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Calderón dijo alguna vez que él quería ser llamado el “Presidente del Empleo”. Es obvio: sus opositores usaron la expresión como tema de burla e ironías.
Pero al salir Calderón de su sexenio, sucede que México estaba en el lugar # 4 del mundo en empleo. Es decir, solo 3 países del mundo tenían mejores tasas de empleo que México. Claro, de esta “pequeña noticia” ningún medio hizo alarde. ¿Para qué, pues? Se trataba de una interesante buena noticia para México y la idea es que los mexicanos piensen en todo momento que son los peores del mundo.
España andaba con tasas de desempleo superiores a 20%. Y claro, en México, se dice que los empleos son del tipo “ambulante”, es decir, no son parte de la gran empresa, de las grandes corporaciones, sino son auto-empleos, generados por gente que busca maneras de resolver sus problemas existenciales como puede. No comparto la idea de llamarlos con desprecio con cualquier tipo de vocablo peyorativo. Algo hacen para que gente del resto de la sociedad mexicana, acceda a entregarles dinero a cambio de los servicios y/o comercios de esos peyorativamente llamados “ambulantes”.
En el Modelo del Dinero, el modelo que vivimos en las sociedades organizadas para que el sistema capitalista tenga éxito, es válido encontrar formas personales de resolver el que la actividad que uno realiza, sea atractiva para alguien. El problema, entonces, es el asunto de los impuestos. Los ambulantes no pagan impuestos.
En el Modelo del dinero se da una tendencia constante para provocar que la gente viva siempre en una situación de equilibrio y una supuesta justicia económica. Es decir, se trata de que todos, haciendo un esfuerzo semejante, reciban una paga semejante. Sabemos que esto no sucede. En parte, los impuestos deberían ser la manera de compensar los millones de personas que haciendo más esfuerzo que otros, ganen menos que esos otros.
Pero esta parte del sistema, ¡tampoco está funcionando! Son millones los que viven una angustia existencial cotidiana, inseguridad total, haciendo todos los días grandes esfuerzos por lograr que sus actividades tengan “éxito”, sin lograrlo. Algunos lo logran, la gran mayoría, no. Y sin embargo, el sistema tributario mexicano es implacable incluso con esas personas que haciendo grandes esfuerzos todos los días por cumplir con sus responsabilidades para con sus escasos clientes, solo logran un mínimo de ingresos, muy por debajo de lo que requieren para vivir, aún antes de pagar impuestos, y, desde luego, demostrando en forma fehaciente que las tasas impositivas no son correctas.
El trabajo de planificar que el fisco reciba de los ciudadanos en forma equilibrada, es asunto de los diputados. Estos no están haciendo esa parte de su trabajo en absoluto. El centro de recaudación fiscal solo “obedece órdenes¨plasmadas en las leyes aprobadas por los diputados. Si el trabajo de estos es hacer que se cumpla al pie de la letra lo que manda la Constitución, entonces, ¿cuando piensan ellos mismos cumplir? Es realmente mucho lo que la nación les paga para que hagan el trabajo.
En su momento, Calderón declaró abiertamente su enojo al notar que las grandes empresas del país, esas que se llevan toneladas del dinero de los ciudadanos, solo estaban pagando en ISR el equivalente a 1.7% del total de lo que estaban facturando. Es una situación que continúa el día de hoy. Si se compara ese 1.7% con las pymes, nos vamos a encontrar con que estas últimas están pagando arriba de 5 o 6% de su facturación en ISR, si es que no más.
Ese es un gran desequilibrio. Y este podría resolverse si se emparejara en la nación el pago de 3% sobre la facturación total, sin importar los costos involucrados en la factura generada.
Cuando se le dice al ciudadano que va a tener que pagar más sobre lo que factura cuando gana más en el servicio o producto que provee, el mensaje que la sociedad está dando por aceptado es que seas ineficiente para que pagues menos impuesto. De allí que muchas empresas se pongan como locas a tratar de encontrar maneras de bajar su ISR inventando gastos. Esta forma de hacer las cosas tergiversa las relaciones económicas entre las entidades de la cadena productiva. Es algo que no debería existir.
Para ello, los diputados tienen la última palabra: generalizar en servicios y productos, 3% de ISR sobre lo facturado, sin importar la relación entre lo facturado y el costo de lo mismo. Los diputados están obligados a estudiar el tema con cuidado y a llegar a la conclusión de que para que esas grandes empresas que hoy, por “planeación fiscal” (o evasión inteligente, más bien, “vivaraz”), solo están pagando un ISR de 1.7% sobre su facturación, lo hagan de 3%. Eso, automáticamente casi duplicaría lo que el Fisco Mexicano recaudaría por concepto de ISR de esas empresas, que representan entre 40 y 50% del total de recaudación.
En tanto exista el Modelo del Dinero, es necesario, por lo menos tener leyes justas para que se eviten desequilibrios mayores.
Pasa la bola: si estás de acuerdo en lo que este artículo promueve, llama a tu diputado y dile que actúe.