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LEÓN, Guanajuato, 25 de marzo.- En la gigantesca explanada del Parque del Bicentenario de León, situada en el centro geográfico de México y en las cercanías de la gigantesca estatua del Cristo Rey del Cubilete, más de 600,000 mexicanos participaron en la misa presidida por Benedicto XVI. Durante el Ángelus, el Papa recordó algunos de los grandes problemas de México y de toda América Latina: la división y ruptura de las familias por la emigración, la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores y la criminalidad.
Benedicto se puso un sombrero de charro para demostrar que se siente mexicano.
El Sumo Pontífice concelebró la misa en el Parque Bicentenario de Silao.
Los mexicanos vibraron escuchando y viendo al Papa, quien se está dando en estos tres días en México uno de los mayores baños de multitudes de los viajes de su pontificado. Cruzando con el papamóvil las catorce hectáreas del Parque del Bicentenario, que conmemora la independencia de España del país latinoamericano, el Pontífice fue vitoreado y aplaudido por los presentes, muchos de los cuales habían pasado la noche en la explanada rezando. Durante el recorrido, Benedicto XVI se puso un sombrero charro que le regaló un grupo de artesanos. El gesto fue muy celebrado por los asistentes, quienes le decían el que se ha acabado convirtiendo en el lema de la visita: «¡Benedicto, hermano, ya eres mexicano!». En numerosas ocasiones también rugieron los presentes dando vivas a Cristo Rey.
Los mexicanos volcaron su corazón arropando al Papa.
Consuelo y fortaleza
El obispo de Roma habló en su Ángelus de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y de toda América Latina. Hacia la Madre de Dios acuden los católicos «en busca de consuelo, fortaleza y esperanza» y la Virgen responde «invitando a estar con la fe y la caridad bajo su sombra, para superar así todo mal e instaurar una sociedad más justa y solidaria». Con esta convicción, el Papa puso bajo la protección de Nuestra Señora de Guadalupe a México y al resto de países de América Latina y del Caribe. Y, además, le pidió a la Guadalupana que siga llamando al «respeto, la defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide».
Durante el saludo que dirigió al Papa antes de que comenzase la Eucaristía, concelebrada por 250 cardenales y prelados latinoamericanos y 3000 sacerdotes, el arzobispo de León, José Martín Rábago, también habló de los difíciles problemas que afronta su país. Escucharon sus palabras el presidente, Felipe Calderón, su predecesor, Vicente Fox, y los tres principales candidatos a las elecciones que se celebrarán dentro de tres meses. También estaba entre los presentes Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, quien acudió a ver al Papa y escuchar sus palabras junto a su familia.
Monseñor Rábago lamentó que en estos últimos años se hayan producido «acontecimientos de violencia y muerte» que han provocado entre los mexicanos una «penosa sensación de temor, impotencia y duelo». Entre las causas de esta situación citó la pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción, la impunidad, los errores y limitaciones de la justicia. También habló de un cambio cultural que hace pensar que «esta vida sólo vale la pena ser vivida si permite acumular bienes y poder rápidamente sin importar sus consecuencias». Pese al difícil diagnóstico que hizo de México, el arzobispo aseguró que «la inmensa mayoría de nuestra gente no quiere caminar por caminos de muerte y destrucción». Al contrario, desea «vivir en paz y gozar de la felicidad en Cristo» para conseguir que se alcance la «reconciliación, la justicia y la paz».
Durante su homilía, Benedicto XVI retomó en parte las palabras del arzobispo de León diciendo a los fieles que al prepararse para la próxima Semana Santa deben «mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica». El propio Papa conoció de primera mano esta tragedia al saludar el sábado en Guanajuato a familiares de varias víctimas de los carteles del narcotráfico.
Al finalizar la ceremonia, el Papa rezó frente a una imagen de la Virgen de Guadalupe en medio de un sobrecogedor silencio general. Cuando dio su bendición a todos los presentes, también bendijo 91 reproducciones de la Virgen que serán custodiadas en todas las diócesis del país.Tras la misa, Benedicto XVI celebró unas vísperas con obispos mexicanos y de toda América Latina en la catedral de León.
Hacia el Cristo Rey del Cubilete
Con un dispositivo a distancia, el Papa Benedicto XVI encendió esta noche la nueva iluminación del Monumento a Cristo Rey, cuyo santuario está en el Cerro del Cubilete, en Silao. Juegos pirotécnicos multicolores engalanaron la ceremonia.
Este monumento comprende dos partes; la primera, una basílica esfera que simboliza el universo, y sobre ella, de pie, la estatua de Cristo Rey con dos ángeles que le ofrecen dos coronas, la del martirio y la regia.
Antes de llegar al Parque Bicentenario, Benedicto XVI sobrevoló en helicóptero la estatua del Cristo Rey del Cubilete. Es éste uno de los santuarios peregrinos más importantes para los católicos mexicanos, al que decenas de miles peregrinan cada año. La imponente escultura, de 80 toneladas y 22 metros de altura, está situada sobre el cerro delCubilete que, con sus 2700 metros domina todo el entorno. Donde se encuentra este monumento hubo antes otra estatua de Cristo que fue bombardeada en 1926 durante la rebelión de los cristeros. La nueva estatua fue construida en 1940.
Baño de entusiasmo
El Papa Benedicto XVI urgió a los obispos católicos del continente americano a estar más cerca de los necesitados, pues ello es un precepto fundamental del Cristianismo y también llamó a los sacerdotes a evitar divisiones y recelos.
En un acto totalmente fuera de programa, el Papa Benedicto XVI salió a la acera del Colegio Miraflores, en León, Guanajuato, donde se hospedó durante su visita a México, para dirigirse a los miles de feligreses que lo esperaban y pedían su presencia, mientras un mariachi tocaba el ''Cielito lindo''.
Inesperadamente, el Pontífice volvió a calarse un sombrero charro que le proporcionó una joven integrante del mariachi y dedicó un breve mensaje a las miles de personas que lo vitoreaban.
“Muchísimas gracias por este entusiasmo”, dijo Benedicto XVI que habló en italiano, y lo tradujo el nuncio apostólico Christophe Pierre.
“Nunca, nunca, he sido recibido con tanto entusiasmo”, siguió el Pontífice. “Debo decir que México va a permanecer siempre en mi corazón”.
Y en su breve discurso, acabó por echarse a la gente a la bolsa al decir: “Ahora puedo entender por qué el Papa Juan Pablo II decía ‘ahora me siento un Papa mexicano’”.
El mariachi y los desbordados feligreses podían haber iniciado una fiesta de toda la noche ahí mismo, pero el Papa remató: “Queridos amigos yo me siento muy bien con ustedes, pero deben entender que tengo otro viaje a Cuba, pero me voy a retirar dándoles mi bendición”, y tras impartirla en latín, concluyó: “¡Buenas noches!”.
Este lunes, Benedicto parte hacia Cuba.