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CIUDAD DE MÉXICO, 22 de abril.- Manuelita de Jesús, mejor conocida como la religiosa “Maria Inés Teresa Arias”, fue beatificada por el cardenal Angelo Amato en la Basílica de Guadalupe.
La fotografía de la religiosa fundadora de la congregación de las misioneras Clarisas fue descubierta a los 15 minutos de haber iniciado la misa y, entre aplausos, las misioneras, monjas, seguidoras y público en general aplaudieron que sea la cuarta mujer mexicana en ser beatificada con la aprobación del papa Benedicto XVI.
En la ceremonia estuvo presente el niño Francisco Carrillo, de 12 años, considerado el milagro por el cual la religiosa fue beatificada.
Durante su mensaje, el cardenal Amato dijo: “Los mexicanos son un pueblo fuerte, Joven, acogedor, creativo, religioso, con una gran historia de civilización. Ustedes merecen superar todas las dificultades para vivir serenamente en la solidaridad y en la concordia. La visita del santo padre –refiriéndose a Benedicto XVI- ha sido una inyección de ánimo para un futuro de paz, concordia y bienestar".
Nacida en Ixtlán del Río, Nayarit, el 7 de julio de 1904, Manuela de Jesús Arias Espinoza ingresó en 1929 a un convento de hermanas Clarisas que se encontraba en Estados Unidos a causa de la persecución anticatólica que estaba en su apogeo en México.
Poco después abandonó el claustro para iniciar su propio instituto religioso. El 22 de junio de 1951 el Vaticano aprobó definitivamente la Congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento.
La monja también fundó la congregación de los Misioneros de Cristo de la Iglesia Universal. Actualmente esas obras cuentan con 47 casas en 14 países de cuatro continentes.
El 31 de octubre de 1992 la diócesis de Cuernavaca inició los trámites para el reconocimiento de la religiosa como santa. Ella había fallecido en Roma poco más de una década antes, en 1981, a la edad de 77 años y a causa de un tumor en el cerebro.
En México se tomaron los testimonios de 54 personas, colaboradores y quienes la conocieron muy de cerca. En la capital italiana declararon otras nueve, sobre todo cardenales y obispos que tuvieron contacto con ella.
Con esos relatos se abrió la fase vaticana del camino a los altares, entre 1996 y 1999 se redactó la “positio”, un documento pormenorizado que resumió su vida y obra.
Debieron pasar 10 años antes que, el 3 de abril de 2009, Benedicto XVI reconociera las “virtudes heroicas” de María Inés Teresa Arias y la declarase como “venerable sierva de Dios”, el segundo escalón en el sendero a la santidad.
La ceremonia de beatificación.
Cumplido este paso, la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano estudió el “milagro”, que se sometió una consulta médica y un análisis de un grupo de teólogos y una comisión de cardenales. El voto fue positivo.
El hecho prodigioso fue la curación inexplicable, completa y duradera de Francisco Javier Carrillo Guzmán, un niño de 15 meses de edad, quien tras caer en una piscina sufrió asfixia y una miocardiopatía hipóxico isquémica.
A los seis días del accidente, sus familiares asistieron al convento de la congregación de la madre María Inés y rezaron por la salud total del bebé en una misa con motivo del 50 aniversario de la fundación de ese instituto religioso.
Ese mismo día, e inesperadamente, el niño empezó a mejorar.
Los documentos de la curación, que los médicos mexicanos calificaron de inexplicable desde el punto de vista científico, fueron presentados a la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano en 2002.
El 27 de junio de 2011, Benedicto XVI certificó el milagro y dio “luz verde” a la beatificación.