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Cualquiera que lea la carta de Ivonne Ortega Pacheco al senado acusando a Hugo Laviada Molina de "algo" (hay que leerla para captar la acusación) podría caer en el juego de la excelente redacción de dicha carta. Pero las cosas deben ser analizadas con más cuidado. Vamos aquí a desnudar tres de los "bonitos" párrafos para verles las sucias entrañas reales.
(1) "...ha tomado las complejidades del proceso jurídico agrario, y las ha distorsionado con mala fe e ignorancia para transformarlas en ficha política de sus correligionarios en la elección local que se celebrará el 16 de mayo."
Esas palabras son parte de la acusación que Ivonne Ortega hace en contra del senador Laviada Molina.
Así, hace bien en llamar "complejidades" a todos los procesos que involucran el paso de tierras ejidales a tierras de propiedad privada.
Y ella, cuando acusó a Guzmán Alcocer, sabía perfectamente bien que no existía delito alguno en todo el proceso. Lo diferente es que ahora sí existe delito —peculado— en el proceso de regularización de las tierras de Ucú.
Ella provocó la encarcelación de Guzmán Alcocer sólo para un objetivo: convertir mentiras en verdades y así chamusquear el régimen de Patricio Patrón Laviada. Ella sí actuó con mala fe, distorsionando en forma salvaje un proceso que jamás puso en peligro un solo centavo del erario estatal. En cambio, el proceso de Ucú cae en el delito de PECULADO puro y simple.
Por lo tanto, las palabras de Ortega Pacheco se revierten, una a una, como perfectamente adecuadas para calificar su actuación en contra de Guzmán Alcocer, en tanto que se convierten en difamación calumniosa cuando se pretenden aplicar a Hugo Laviada Molina, puesto que éste sí está actuando describiendo un delito real, existente, evidente, obvio.
(2) "...ánimo de averiguaciones sumarias, para poner en boca de distintos niveles de gobierno y funcionarios palabras que insinúan conflicto o lo pueden generar"
No son las palabras de Laviada Molina las que generan conflicto, sino el proceder del régimen de Ivonne Ortega en todo este asunto de Ucú. Y si algún funcionario habló, sólo hizo una cosa: repetir, leer, palabras previamente existentes en las leyes escritas vigentes del país llamado México, mismas que la Ortega Pacheco juró obedecer al tomar posesión de un cargo que quizás jamás le debió haber llegado.
El senador Laviada Molina está varios grados menos interesado y menos involucrado en el proceso electoral que lo está Ivonne Ortega Pacheco, a pesar de que el senador podría —por la naturaleza de su encargo— estarlo, en tanto que la dama definitivamente NO. Y claro, ningún legislador puede ser reconvenido por sus declaraciones.
Este episodio en la historia de nuestro estado es una fehaciente muestra, de lo más pedagógica que podríamos haber demandado, para aprender las diferencias entre los rojos y los azules, cómo actúan los unos y cómo lo hacen los otros.
Y hay un abismo de diferencia: en tanto que los rojos mintieron y violaron todas las leyes, los azules se apegaron a la letra de la ley en cada caso y jamás pusieron en peligro un centavo del erario público estatal. En tanto que los rojos no tuvieron ningún reparo en echar mano de más de $350 millones —incluso con un préstamo para que "otros paguen"— los azules cuidaron en todo momento jamás hacer eso, aplicando, en vez, procedimientos no reprobados ni por la ley ni por la costumbre.
Por más "bonitas" —tienen excelente redacción— que suenen las palabras de Ivonne Ortega Pacheco en su carta al senado, no dejan de ser grandes mentiras escondidas detrás de una excelente dicción para debate. Convencerían a cualquier lector que las lea sin entrar a fondo en el contenido fuerte, real, de las mismas.
Es una dinámica muy usada por los rojos y, en general, por todos los políticos que requieren con urgencia la alquimia histórica de convertir mentiras en verdades. Los que nacimos en los 50 sabemos de esto: siempre tuvimos en nuestras escuelas libros de "Historia Nacional" llenos de mentiras. Pero fueron redactados por la facción que heredó el poder. Eran los que hoy son los rojos. Esto no es discutible.
(3) "En Yucatán, los tres órdenes de gobierno, la iniciativa privada y la sociedad civil, hemos logrado sumar esfuerzo para llevar a cabo, en los últimos 3 años, la política de vivienda más ágil de la historia."
Ése es el segundo párrafo de la misiva ivonnística al senado de México. Es un párrafo que refleja el más grande cinismo político y demagógico de lo que podamos ver escrito alguna vez.
En este párrafo la mujer intenta convertirse ella y a su partido, en Yucatán, en "el motor" de la vivienda, opacando lo que sí es verdad: que no es sino hasta que el régimen azul de Fox sube al poder en 2000 que el Infonavit comienza a otorgar viviendas en menos de 10 meses de solicitud. Pero eso no es todo y eso es a nivel federal. Veamos ahora lo que sucede con el magno proyecto de Patricio Patrón Laviada, que habría convertido los terrenos en donde hoy se encuentra el aeropuerto de Mérida, en zona para vivienda —mucho más práctico que llevar la ciudad aún más lejos— construyendo un nuevo aeropuerto en los terrenos del sur —Megaproyecto— que en forma rabiosa todos los rojos asesinaron como posibilidad. Fueron ágiles: convencieron también a personas como Silvia López Escoffié y demás "panistas" (sin alma azul, como luego supimos) de no apoyarlo.
Aquí en este párrafo la señora Ortega Pacheco demuestra con toda claridad que es necesario detener, a como dé lugar, se perjudique a quien se perjudique, cualquier obra que no sea promovida por los de su color —el rojo, el de ella—, impidiendo siempre, por "patriótico" cualquier proyecto que pueda tener éxito emprendido por los azules o amarillos. México, así, siempre está en segundo lugar, después de lo que les convenga a los rojos para eternizarse en el poder.
Note, amable lector, que aquí no estamos emitiendo una opinión, sino atando hechos —tergiversados en su esencia en su momento— producidos a lo largo de nuestra historia reciente y conectándolos con el sentido de la acusación de Ivonne Ortega Pacheco contra el senador Hugo Laviada Molina.