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Martes 24 de julio.- Empezó como una noticia falsa de un tabloide británico y va camino de convertirse en un verdadero experimento de antropología. La mona Puppe y su hijo Budi, ambos orangutanes y residentes en el zoológico de Toronto, llevan unos meses utilizando un iPad para dibujar con la aplicación Doodle Buddy, asociar los signos escritos de los números con el sonido de sus nombres —mediante un programa diseñado inicialmente para las guarderías Montessori— y ejercitar su memoria con el juego de cartas Memo Pocket. Lo más sorprendente es que lo saben utilizar. Juegan y no lo hacen como un número de circo para los visitantes del zoo, sino por placer y en sus ratos libres.
Los cuidadores tomaron la idea del diario sensacionalista británico The Sun, y solo después repararon en que se trataba de una inocentada de las que se publican en ese país el 1 de abril (April Fools'). Debe de ser una de las pocas veces en que las invenciones de ese periódico se hacen realidad.
Puppe y Budi. (Apps for Apes)
La experiencia, que la ciudad canadiense comparte con los zoológicos estadounidenses de Milwaukee y Miami, no es propiamente un experimento científico, pero ya ha revelado algunos detalles curiosos. Una diferencia notable con los humanos es que los orangutanes no pueden coger el iPad en sus manos. Cuando los cuidadores les permiten hacer eso, lo primero que hacen Puppe y Budi es desmontarlo y luego, como es natural, no atinan a recomponer ese galimatías. Así que, en vez de eso, el cuidador se lo tiene que enseñar desde fuera de la jaula, donde pueden utilizarlo con sus largos dedos, pero no desarmarlo.
Aunque los especialistas han intentado interesar en el iPad a los chimpancés, los bonobos y los gorilas, la cosa solo parece funcionar con los orangutanes. Estos primates no son los más próximos a nosotros en términos evolutivos, pero parecen ser los únicos que atesoran la suficiente curiosidad y perseverancia para progresar en el uso del aparato. Puppe y Budi destacan por su interés por lo nuevo, y también por su paciencia. Bien es cierto que todavía no han tenido que padecer a ningún informático. (EL PAÍS)