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Todo lo que se dice sobre la abundancia tiene que levantarse a partir de la educación de los pueblos. Veamos ahora cómo construir una pirámide útil.
El problema de las definiciones.-La abundancia es una visión radical y antes de empezar a tratar de alcanzarla, debemos definirla. Al intentar hacer un mapa de este territorio, algunos economistas toman un enfoque de abajo hacia arriba y empiezan por definir la pobreza, pero este punto de vista puede ser engañoso. El gobierno de EE. UU. define la pobreza según dos parámetros: 'pobreza absoluta' y 'pobreza relativa'. La pobreza absoluta mide el número de personas que viven debajo de determinado umbral de ingresos. La pobreza relativa compara el ingreso individual con el promedio de una economía. Pero la dificultad es que ninguna de las dos sirve fuera de las fronteras de un país, mientras que la abundancia parte de una visión global.
Para lograr la abundancia que proponen Diamandis y Kotler, lo primero que se necesita es respetar la dignidad de las personas, pues la puesta en práctica de medidas positivas es imposible en comunidades donde reina la barbarie, como en el pueblo de Langsa, en Aceh, Indonesia, donde ayer, viernes 20 de abril de 2012, un policía aplicó la sharia (ley islámica) propinando nueve bastonazos a una mujer de 21 años acusada de 'practicar sexo premarital en público'. (Foto de Riza Lazuardi para AFP / Getty Images)
Por ejemplo, el Banco Mundial revisó en 2008 su línea internacional de pobreza (una medida absoluta) de 'aquellos que viven con menos de un dólar al día' a 'aquellos que viven con menos de un dólar y veinticinco centavos al día'. Según esos números, alguien que trabaje seis días a la semana durante 52 semanas gana 390 dólares al año. Pero ese mismo año, el gobierno de EE. UU. dijo que 39.1 millones de personas en 48 estados de la Unión (quitando a Alaska y Hawai, que tienen economías levemente diferentes) que ganaban 10,400 dólares también vivían en la pobreza absoluta. Hay una brecha enorme en las cantidades. Cómo rectificar esa disparidad (tal y como debe hacerse si la meta es lograr una reducción global de la pobreza) es el problema de la medición de la pobreza absoluta.
En cuanto a la medición de la pobreza relativa, no importa cuánto gane Usted en comparación con sus vecinos si no puede Usted comprar lo que necesita. La disponibilidad de bienes y servicios es otro factor crítico para determinar la calidad de vida, pero varía tremendamente según la geografía. Hoy en día, la mayoría de los estadounidenses pobres tienen televisor, teléfono, electricidad, agua potable y tubería. La mayoría de los africanos no tienen nada. Si Usted transfiriera los bienes y servicios que disfrutan los pobres de California al somalí promedio, quien sobrevive con menos de un dólar veinticinco centavos al día, el somalí se volvería de pronto en fabulosamente rico. Eso convierte a cualquier medida de pobreza relativa en algo inútil para establecer estándares globales.
Además, ambas medidas se vuelven más inconfiables en los estudios longitudinales. Los estadounidenses pobres de hoy no viven sólo a años-luz de los africanos, sino de los estadounidenses más ricos de hace un siglo. Ahora el 99% de los estadounidenses que viven debajo de la línea de pobreza cuentan con electricidad, agua, cuarto de baño y refrigerador; el 95% tiene TV; 88%, teléfono; 71%, vehículo, y 70%, aire acondicionado. Tal vez no parezca mucho, pero hace 100 años, hombres tan ricos como Henry Ford y Cornelius Vanderbilt disfrutaban de pocos de estos lujos.
Tal vez para definir la abundancia sea mejor establecer de qué NO estoy hablando. No estoy hablando de la Torre Trump, de Mercedes-Benz y Gucci. La abundancia no significa proveer a todos los habitantes del planeta de una vida de lujos, sino dar a todos una vida de posibles. La abundancia es disponer de todo lo básico y de algo más. Asimismo, implica detener una hemorragia de ridiculeces.
Es un deber dar de comer a los hambrientos, proveer agua potable, acabar con la contaminación en espacios cerrados y eliminar la malaria (condiciones que matan a siete, tres, tres y dos personas por minuto, respectivamente). La abundancia conlleva crear un mundo de posibilidades: un mundo donde todos pasen el día soñando y concretando sus sueños, no recogiendo sobras de comida y sobreviviendo de milagro.
La pirámide de necesidades humanas, de Maslow.
Es cierto que estas ideas son todavía borrosas, pero son un lugar decente para empezar a trabajar por la abundancia. Para clarificar la meta, recurro a la pirámide de necesidades de Abraham Maslow. Desde 1937 a 1951, Maslow fue un prometedor psicólogo en el Brooklyn College, bajo la tutoría de la antropóloga Ruth Benedict y el gestaltista Max Wertheimer. En ese entonces, la psicología se enfocaba principalmente en corregir problemas patológicos más que en celebrar las posibilidades de las personas, pero Maslow tenía otras ideas. Pensaba que Benedict y Wertheimer eran 'seres humanos maravillosos', por lo cual se puso a estudiar su conducta, a fin de descubrir qué es lo que hacían tan bien.
Luego, Maslow pasó a estudiar la conducta de otras personalidades sobresalientes. Albert Einstein, Eleanor Roosevelt y Frederick Douglass estuvieron bajo su escrutinio. Maslow estaba buscando rasgos y circunstancias comunes para explicar por qué estos personajes tenían un desempeño de excelencia mientras tantos permanecen hundidos en la mediocridad.
Para presentar su teoría, Maslow creó su 'jerarquía de las necesidades humanas' en forma de pirámide. Propone cinco niveles de necesidades: la más elevada es la auto-realización, esto es, la necesidad humana de alcanzar el máximo potencial. Las necesidades de un nivel deben quedar satisfechas para subir al siguiente. Por esta razón, las necesidades físicas (aire, agua, comida, afecto, sexo y sueño) figuran en la base de la pirámide, seguidas de cerca por las necesidades de seguridad y protección (ley, orden y estabilidad). En medio van las necesidades de amor y pertenencia (familia, relaciones, afecto y trabajo). Por encima va la necesidad de estima (logro, estatus, responsabilidad y reputación). En la cumbre van las necesidades de auto-realización, que son las relacionadas con el crecimiento personal y de dar sentido a la vida: la devoción hacia un propósito superior y el deseo de servir a la sociedad.
De 'Abundance / El futuro es mejor de lo que Usted cree', de Peter H. Diamandis y Steven Kotler.