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Por Carlos Loret de Mola Álvarez
Historias de reportero
CIUDAD DE MÉXICO, 8 de mayo.- “Hemos recabado algunas muestras de material explosivo en la zona siniestrada”, dijeron seriamente los expertos estadounidenses a los peritos de la Procuraduría General de la República. “Creemos que pudo haber sido un ataque”, remataron.
Los mexicanos de la PGR se quedaron pasmados cuando escucharon esa declaración del jefe de la misión de unos 40 funcionarios de la Agencia para el Control de Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés).
Cuando estalló el sótano del edificio B2 de Pemex la tarde del 31 de enero de este año, el gobierno de México pidió ayuda de especialistas internacionales. Aproximadamente a las cuatro y media de la madrugada del día siguiente llegaron al complejo afectado los enviados de la administración de Barack Obama.
A la mañana siguiente, lanzaron en privado sus primeras conclusiones, que chocaron con las que habían presentado otros peritos suizos, franceses y mexicanos (pertenecientes éstos a la PGR y a las secretarías de Defensa, Marina y Seguridad Pública). Los de Estados Unidos hablaban de una explosión, de un ataque, mientras que los demás tomaban como hipótesis más sólida que una acumulación de gas había originado la tragedia que mató a casi 40 personas.
Esta mañana continúan las labores de remoción de escombros en la zona de Santa Clara y Xalosctoc, Ecatepec, en donde ayer explotó una pipa de gas de doble remolque que dejó 22 muertos y 31 lesionados.
Ese choque de hipótesis derivó en que, a diferencia de los peritos de otras partes del mundo, los especialistas de la ATF no estuvieron presentes en la conferencia de prensa del procurador Jesús Murillo Karam, dando las primeras explicaciones del siniestro. La postura del titular de PGR entonces —“no descartamos ninguna hipótesis sobre las causas”— se debió fundamentalmente a las dudas que despertó la sospecha el equipo estadounidense.
En medio del impacto que causó la tragedia, todavía caminando entre escombros en el complejo de Pemex, un alto directivo de la Interpol se sinceró con un par suyo de la PGR mexicana: “Los de la ATF quieren decir que fue un atentado, porque si se tratara de terrorismo, ellos por ley van a tener mucha injerencia; es la hipótesis que les conviene manejar”.
La semana pasada, en la víspera de la llegada de Barack Obama a México, el periódico estadounidense The New York Times publicó un largo artículo sobre la molestia en el gobierno de nuestro vecino del norte por la falta de cooperación de la nueva administración priísta, comparada con la de Felipe Calderón. Como botón de muestra reveló que los peritos de la ATF fueron segregados de la investigación cuando sospecharon que lo de Pemex fue una explosión y les fue cancelada una segunda visita de inspección.
Hasta las 8 de la noche de este 7 de mayo de 2013, casi 100 días después de la explosión en el edificio B2 de Pemex, la autoridad mexicana no ha arrojado sus conclusiones finales. Todo apunta a que, en algún momento, revelarán que se trató de una fuga de gas metano en la zona de pilotes en el sótano del lugar, y que los trabajadores que estaban laborando ahí debieron haber realizado, por tratarse de un espacio cerrado, una prueba de acumulación de gases que no hicieron.