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Las personas que circulamos la mañana del jueves 24 del presente por Prolongación Montejo pudimos percatarnos que nuevamente fueron cerrados en las primeras horas del día los carriles del "paso deprimido" que corren del sur al norte. Esa situación me permitió transitar por "arriba", es decir por la otrora "Glorieta de Prolongación", cosa que no había hecho más que una o dos veces desde que fuera inagurada esta "obra cumbre" del Ayuntamiento de Angélica Araujo hace poco más de dos meses.
Lo que ví me recordó irremediablemente una palabra que la alcaldesa y sus funcionarios usaron en numerosas ocasiones para referirse a esa obra: "detonante". "Que el paso deprimido sería un detonante para el turismo", "que sería detonante de la economía de los negocios de la zona", etc.
Hoy no me queda más que concederles la razón. No pudo haber sido mejor usada esa palabra para explicar lo que actualmente ahí sucede: numerosos negocios antaño prósperos, cerrados; antiguas y hermosas casonas en renta o venta; contada circulación de personas a pie en la zona; estacionamientos de locales comerciales semivacíos; obras en construcción suspendidas, etc. En efecto, el paso deprimido prácticamente dinamitó —o "inició una explosión" se leería en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua al buscar la definición de "detonar"— el dinamismo comercial que antes ahí se apreciaba y que coexistía armoniosamente con espacios habitacionales de alta plusvalía propiedad de conocidas familias de la sociedad yucateca.
Restaurantes, bares, tiendas especializadas y hasta un banco cerraron sus puertas con motivo de las obras y puesta en marcha del "paso deprimido". Los letreros de "en renta" o "en venta" son mudos testigos de la truncada operación de esos negocios que generaban numerosos empleos directos y otros tantos indirectos.
Entre los negocios que cerraron sus puertas con motivo de la construcción y puesta en operación de la obra vial sobresalen un banco, algunos restaurantes y cafeterías, un establecimiento de reparación y venta de equipos de aire acondicionado habitacional y automotriz, tiendas especializadas, etc. Aparentemente los créditos blandos que el Ayuntamiento otorgó a algunos de los propietarios de esos comercios sólo sirvieron para liquidar y cerrar definitivamente la mayoría de ellos, dejando en suspenso, inclusive, la recuperación de esos recursos por parte de la Comuna.
Por otro lado, de las pocas residencias que aún se conservaban como tales en la zona, hoy no quedan más que una o dos. La mayoría se encuentra semiabandonadas y en espera de que algún despistado —sólo hay que ver las complicaciones para entrar o salir de ellas por el angosto carril que quedó adjunto al "túnel" para disuadir a más de un oferente— las rente o compre. De hecho, una de ellas ubicada justo frente a la glorieta —la última que quedaba—, fue derruida durante el tiempo que tomó la construcción de la obra vial y hasta el día de hoy permanece como un triste y elevado terreno rodeado por una malla ciclónica que contrasta grandemente con los hermosos y abiertos jardines de los que antes gozaba. Aparentemente la empresa telefónica que construiría ahí su sede regional está esperando mejores tiempos para hacerlo...
Pero no para todos es tristeza. Además de la popular cadena de hamburguesas "que le dio su antidepresivo al paso" con una reciente remodelación, un afortunado propietario de una de las residencias de la zona que luce semiabandonada, presuntamente resultó beneficiado por los continuos desperfectos sufridos en las rejillas pluviales del túnel, que, tal como fue el caso el día que comento precisamente, han ocasionado frecuentes cierres a la circulación por el mismo.
Esta residencia, casualmente la única que no tiene ningún letrero de "en renta" o "en venta", es usada por el Ayuntamiento para almacenar las rejillas pluviales que tantos problemas han causado. Son decenas de rejillas las que ahí se aprecian, por lo que es presumible que lejos de encontrarle una solución de fondo a la situación (que necesariamente implicaría la intervención de la empresa constructora del "paso deprimido"), la autoridad municipal planea seguir remplazando indefinidamente dichas rejillas.
Resulta que para atender oportunamente esta situación —con toda seguridad no contemplada por el Ayuntamiento en tal recurrencia y, por tanto, no presupuestada debidamente— originada por el ininterrumpido flujo de vehículos de todo tipo sobre las numerosas y aparentemente endebles rejillas metálicas instaladas para evitar anegamientos en el túnel, la administración municipal utiliza dicho predio como bodega para almacenar un buen número de dichas rejillas y tenerlas a la mano para usarlas cuando así se requiera. Lógico es suponer que el "uso o goce temporal" del referido inmueble no es gratuito, por lo que muy problamente el propietario del mismo haya llegado a algún acuerdo con la Comuna para que la misma use su otrora bello y cuidado jardín frontal para almacenar las largas rejillas a la vista de todos los que por ahí transitan.
Llama poderosamente la atención que la autoridad municipal aparentemente planee seguir remplazando indefinidamente las rejillas conforme éstas se vayan deformando, en vez de exigirle a la empresa constructora del "paso deprimido" —la misma que está edificando el techo del "Pasaje de la Revolución"— una solución definitiva a este inconveniente. JECM