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Cuando se vive en un planeta con 7 mil millones de individuos con las mismas necesidades reales y casi las mismas necesidades sentidas, los recursos se convierten en elementos delicados. Es obligación de todo individuo que hoy está vivo como ser humano sobre el planeta Tierra, ser responsable con el uso de los recursos.
Se tergiversa la realidad cuando una persona tiene mucho dinero y no entiende la diferencia entre recurso y dinero. Son, hoy por hoy, dos elementos muy diferentes. Si no entendemos la diferencia entre uno y otro, estamos en problemas. Parece ser que ese es el núcleo de la cuestión.
"Es mi dinero y puedo hacer con él lo que me dé la gana". ¡Falso! Sí, puedes hacer lo que te dé la gana siempre y cuando no desperdicies recursos que pueden ser necesitados por otros y que tú, al consumir a lo loco y en forma irresponsable, vas a provocar que escaseen, suban de precio y sean menos accesibles para los demás.
¿Tienes mucho dinero acumulado? ¡Te vamos a felicitar por haberlo logrado! (Esperamos que no se trate de ganancias ilícitas, a costa de grandes pérdidas para otras personas, en vidas, recursos o calidad existencial.) Suponiendo —sin concederlo— que lo has logrado, ¿crees que allí termina tu responsabilidad? ¡No, persona, no, para nada! Allí empieza una mayor responsabilidad. Ese dinero debe convertirse en capital de trabajo para generar bienes y servicios, que, en el camino, harán útil a personas vía nuevos empleos.
La mayoría de los humanos disponemos de muy limitada cantidad de dinero. Es imprescindible que el valor —lo que ese poco dinero que tenemos— puede comprar: 1) esté disponible, es decir, que exista, que se produzca y 2) que pueda comprarse a un precio estable el máximo tiempo posible. Así es como se mantiene el valor del poco dinero con que la mayor parte de la gente cuenta.
¿Qué pasa cuando los gobiernos, para adornarse y hacerse populares, en vez de dejar que solo circule el dinero respaldado por producción, echan a volar la impresora de billetes? Sucede exactamente lo que sucedía en México antes de la era Zedillo-Fox-Calderón: el dinero, ¡allá estaba, pues! Pero, ¿qué podía comprar? Cada vez menos y más caro. Eso, exactamente fue lo que sucedió en los Estados Unidos en la crisis 2008-2009, crisis que afectó a todo el mundo.
Excepto a un país: México. Hoy Calderón ha sido felicitado a nivel internacional por el excelente manejo que tuvo nuestro país de una crisis que hasta ahora tiene en bancarrota a varias economías. Y la clave, ¿cuál fue? Disciplina fiscal, ciudadanos mexicanos: orden en las finanzas, manejo honesto de los dineros de la nación. Por favor, comparen lo de hoy —reserva de US$150 mil millones— con lo de ayer. Los que lo vivimos tenemos la imagen de López Portillo llorando, pidiendo perdón a los pobres.
Ojalá que jamás nos suceda eso otra vez.