451 palabras
Cada ciudadano percibe según lee periódicos o páginas de Internet, ve TV o videos, o escucha estaciones de radio. Quienes ni leen ni ven ni escuchan noticias o comentarios, solo pueden contar con información de personas en su entorno. ¿Es válido dejar a ese nivel de inexactitud información que sustentará decisiones colectivas de importancia mayor?
Realidad y percepción sobre ella, son conjuntos de datos que tienen que coincidir. No es optativo: es absolutamente necesario. Esto se puede decir dogmáticamente porque no es discutible. Esto se puede afirmar categóricamente, porque se trata de evidencias contundentes. ¿En dónde, pues, se forman problemas?
Es problemático estar sujeto a bombardeo de información tergiversada, falsa. Pero, ¿cómo se puede saber que eso que se lee, es falso o está tergiversado?
Esa es precisamente tarea de ciudadano. Todos estamos obligados a saber discernir entre verdades, mentiras y notas tendenciosas.
Por desgracia, cualquier medio tiene objetivos preestablecidos. Un medio decente buscará —con todo y "su agenda"— formas de exponer eso que deben conocer sus lectores para juzgar con equilibrio. Un medio indecente inventa, miente, esconde verdades. Un medio indecente expone como ciertos, datos no comprobados ni comprobables.
¿Cómo se puede hacer uso productivo de artículos editoriales? Hay nombres detrás de cada columna: ¿qué se sabe de esos nombres? ¿Buscan sustentar sus dichos con verdades contundentes o basan todo su argumento en una premisa no comprobada? Un simple "supongamos" puede ser un gran indicador de un gramo de decencia, aunque esté seguido por suposiciones falsas. Pero, afirmar mentiras y sustentar argumentos en ellas, ¿qué provoca? ¡Confusión y solo confusión!
Encuestas basadas en simples preguntas para medir qué grado de conocimiento tiene en promedio ese ciudadano mexicano que votará en julio de 2012, arrojan resultados desastrosos. Resulta que ni siquiera se sabe cuándo ha bajado deuda pública, cuando se ha construido más vivienda, qué presidentes han logrado más altas reservas, qué presidentes han bajado deuda externa en relación a PIB. En resumen: estamos ante ciudadanos que no saben eso que es importante para nuestro país.
Cuando quienes votarán no saben qué está realmente sucediendo, es muy probable que colectivamente cometan un grave error. En nuestro caso, México podría regresar a esos tiempos en que eso que hoy, por ignorancia, creen que falta, realmente faltó.
Estamos obligados a evitar ese tipo de catástrofe.