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Al margen de las autoridades de los tres niveles, estudiantes, amas de casa, investigadores y pequeños productores de Yucatán unieron esfuerzos con un solo objetivo: demostrar que sí es posible producir leche y carne de cabra en la entidad.
Instalación de la cooperativa de impulso a la caprinocultura
La Dirección General de Asuntos Jurídicos de la delegación estatal de la Secretaría de Relaciones Exteriores autorizó el permiso 3101173 a la Sociedad Cooperativa de Responsabilidad Limitada denominada Caprinocultores del Estado de Yucatán, en un paso más al esfuerzo de la sociedad civil por producir los alimentos que demanda la población local y regional.
El joven estudiante de Contaduría y Administración de la Uady, José Alberto Caballero Cruz, la LAE Aurora Paredes Juárez (que comanda un grupo de mujeres de Conkal), los investigadores de la Facultad de Veterinaria Armín Ayala Burgos y José Ramón Glory Morales, el ganadero Wilmer Monforte Marfil (productor de leche de cabra y sus derivados, en su natal Sucilá) ) y el pequeño caprinocultor Porfirio Héctor Sobrino Navarrete son algunos de los integrantes de la nueva figura jurídica que se fijó una meta: demostrar que la crianza de cabras es una alternativa real para el combate a la desnutrición infantil y una opción económica en las zonas rurales con mayores niveles de marginación.
La nueva cooperativa no está con los brazos cruzados. De inmediato armó un proyecto productivo a fin de solicitar recursos federales y de hecho, entabló pláticas con representantes de la cámara de diputados del congreso federal, a fin de escribir una historia de éxito en la producción rural yucateca.
No obstante su juventud y su condición de universitario, Caballero Cruz sostuvo que la producción de alimentos de la entidad exige acciones concretas para atender una demanda creciente originada por el acelerado crecimiento demográfico y la imparable migración de la población rural a los centros urbanos.
La LAE Aurora Paredes indicó que precisamente para frenar esa migración, es necesario establecer centros de producción autosuficientes, que no dependan de los apoyos gubernamentales, en las propias comunidades marginadas y una de las opciones reales es, precisamente, la crianza de cabras.
Especialista en el manejo de esos animales, el Dr. Armín Ayala no se explica porqué las autoridades vinculadas con el sector agropecuario no conceden la importancia a esa ganadería, pese a que las condiciones naturales de Yucatán son ideales para la producción de leche y carne de cabra.
La vegetación de Yucatán es apta para las cabras. Se apuesta a la crianza de bovinos y borregos, pero se olvida que estos dos ganaderías se desarrollaron modificando el ecosistema local. Si tú dejas en libertad un terreno, a las pocas semanas está llena de una variedad de arbustos que son el alimento natural de los chivos, indicó.
El Dr. Ayala Burgos agregó que los costos de producción de las cabras son inferiores a los de otras ganaderías.
Por su parte, Glory Morales apuntó que los chivos son animales muy inteligentes y dóciles, así que son una excelente opción para las actividades productivas de traspatio
Experto en el manejo de ganado bovino, ovino y caprino, Ramón Glory propuso realizar un censo para determinar el número exacto de productores que aún se mantienen firmes en esa ganadería y la cantidad de animales disponibles, a fin de pasar a la siguiente etapa: en unos tres años se podría obtener la raza mestiza que produciría un promedio de cuatro litros de leche al día, por cabra.
Presente en la junta, el presidente de la Fundación Produce Yucatán, Pedro Cabrera Quijano, opinó que ese proyecto embona perfectamente con el sistema silvopastoril intensivo que impulsa a nivel nacional la Sagarpa, en coordinación con la Fundación Produce Michoacán, ya que esos animales obtienen en el pastoreo de huaxim (leucaena) el mejor alimento para producir queso de alta calidad.
Cabrera Quijano elogió el interés de la sociedad por impulsar esa ganadería y advirtió que sin ese tipo de esfuerzos de la sociedad, la caprinocultura yucateca está destinada a su extinción, porque corrió la misma suerte de abandono que el henequén y otras actividades primarias de la entidad.