrar, trasplantar y cuidar flores y plantas del vivero.
Se nota la mano femenina: las áreas con césped están perfectamente cuidadas y las macetas con plantas, en orden.
Erika explica que las trabajadoras anteriormente laboraban en la planta de composta, que funcionaba junto a la citada comisaría. El trabajo de todas ellas consistía en separar los desperdicios que llegaban hasta ahí. Cuando la planta cerró, fueron reubicadas al vivero.
Hoy, aunque su trabajo es duro y agotador, comentan que están mejor que en el pasado.
—Antes, en la planta de composta, nos tocaba separar los papeles del baño, alimentos podridos y hasta cadáveres de animales, ya sea perros o “zorros” en descomposición —comenta Ángeles Puc.
Ángeles dice que su día comienza a las cuatro de la madrugada, cuando se levanta para preparar el desayuno para sus cuatro hijos y dejarles todo listo para ir a la escuela.
—Debemos tomar el primer camión, que sale a las cinco de Chalmuch para venir a Mérida. Nos deja cerca del edificio de Servicios Públicos Municipales, donde nos reunimos para que luego nos traigan en algún vehículo disponible hasta el vivero.
—Me gusta mucho mi trabajo, aunque sí es duro, pero me gusta más que el anterior. Mis compañeras hacen horas extra, pero yo no puedo porque tengo una hija chica, de tres años, y no hay quien la cuide en las tardes, tiene apenas seis años.
Ángeles tiene casi cuatro años de laborar en el Municipio.
El grupo comienza temprano. Todas se turnan para sacar tierra con una pala y llenar las bolsas para trasplantar matas o para sembrar esquejes (fragmentos de plantas o gajos que se cortan con la finalidad de reproducción) que se convertirán en nuevas plantas.
El vivero ocupa una extensión de 25 por 100 metros y su producción es de 10,000 plantas al mes.
Por ejemplo, de las plantas que se quitan en el Paseo de Montejo con motivo del Carnaval sacamos una nueva producción que multiplica el número de plantas, precisa la bióloga Erika al tiempo que muestra decenas de bolsas negras en las que ya asoman verdes retoños.
—Todo esto se convierte en nuevas plantas para reforestar, no sólo los camellones del Paseo de Montejo, sino todas las avenidas y los parques de la ciudad —agrega.
La supervisora del grupo, Betza Velázquez Amaya, comenta que todas ponen mucho empeño en su trabajo y afirma que también le gusta mucho la labor que realiza en el vivero.
Por su parte, Erika Chan asegura que todas saben hacer de todo, no hay trabajos definidos, lo mismo siembran, que trasplantan o cortan gajos de las plantas que ya crecieron mucho, especialmente en caso de las buganvilias, o preparan esquejes para resiembra.
Comenta que además de las mujeres que laboran directamente en el vivero, hay una cuadrilla de 18 personas que acuden a sembrar y distribuir las plantas.
La producción del vivero, precisa, es de 10,000 plantas al mes, que se destinan a la reforestación o forestación de parques, jardines, avenidas y, previa solicitud, a las escuelas.
En cuanto al servicio a particulares, explica que sólo se brinda en casos muy específicos y que lo justifiquen, como cuando se juntan vecinos de alguna colonia y solicitan plantas para mejorar su unidad habitacional o su parque.
Comenta que anteriormente la entrega de plantas era abierta para la población, pero muchas personas se aprovechaban de esto y acudían hasta tres veces por semana a buscar plantas, por lo que no daban abasto con la producción.
También dice que la mayoría de las trabajadoras realiza horas extra para mejorar sus ingresos y, además, para cumplir con las metas y necesidades de producción del vivero.
Las demás trabajadoras del vivero son Silvia Canché, con tres años de antigüedad en el Municipio, y tres hijos; Mercedes Canul, siete años de labores y cinco hijos; María Emiliana Borges Paz, 16 años de servicio y cinco hijos; María Fátima Borges Puc, tres hijos y cuatro de laborar en el Ayuntamiento, y María Mildred Moreno Canché, seis años de labores y dos hijos.
Todas comentan que su trabajo les gusta y, además, les permite apoyar la economía familiar.
Ninguna de las mujeres le huye al trabajo duro.