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Tres estrellas
La falta de arrojo en que está sumida la industria del cine, la ha llevado a hacer reboots de sagas recientes, sin haber de por medio el tiempo suficiente para que valga la pena actualizar una franquicia. Otro factor en contra es cuando estos reinicios no proponen una transformación sustancial en el argumento, el tono o el tratamiento que se la da al mismo.
Citemos un ejemplo: "Batman". En los noventas Tim Burton nos propuso un hombre-murciélago cercano a la historieta y con una estética gótica. Cuando Christopher Nolan lo retoma ya habían pasado más de diez años y la propuesta era diferente. Nolan ofrece un Batman más maduro, con ambientes citadinos y personajes con dilemas morales, como si llevara "El padrino" de Francis Ford Coppola al terreno del comic.
A diferencia de "Batman", "El sorprendente hombre araña" no es un reboot que formule una transformación del superhéroe trepamuros. Es el capricho de Disney —consorcio propietario de Marvel— de reorientar una misma historia hacia audiencias más jóvenes. No hay ningún cambio esencial en la anécdota, tan sólo ciertos detalles como poner a un actor más joven en el papel de Peter Parker y cambiar a la protagonista femenina —de Mary Jane Watson a Gwen Stacy.
El tono, la estética y la estructura es exactamente la misma. El personaje principal mantiene su carácter y hasta se continúa la fórmula de presentar los orígenes de Spiderman durante la primera hora y luego ponerle a pelear contra un supervillano, en este caso El Lagarto.
A pesar de que los sesenta minutos iniciales son interesantes por la manera en que se enfatiza el sentimiento de orfandad de Parker, las acciones son básicamente las mismas: relación con los tíos, enamoramiento de su mejor amiga, picadura de araña en un laboratorio, descubrimiento de poderes, asesinato del tío, deseo de justicia y creación de un supervillano.
El filme tiene a su favor el darle cierta fragilidad al protagonista; Peter regresa a casa con golpes y moretones producto de sus andanzas justicieras. Otra decisión acertada es su elenco: Andrew Garfield ("La red social") como un joven promedio llamado Peter Parker; Emma Stone ("Historias cruzadas") interpretando a Gwen Stacy; Rhys Ifans en el papel del Dr. Connors y El Lagarto —reinterpretación del Dr. Jekyll y Mr. Hyde— y los extraordinarios Martin Sheen y Sally Field como los tíos Ben y May.
Se nota que "El sorprendente hombre araña" intenta unir y hacer funcionar dos historias distintas: el origen de Spiderman y el ataque de El Lagarto. El puente narrativo es que el padre de Peter también fue un científico y colaboraba con el Dr. Connors en un proyecto para unir ADN animal de diferentes especies. Sin embargo la integración se nota forzada y con muchas vacilaciones. Existen además problemas de ritmo, pues mientras la primera hora fluye de manera adecuada, la segunda evoluciona a saltos precipitados.
Cabe destacar el uso de tomas subjetivas que parecen hechas para un parque de diversiones y el empleo de steadycam siguiendo de frente al actor y que dan un aire moderno al filme.
Aunque la labor de Marc Webb como director deja mucho que desear, especialmente en la escena donde Peter se enfrenta a unos bravucones en el metro y en la cual Webb se hace bolas con los ejes.
Disney debió darle continuidad al proyecto de "Spiderman 4" que Sam Raimi ya llevaba desarrollado y del cual iba a ser productor ejecutivo. Sin embargo, las diferencias entre el corporativo y el director obligaron a este innecesario cambio de timón. Se dice además que las declaraciones de Tobey Maguire sobre su sexualidad incomodaron a la casa Disney y eso provocó el despido del actor.
"El sorprendente hombre araña" saca, de manera velada, el tema de la falta de ética entre los corporativos farmacéuticos, capaces de hacer experimentos sobre la población civil disfrazados de campañas de vacunación para enfermedades ficticias. Y juega además con las teorías esotéricas sobre reptilianos ansiosos de poder.
Lo mejor: el casting y la primera hora del filme.
Lo peor: la forma tan precipitada en que va saltando el guión en sus últimos minutos; y el abuso de efectos especiales, tan usual en este tipo de producciones.