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BUENOS AIRES, Argentina, 11 de marzo.- Las lacrimosas evocaciones de su difunto marido, la glorificación del modelo kirchnerista o las ingeniosas frases que utiliza para descalificar a sus rivales, ya no surten el efecto de antes. La popularidad de Cristina Fernández de Kirchner ha experimentado una abrupta caída que los analistas atribuyen en gran parte, a su aislamiento de la realidad en que viven los argentinos.
Una encuesta de la consultora Magament & Fit, indica que el 42.1 por ciento de los ciudadanos tiene un buen concepto de la jefa del gobierno. Pero del otro lado, para el 53.8 por ciento su imagen es regular o francamente mala.
"Cristina se ha hecho víctima de sus propios espejismos. Su visión sesgada de la realidad y el falso panorama que le pintan sus aduladores, la alejan del ciudadano de a pie que creyó en sus consignas", afirma Damián González.
Cabe recordar que en los días previos y posteriores a los comicios de octubre del 2011, Cristina batió un récord histórico al superar el 63 por ciento de aceptación, consagrándose como la presidenta más popular en la historia, después del legendario Juan Domingo Perón. La sucesora y viuda de Néstor Kirchner ganó esas elecciones con más del 54 por ciento del sufragio y al tenor de la aplastante victoria, algunos de sus adeptos hablaron de reformar la Constitución a fin de habilitarla para un tercer período en la Casa Rosada.
La consigna de "Cristina para siempre" comenzó a resquebrajarse a finales de diciembre del 2011, cuando decidió reducir el subsidio al suministro de gas y de energía eléctrica, como también los aportes al transporte público. De un día para el otro, los que habían comprado televisores, autos y electrodomésticos, aprovechando el carnaval de ofertas del período preelectoral, hallaron que tendrían que ajustarse el cinturón. El supuesto escándalo de corrupción que compromete al vicepresidente Amado Boudou, sumado a las tareas de espionaje político que realizaba la Gendarmería, a instancias del gobierno, agrietaron el pedestal en que se alzaba la presidenta.
Pero la gota que rebaso el vaso fue el accidente ferroviario en la estación de Once, que dejó un saldo de 51 muertos y 700 heridos. Cristina Kirchner no se hizo presente ni en el escenario de la tragedia ni en los hospitales. "Mucha gente consideró que, como jefa de Estado, (Cristina) debió visitar a los heridos y consolar a los deudos, no a través de la televisión sino de cuerpo presente. Su actitud evasiva la proyectó como una persona distante y hasta indiferente", afirma Damián González, analista de radio y televisión.
En cuanto a la gestión de la presidenta en su segundo mandato, el estudio que publica este domingo el diario 'Perfil' le adjudica un 44,9 por ciento de aprobación y un 41.9 por ciento de rechazo. En octubre del 2011, cuando los vientos soplaban a su favor, el 64,1 por ciento de los argentinos aprobaba su desempeño y sólo el 35.8 lo objetaba.
La historia de Cristina, desde que asumió por primera vez el poder en el 2007 a esta parte, tiende a repetirse. Cuatro años atrás, el escándalo del 'Valijagate' -la valija repleta de dólares que envío Hugo Chávez para financiar la campaña oficialista- y el conflicto con los productores agrícolas afectaron no sólo su imagen sino también su estado anímico. En ese período, Cristina sufrió varios cuadros de hipotensión, producto de las presiones a que estaba sometida.
La encuesta de Managment&Fit también midió la aceptación a otros actores políticos, del oficialismo como de la oposición. Entre los adversarios de Cristina, el más popular es el socialista Hermes Binner, con un 30.7 por ciento de valoración positiva. En el bando oficialista, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, con 42.3 por ciento de aprobación, ocupa el segundo lugar detrás de Cristina. Lejos de ser un consuelo, el ascenso de Scioli a la liga de los favoritos es otro golpe para el ego de la presidenta, por tratarse de un 'cuasi rival' que en muchos aspectos disiente de la línea oficialista.