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BOLIVIA, 22 de abril.- Desde el momento en el que un médico confirma a los padres la existencia del cáncer en un niño, la vida de toda la familia cambia, asegura la psicóloga del Oncológico Pediátrico de Cochabamba, Paola Bustos.
El niño que empieza a ser sometido a sus tratamientos debe enfrentarse a una realidad muy dura, que implica la separación de sus padres y sus hermanos durante los días que recibe la quimioterapia.
Un niño con cáncer también está aislado de las actividades que a esa edad se realizan tales como correr, hacer deporte e ingresar a ciertos lugares que les son prohibidos durante el tratamiento, por las bajas defensas que tienen y por la exposición a las infecciones.
Para los padres, la situación también es difícil y depende mucho de la condición económica. Algunos dejan el trabajo para dedicarse exclusivamente a cuidar a su hijo enfermo, mientras que otros buscan un empleo u otras actividades extras para poder conseguir más recursos que les permitan pagar las quimioterapias y todo lo que requiere su hijo.
“A veces para los padres es más difícil, porque no están acostumbrados a separarse de sus hijos, y porque el tema económico les preocupa sobremanera”, indica Bustos.
En el caso de Daniel C., el niño que tiene un cáncer de hígado y que hace pocos días inició su tratamiento en el Hospital del Niño Manuel Ascencio Villarroel (HNMAV), la decisión de sus padres de optar por la quimioterapia fue más difícil para ellos que para el niño, y se decidieron porque su hijo ya no podía soportar los dolores que le causaba el tumor.
“Mi hijo me dice que le duele su estómago, que no aguanta más y que se quiere morir. Para mí, eso es muy duro y su madre tampoco lo soporta y se pone a llorar”, cuenta Mario C., padre de Daniel.
Por su parte, la psicóloga asegura que ha visto llorar a muchos niños y padres por el tratamiento, y menciona que en muchos casos éstos no entienden la enfermedad. Sin embargo, asegura que es necesario que ellos reciban un apoyo psicológico para que la vida en la familia del niño sea más armoniosa y todos los miembros puedan entender qué es lo que está pasando.
La ayuda psicológica a padres y niños que tienen cáncer y que reciben el tratamiento en el HNMAV es constante hasta superar la enfermedad.
El tratamiento en los niños consiste en realizar las entrevistas, tests, jugar con ellos y utilizar varias herramientas para estabilizar al pequeño en el aspecto emocional.
Para los menores que están ingresando a la etapa de la adolescencia, es más difícil el apoyo, afirma Bustos, porque se debe reforzar su autoestima por el tema de su imagen personal que, algunas veces, se ve afectada por la pérdida de cabello y cejas a raíz del tratamiento.
Con los padres, el tratamiento es diferente y está concentrado en un principio en explicarles y hacerles comprender qué es el cáncer.
“Muchos no creen que su hijo está enfermo de cáncer y optan por llevarlo a otro tipo de médicos o curanderos, por eso lo primero que hacemos es hablar con ellos de la enfermedad y los efectos que ésta puede tener”, explica.
Mario C. empezó el tratamiento psicológico junto a su esposa para apoyar el tratamiento de su hijo, aunque en un principio tenían cierta reserva en contar su situación. Ahora están dispuestos a hacer todo para salvar la vida de Daniel, quien deberá ser sometido a una cirugía para extirparle el tumor.
El cáncer en niños afecta a los padres en la parte afectiva, porque ellos temen lo peor y se angustian por la falta de recursos.
En los niños la enfermedad les cambia la forma de vida, porque ya no pueden hacer las mismas actividades de antes y pierden momentos importantes con su familia.
La parte más dura para los pequeños y también para los padres es la adaptación al tratamiento que ocasiona la separación del niño de su casa y de sus seres queridos.
Una vez que el niño se acostumbra a la internación, comienza a tomar confianza con otros y el hospital se convierte en su segunda casa. (Jhenny Nava B. /informeespecial@opinion.com.bo)