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Tres estrellas
Dice Octavio Paz en su ensayo "El laberinto de la soledad" que mientras los mexicanos presumen sus defectos, los estadounidenses los niegan. Esta diferencia cultural, explicada por el escritor mexicano, queda como anillo al dedo para entender el por qué algunas películas norteamericanas abordan los problemas ideológicos y sociales únicamente desde la perspectiva histórica. Dando por sentado que aquellos defectos son cosa del pasado.
Convendría hacer un análisis de los argumentos, y establecer paralelismos con el panorama social actual, para saber si realmente esas deficiencias han sido superadas o estamos ante la negación de la cual hablaba Paz. Esto viene a cuenta de la cinta The help (2011), que en México lleva el título de Historias cruzadas.
La historia, basada en la novela de Kathryn Stockett, expone el racismo y el trato injusto a la gente de color en el Mississippi de los años 60. Skeeter (Emma Stone) es una joven de familia acomodada que vuelve a casa después de haber concluido sus estudios universitarios. Mientras todas sus compañeras han cumplido el sueño de casarse y tener hijos, Skeeter aspira a una vida profesional como escritora.
La protagonista empieza a ver los defectos de la ciudad, haciéndose consciente de la superficialidad, los prejuicios y la intolerancia de sus habitantes. El conflicto se desarrolla a partir de que Skeeter decide escribir una novela sobre la vida de privaciones y desprecios que llevan las sirvientas negras al interior de los hogares americanos; trabajando por sueldos miserables y sin ningún tipo de protección legal.
Para escribir su novela, que lleva por título "The help", Skeeter recibe la ayuda de Aibileen (Viola Davis) y Minny (Octavia Spencer), dos empleadas domésticas que tienen muchas anécdotas que narrar. La parte antagónica corre a cargo de Hilly Holbrook, amiga de Skeeter, joven ama de casa y patrona de Minny. Es un relato de superación personal, confeccionado a la medida del Oscar, donde la protagonista deberá enfrentar adversidades para completar su novela.
El filme está correctamente escrito y dirigido por el también actor Tate Taylor. Sin pretensiones formales, Taylor pone todo a favor del lucimiento actoral de Viola Davis y Octavia Spencer. En ese sentido, la película ofrece interpretaciones magistrales por parte de ambas actrices, tanto que para algunos resultó injusto el triunfo de Meryl Streep en la entrega del Oscar.
A diferencia de Aibileen y Minny, los personajes de Skeeter y Hilly terminan cayendo en estereotipos. La heroína es idealizada y la villana acaba siendo una bruja de cuento. Hubiese sido más interesante darle la misma complejidad a los personajes blancos y no dejarlos tan acartonados.
Ubicar la trama en los 60 sirve para hablarnos de la lucha por los derechos de la población afroamericana. Los prejuicios raciales se representan en una época de cambios y transformaciones donde el pensamiento progresista parece llegar a trastocarlo todo. Si Skeeter representa a la mujer redimida por la educación, Celia Foote (Jessica Chastain) es la mujer liberada a través de la sexualidad. Ambos personajes rompen con los convencionalismos de un Mississippi aferrado al pasado y miran el mundo desde una óptica diferente.
Según Hollywood, el odio interracial se eliminó de la ideología estadounidense gracias a Martin Luther King y la igualdad llegó a su triunfo máximo con la llegada de Barack Obama a la presidencia. Pero haciendo los analogías actuales, es fácil darse cuenta que el papel que antes ocupaban los negros hoy lo ocupan los inmigrantes e indocumentados.
Lejos de resolver la situación de las minorías, Obama le ha dado largas al asunto y el Ku Kux Klan ahora se llama Patrulla Fronteriza. ¿Realmente se acabó el racismo o Estados Unidos sigue viviendo en un estado de negación? Ese que describió Octavio Paz hace más de 60 años.
Lo mejor: las actuaciones de Viola Davis y Octavia Spencer.
Lo peor: las mujeres blancas terminan siendo personajes simples.