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MADRID, 11 de julio.- En el patio trasero de la Vía Láctea, en nuestro vecindario cósmico, se encuentran unas pequeñas galaxias extremadamente débiles que contienen muy pocas estrellas. Los científicos creen que son algunas de las más antiguas y prístinas del Universo, que apenas han cambiado desde hace 13,000 millones de años. Son pocas, desordenadas y pobres, un paisaje mustio y desolado que no encaja con lo que predicen las teorías, que estiman que deberían existir muchas más, como un enjambre de abejas alrededor de una colmena. Nada más ajeno de la realidad. Ahora, un grupo de astrónomos ha utilizado el telescopio Hubble de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) para analizar con precisión algunas de estas misteriosas galaxias y encontrar una explicación a las que faltan, las llamadas galaxias perdidas o fantasma. El estudio sobre esta intrigante falta de riqueza cósmica aparece publicado en The Astrophysical Journal Letters.
Imagen del Hubble en busca de las galaxia fantasma. (ESA)
Imágenes del Hubble de tres de estas pequeñas galaxias, Hércules, León IV y Ursa Major, revelan que todas ellas comenzaron a formar estrellas hace más de 13,000 millones de años y que se detuvieron bruscamente en los primeros mil millones de años después del Big Bang que dio origen al cosmos. De hecho, la edad de sus estrellas es similar a Messier 92, el más antiguo de los grupo globulares conocidos en la Vía Láctea.
«Algo cayó como una guillotina y apagó la formación de estrellas al mismo tiempo en estas galaxias», afirma Tom Brown, del Space Telescope Science Institute en Baltimore (EE.UU.), responsable del estudio. «La explicación más probable es un proceso conocido como reionización», en el que las primeras estrellas quemaban una niebla de hidrógeno frío. En este período, que comenzó en los primeros mil millones de años después del Big Bang, algún tipo de radiación ionizó el hidrógeno, convirtiéndolo todo en una sopa transparente de iones y electrones durante un periodo de varios cientos de millones de años más.
La misma radiación que provocó la reionización universal también parece haber aplastado la actividad en las galaxias enanas, que cuando empezaron a fabricar estrellas se quedaron en el proceso. Con un diámetro de aproximadamente 2000 años luz, estas galaxias no eran suficientemente masivas como para protegerse de la luz ultravioleta emitida. Con su suministro de gas agotado, no pudieron hacer nuevas estrellas. Se quedaron sin fuerzas.
El descubrimiento podría ayudar a explicar el llamado «problema de los satélites perdidos». Solo unas pocas docenas de galaxias enanas se han observado alrededor de la Vía Láctea, mientras que las simulaciones por computadora predicen que deberían existir miles. Los astrónomos han descubierto recientemente más de una docena de estas galaxias en nuestro vecindario cósmico. Tienen muy pocas estrellas -solo unos pocos cientos o miles- pero una gran cantidad de materia oscura, el andamiaje sobre el cual las galaxias se construyen. Los astrónomos piensan que el resto del cielo debe contener muchas más de estas galaxias enanas ultra-débiles con pocas estrellas. Pero estos fantasmas son tan huidizos que dar con ellos es una tarea de titanes.(ABC)