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Recibimos del diputado local, Ismael Peraza Valdez la siguiente misiva que dirigió ayer al director del Diario de Yucatán, con motivo de una nota que apareció en la edición electrónica de ese rotativo y que fue suscrita por el reportero David Domíngue Massa. Hasta este momento el periódico de marras no ha publicado esta carta de Peraza Valdez.Mérida, Yucatán, México a 12 de mayo de 2010
Lic. Carlos R. Menéndez Losa
Director del Diario de Yucatán
Presente.
Le dirijo estas líneas, con motivo de la nota publicada el día de hoy, miércoles 12 de mayo de 2010, en la sección local y firmada por el reportero David Domínguez Massa, que contiene información inexacta y equívoca, que lesiona mi prestigio y mi buen nombre,
Antes que nada, quiero manifestarle que soy de natural pacífico y amigo del diálogo y el entendimiento. Mi método para la resolución de controversias es siempre la búsqueda del consenso y la negociación.
Jamás, a lo largo de mi vida, he tenido conflicto con mis vecinos o con ciudadano alguno. Los incidentes en que me he visto, contra mi voluntad, involucrado, han incluido siempre e ineludiblemente un tinte político, impostado no por un servidor.
Quiero manifestar que muy lejos de mi ánimo se encuentra deponer injustamente en contra de persona alguna, que no pretendo manchar la reputación de nadie y que solo pretendo que en el cúmulo de dislates enunciados, prevalezca invariablemente, la verdad. Situación que es norma perenne de mi actuar y parte integral de mi naturaleza, insisto.
Respecto los hechos que se me imputan, acaecidos con fecha 13 de octubre de 1990, manifiesto que son falsos y que es público y notorio para quienes fueron mis compañeros de facultad de aquel entonces, que vivíamos tiempos previos al proceso de sucesión para la presidencia estudiantil y que otros estudiantes, entre los que se encontraban dos actuales candidatos a diputados, entre ellos Carlos Pavón Flores, mismo que con el correr de los años ha sido posible entablar una relación respetuosa y que aspiraba a la presidencia de Derecho, ingresaron a la discoteca Bin Bon Bao, donde ofrecíamos un baile quienes éramos parte de la sociedad de alumnos de aquel momento. Debido al ambiente político preelectoral que se vivía, los ánimos se encontraban caldeados y estos subieron de tono, resultando que se armó a las afueras del local, un zipizape entre ambos grupos, con golpes de por medio, incidente por mucho menor a los que eran habituales entre el estudiantado de esa época, para dirimir sus divergencias. Consta en la memoria colectiva, que era frecuente llegar a balazos y al uso de armas blancas, situaciones por fortuna ausentes durante mi período como dirigente estudiantil, en virtud de mi estilo personal (trabajo y respeto). Debido a la prudencia que siempre he aconsejado a los integrantes de mi grupo político, la sangre no llegó al río y las cosas no pasaron a más, si bien involucraron la mediación del procurador de justicia. Para la comunidad estudiantil quedó claro que los sucesos respondieron en buena medida al ambiente preelectoral. Las elecciones realizadas en diciembre de ese mismo año, se verificaron con total tranquilidad y civilidad, ganándolas la sociedad de alumnos por amplio margen. Los hechos hablan siempre por sí solos. Muchos de los acontecimientos que han sucedido en los últimos tiempos, en el seno del Partido Revolucionario Institucional, tienen su origen en aquellos años de intenso antagonismo en la política estudiantil.
Con relación a la presunta agresión realizada el 27 de octubre de 1992, aclaro que me vi inmerso de manera fortuita. Acabando de terminar de comer, en compañía de José Luis Trejo Lizama y transitando cerca del circuito colonias, debido a una maniobra brusca de rebase, se suscitó un intercambio de injurias de vehículo a vehículo, entre éste y otra persona, que posteriormente supe era el profesor Raúl Gallareta.
Como es de suponer, de las ofensas pasaron a los golpes, ocurriendo esto a las puertas del domicilio del profesor Gallareta. Al percatarse de la riña, intervinieron sus hijos y cuñado y tuve que entrar en defensa de mi amigo, dada la notoria desventaja de carácter numérico en que se hallaba.
Fue momentos después, prácticamente llegando a mi casa, que fui aprehendido injustamente, con lujo de fuerza, en medio de un impresionante operativo policial, a solicitud de Gallareta, quien posteriormente me enteré, era cercano a los afectos de Víctor Cervera Pacheco (otra vez inmiscuido el elemento político) y contaba en aquel entonces, con todo el poder e influencias necesarios, para conseguir vindicar de ese modo, las afrentas recibidas.
Mas aún, fui trasladado al edificio de Reforma, entonces sede de la policía judicial del estado, recibiendo una auténtica felpa, propinada en los separos, por elementos de la corporación, que al enterarse de mi condición de dirigente del Frente Juvenil Revolucionario, me pusieron en inmediata libertad, sin que mediara para ello proceso legal alguno. A mayor abundamiento, los mismos actores de estos eventos, me solicitaron no interpusiera denuncia alguna contra el profesor Gallareta, en aras de no llevar las cosas más lejos, situación a la que accedí, reitero, merced a mi talante propicio siempre a la conciliación y reacio a albergar rencores contra nadie.
Señor Director: Soy abogado titulado, fui deportista de alto rendimiento y alumno destacado antes de incursionar en las procelosas aguas de la actividad política. Puede Usted con toda libertad indagar entre mis vecinos y percatarse que soy enemigo de la violencia y el escándalo.
Concibo la actividad política como el arte de conciliar y de hacer amigos y afirmo categóricamente que carezco de enemistades con las personas que he tenido en algún momento, diferencias, sin importar su índole. Creía que esta situación era extensiva a mis compañeros de partido, pero veo con tristeza que quienes abrigan resentimientos en mi contra, son los mismos que los patentizaban desde la ya lejana época estudiantil. Fuera de tales eventualidades, he estado siempre marginado de conflictos.
Pido a Usted, tenga a bien incluir la presente aclaración en las páginas de su prestigiado rotativo, para preservar mi buena reputación y fama pública. Soy su más seguro servidor.
Dip. Ismael Peraza Valdez