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TOULOUSE, Francia, 23 de marzo.- Nicolas Sarkozy afirmó que haría lo posible por entregar a la justicia al autor de los asesinatos que han aterrorizado a Francia. Pero la historia ha tenido otro final, a pesar de que el testimonio de Mohamed Merah podría haber ayudado a saber más sobre las oscuras células extremistas islamistas que crecen en las banlieues de la República. Tras 32 horas de cerco policial y negociaciones sin fruto, la demencial carrera del terrorista que aseguró pertenecer a Al Qaeda y ser el único responsable de los atentados de Toulouse y Montauban, ha terminado este jueves con un nuevo estallido de violencia. Merah ha muerto disparando su pistola Colt 45 contra los agentes de la RAID, las fuerzas de élite de la policía francesa, que han asaltado su escondite en lo que los expertos definieron como una acción de guerra. Como había prometido, el gélido criminal ha intentado morir matando, aunque solo ha conseguido herir levemente a un policía en un pie. Dos más han sufrido conmociones.
Mohamed Merah se precipitó hacia los elementos que entraron para capturarlo.
Las fuerzas especiales preparaban el asalto a la casa desde la noche anterior, cuando apagaron todas las luces del popular barrio de Côte Pavée para aumentar la presión psicológica sobre Merah, que llevaba atrincherado en el piso desde las tres de la mañana del miércoles. A media noche se oyeron dos disparos que la policía atribuyó a Merah, quien había dejado de responder a las preguntas de sus interlocutores poco antes y desde ese momento guardó silencio absoluto.
Sobre las 10.30 de la mañana, en las calles aledañas al edificio de seis pisos se han oído tres fuertes detonaciones: eran granadas de mano que los RAID usaron para romper la puerta y las ventanas del apartamento. 50 minutos después, comenzaba el asalto al piso, situado en la primera planta. Según el relato del ministro de Interior, Claude Guéant, los agentes han entrado y han registrado las habitaciones usando cámaras de vídeo. Cuando han llegado al cuarto de baño, Merah ha emergido “disparando con enorme violencia”, ha contado el ministro.
Los policías han abierto fuego, y durante un minuto eterno se ha oído un intensísimo tiroteo, con largas ráfagas de lo que parecían metralletas y armas automáticas. Guéant ha explicado así “el episodio final”: “Merah ha saltado por el balcón sin dejar de disparar, y cuando ha llegado al suelo estaba muerto”.
Más tarde, el fiscal jefe de París y responsable de la investigación, François Molins, ha confirmado que el pistolero había recibido un disparo en la cabeza cuando trataba de escapar por una ventana disparando su Colt 45, la misma arma que utilizó los días 11, 15 y 19 de marzo para ejecutar a sus víctimas. “Disparamos en legítima defensa”, ha afirmado Molins, “no era nuestra intención matarlo pero abrió fuego con su habitual determinación y los RAID respondieron”.
Antes de morir “con las armas en la mano para alcanzar el paraíso con una sonrisa”, como al parecer anticipó a los policías que le asediaban, este joven en paro y exmecánico en un garaje confesó a una periodista de France24 y a los agentes del RAID que había matado a tres paracaidistas franco-magrebíes y a cuatro ciudadanos judíos (tres de ellos niños) para vengar las muertes de niños palestinos en Gaza y protestar contra las acciones de Francia en Afganistán y la prohibición del velo integral en los lugares públicos de su país.
{youtube}MeYOmhIS_dA{/youtube}Toma de un vídeo que, según France 2, muestra a Mohamed Merah. / FRANCE 2 TELEVISION (EFE)
Su sórdido currículo deja además dos heridos muy graves, un joven de 17 años alcanzado por una bala en su ataque al colegio judío de Toulouse, y un militar de origen antillano al que disparó en la cercana Montauban.
El fiscal Molins ha confirmado además que Mohamed Merah había grabado todos sus ataques con una cámara de vídeo y que ha colgado las imágenes en Internet. La policía ha podido verlas, y según ha trascendido, Merah abatió a uno de los tres militares diciendo: “Tú mataste a mi hermano, y yo te mato a ti”.
Acabada la pesadilla, la pregunta que muchos franceses se hacen ahora es si realmente Mehar era un lobo solitario o tuvo cómplices. Los Soldados del Califato, un desconocido grupo que se ha declarado afín a Al Qaeda, ha reivindicado los siete crímenes con un comunicado que los expertos consideraron poco creíble. Por el momento, permanecen detenidos la madre de Merah, su hermano Albelkader, de 29 años, y un amigo de la familia.
El presidente Sarkozy ha afirmado que la justicia investiga ya si el yihadista contó con otra ayuda, y durante un breve discurso a la nación ha anunciado cambios urgentes en el Código Penal para perseguir conductas que no están penadas y que contribuyeron a la conversión al fanatismo del poco beato Mohamed Merah.
Sarkozy ha dicho que las personas que consulten de forma habitual páginas de Internet que hagan apología “del odio y el extremismo” serán castigadas penalmente, así como aquellos que viajen al extranjero “para recibir adoctrinamiento”. En realidad, se trata de una mera oferta electoral, porque el Parlamento no tendrá tiempo de aprobarlo antes de las presidenciales del 22 de abril y el 6 de mayo.
Sobre la muerte de Mohamed Merah, Sarkozy ha afirmado que se ha hecho “todo lo posible para llevarlo ante la justicia” pero que no quiso “arriesgar ni una sola vida más”. “Ha habido ya demasiados muertos”, ha dicho, antes de pedir a sus compatriotas que no estigmaticen a los musulmanes recordando que Merah no solo mató a cuatro judíos sino también a tres militares musulmanes.
El drama ha disparado las alarmas, en plena campaña electoral, sobre un par de asuntos que parecían no existir. Uno es el miedo de la política a lidiar el problema de las banlieues, esa esquina del primer mundo donde la sensación de abandono, la ausencia de oportunidades y la desafección hacia el Estado acucian a miles de jóvenes originarios de las excolonias. Y otro es el de la lucha contra el nuevo tipo de terrorista casero, unipersonal o casi, y por tanto mucho más difícil de controlar y combatir.
El muyahidin de Toulouse figuraba en la lista negra de sospechosos de terrorismo que impide volar a EE UU. Washington lo incluyó cuando lo detuvieron en Afganistán. Francia lo conocía, lo interrogó hace poco, y ni aun así pudo frenarlo. Hasta que Mohamed Merah no recibió a tiros a la policía, esta no sabía si el terrorista era él o su hermano. Parece claro que algo muy gordo falla en el sistema, y que cambiar un par de artículos de una ley puede ser una tirita, pero no una cura.