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El colectivo "¡No a los transgénicos!" realizó la tarde de este domingo 22 de abril, en el marco del día internacional sobre la madre tierra 2012, entre las múltiples actividades programadas para conmemorar el día internacional alusivo a la efeméride, en esta ciudad capital, la actividad cultural maya "íina', tech líisik' in wóol", Semilla, tu nos impulsas a vivir.
En este evento cultural participaron: Martiniano Pérez Angulo, conocido músico y compositor del municipio de José María Morelos, Quintana Roo. Dicho artista dió a conocer la expresión musical de los mayas contemporáneos; asimismo el grupo de teatro comunitario de Oxkutzcab, Chan Dzunun, el pequeño colibrí, dirigido por María Luisa Góngora Pacheco, que presentó por vez primera en esta ciudad, su obra Que onda con los transgénicos.
Dicha obra, gira en torno, al modo como los mayas conceptualizan el maíz y como son hostigados para cultivar otras semillas diferentes a las suyas, que al final sólo ocasionan desgracias en sus comunidades.
Las actividades iniciaron a las 5 de la tarde y se efectuaron en el conocido restaurant Espacios mayas, y algo más, ubicado en la calle 62 entre 55 y 57 del centro.
Los organizadores mencionaron que este evento, era una oportunidad para conocer las verdaderas expresiones del pueblo maya, y no el folklor, porque a través de estas manifestaciones culturales, era posible visualizar el arte que nace del pueblo, sobre todo, compartirlo en esta fecha especial y sobre todo, en este año de gran trascendencia para el pueblo maya.
Por otro lado, campesinos mayas del sur de Yucatán, presentaron e intercambiaron semillas criollas que aún cultivan en sus campos, donde cada una de ellas está adaptada al lugar, lo mismo que quienes han realizado cultivos con ellas, desde hace muchos años.
Ermilo Abreu (1894- 1971), a través de su obra Canek (1940) ilustró como los mayas, conceptualizaban las relaciones con sus semillas: Es bueno saber cuan diferente es la necesidad del indio y la necesidad del blanco. Al indio le basta para su sustento un cuartillo de maíz; al blanco no le basta un almud. Se debe esto a que el indio come y bendice su tranquilidad, mientras el blanco come y desesperado guarda todo lo que puede para mañana. El blanco no sabe que una jícara no lleva más agua que la que señalan sus bordes. La demás se derrama y se desperdicia.