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Viernes 15 de febrero.- El procurador general de México, Jesús Murillo Karam, anunció ayer que las seis personas detenidas hasta ahora por la violación de seis turistas españolas el 4 de febrero en Barra Vieja, Guerrero, cerca de Acapulco, han confesado su participación en estos abusos. Las autoridades de la Procuraduría de Guerrero indicaban que «hay pruebas periciales que demuestran la culpabilidad de los detenidos». Una de ellas es que tenían varios teléfonos móviles propiedad de las víctimas, aunque añadieron que aún falta una persona por identificar. Sin embargo, las autoridades mexicanas dan el caso por cerrado con las actuaciones realizadas hasta el momento. Los arrestados son seis jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y los 30 años (Abraham N., de 27; Omar N., de 20; Miguel Ángel N., de 19; Reinaldo N., de 16 años; Jorge Antonio N., de 20 años y José Antonio N., de 30 años). Los detenidos fueron arrestados la semana pasada mientras se encontraban en sus puestos de trabajo en restaurantes ubicados en Barra Vieja, la zona del oriente de la ciudad donde se registró la agresión. Las autoridades de seguridad del puerto dieron por «plenamente acreditada» la participación de estos seis arrestados en el caso de las españolas atacadas y con ello dan carpetazo a la investigación.
El lugar donde ocurrieron los hechos. (Reuters)
Lo que comenzó como una escapada de descanso a la playa de Acapulco se convirtió en una pesadilla. El pasado 3 de febrero, el grupo de amigos españoles descansaba en la casa alquilada cuando se desató el infierno. Un grupo de hombres encapuchados y fuertemente armados irrumpieron en los bungalós donde se alojaba el grupo de 14 turistas (seis mujeres españolas, una mexicana y siete hombres españoles) en Acapulco. Los encapuchados amordazaron con los cables de los teléfonos móviles y con las cintas de los bañadores a los siete hombres y violaron a las españolas.
LA RAZÓN ha podido hablar con uno de los jóvenes españoles afectados, que prefiere mantener oculta su identidad. Indefenso, con las manos atadas, asistió a todo lo que ocurría sin poder hacer nada para evitarlo. «Llevamos años viviendo en México, pero nunca tuvimos miedo. Hasta el momento son sucesos que piensas que nunca te van a ocurrir a ti. Cuando vamos a las playas de Guerrero, vemos camionetas de lujo, siempre especulamos sobre si son vehículos de narcos. Lo mismo ocurre con las lujosas propiedades o cuando vemos a hombres rodeados de mujeres bebiendo en la playa», comenta vía telefónica. «Pero la gente de México es muy amable, y más con los turistas. Creo que nos relajamos, nos confiamos, y los asaltantes se ganaron nuestra confianza». «Una amiga mía debía ir en ese viaje. Pero en el último minuto decidió quedarse en Ciudad de México porque tenía trabajo para el fin de semana. Esa decisión le salvó muy probablemente de vivir una experiencia de la que nunca se hubiera recuperado», añade, sin querer dar más detalles sobre lo sucedido.
Este diario estuvo hablando con otros españoles que residen en Acapulco. Denia, una leonesa de 30 años, asegura que en Navidad hay una tregua. «Los mismos narcos se dieron cuenta del daño que estaban haciendo al turismo, y que ello les acababa produciendo un gran perjuicio en las ventas de las drogas que venden a los chavales norteamericanos que vienen de fiesta. Esto parece Benidorm en diciembre», asegura.
«Desde que ocurrió la violación hemos empezado a ver helicópteros tripulados por gente de negro con los rostros tapados y gafas de aviador, son los GAFES, las fuerzas de élite del Ejército mexicano, pero sorprende lo bajo que vuelan, armados con los «cuernos de chivo», las AK-47. Todo lo que es desde la Avenida Naciones para adentro se ha convertido en una jungla. Se escuchan tiroteos», afirma Denia.
Por otro lado, hay varias versiones que manejan los investigadores sobre las identidades de los atacantes y sobre cómo habrían conocido la localización de sus víctimas. Algunas investigaciones indican que serían «vigilantes» de los narcos, mientras otras hipótesis hablan de simples delincuentes comunes. En cualquier caso, todo apunta a que los responsables del brutal asalto conocieron a sus víctimas en los restaurantes en los que trabajaban y que llegaron a entablar cierta relación con ellos, por lo que habrían llegado a saber cuál era su ubicación.
Por su parte, los familiares de los seis detenidos por el asalto, el robo y la violación de las turistas españolas, denunciaron ayer ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos que miembros de la Policía Federal y de la Procuraduría estatal realizaron las detenciones sin presentar una orden judicial, además de haber sido golpeados en varias ocasiones.
Según pudo conocer este diario de fuentes de la Fiscalía, las autoridades tenían pensado mostrar a los detenidos ante las cámaras como «trofeos de guerra» para demostrar la eficacia del sistema mexicano, sin embargo y hasta el momento, no han podido hacerlo. De cualquier forma, las autoridades ya han dado por cerrado el asunto de la brutal agresión en el viejo paraíso de Acapulco. (La Razón España)