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WASHINGTON, 9 de marzo.- A los Obama, Michelle y Barack, les gusta cenar fuera de casa, y les gusta cenar bien. Y por bien entiéndase 'con clase'. A diferencia de los Bush, de gustos menos sofisticados, fácilmente acomodables a la comida de rancho, los Obama tienen debilidad por la alta cocina. Como jóvenes profesionales que alcanzaron pronto una situación acomodada, en su burgués barrio de Chicago los Obama adquirieron la costumbre de salir a conocer las novedades gastronómicas de su alrededor. Y eso han seguido haciendo después de mudarse a la Casa Blanca, informa Emili J. Blasco en ABC.
El día del padre del año pasado, Obama y sus hijas, Sasha y Malia, fueron en automóvil a comprar helados al café Thomas Sweet, ubicado a unas 20 manzanas de la Casa Blanca. (AFP)
'POTUS y FLOTUS han cenado hoy en Vermilion para celebrar San Valentín', decía el escueto parte nocturno del 14 de febrero llegado desde el número 1600 de Pennsylvania Avenue, la residencia presidencial. Aunque las siglas ('president of the United States', 'first lady of the United States') denotan mucho del acelerado modo de vida estadounidense, la referencia al restaurante Vermilion, en la vecina localidad de Alexandria, indica que la primera pareja de EE.UU. no fue a por 'fast food', sino que gastó tiempo y dinero, aunque sin excesos que pudieran ser criticados, en festejar la jornada de los enamorados.
Los Obama son los inquilinos de la Casa Blanca que más están saliendo a cenar. Así que muchas noches, a última hora, se emiten escuetos comunicados operacionales informando que el presidente y su esposa han estado en uno u otro restaurante (como se destalla cualquier otro movimiento presidencial fuera de la Casa Blanca). Por razones de seguridad, la información se hace pública cuando el matrimonio ya está de regreso, pero eso no impide recopilar nombres de lugares y direcciones para luego pasarse por allí y comprobar las preferencias de los Obama.
En junio de 2010, en Arlington, Virgina, Obama invitó al presidente de Rusia, Dmitri Medvedev, al Ray's Hell Burger. El estadounidense comió una hamburguesa con queso, lechuga y tomate mientras que Medvedev engulló un emparedado aderezado con chile jalapeño, cebolla y champiñones. Compartieron las papas fritas.
En la selección priman los restaurantes innovadores, como Oyamel, la particular apuesta del cocinero español José Andrés por la comida mexicana, o con personalidad, como la cocina del chef francés Michel Richard en Georgetown. Pero los Obama no solo satisfacen los gustos propios, sino que además deben cumplimentar artes culinarios nacionales, entre ellos los menús cajún originarios de las proximidades de Nueva Orleans, Okras, un restaurante en la población de Manassas) y las presuntas delicias de Georgia que se sirven en Georgia Brown's.
Fuera de los ágapes ceremoniales en la Casa Blanca, cuando Obama lleva a algún mandatario a comer por Washington, normalmente escoge algo más prosaico, sobre todo si es para el más frugal 'lunch'. Si de lo que se trata es de mostrar cómo es Estados Unidos, nada mejor que sentarse a comer hamburguesas con patatas fritas. Obama llevó al presidente ruso Dimitri Medvèdev al muy común Ray's Hell Burger. Al fin y al cabo, la primera incursión gastronómica de Obama en Washington tras llegar la presidencia fue una rápida visita al Ben's Chili Bowl, en una zona de cultural afroamericana por la que luego no se ha prodigado.
Las veladas con su esposa tiene carácter privado y están fuera de las cámaras. Las veces que Obama ha sido fotografiado en restaurantes han sido normalmente almuerzos de trabajo como el que tuvo con su equipo económico en Good Stuff Eatery, otra hamburguesería, o con un grupo de jóvenes en Ted's Bulletin. Para postres, los Obama han acudido a Co. Co. Sala, que pone énfasis en el chocolate, y se han pasado con sus hijas Malia y Sasha por la heladería Thomas Sweet.