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—La verdad, no se qué hacer. Si le doy mi voto a Salvador, siento que estoy dejando mal a Beatriz; y si se lo doy a Beatriz, siento que estoy abandonando a Salvador.
—Cierto, Paula, eso nos ha pasado con frecuencia en Acción Nacional. Los delegados, miembros activos del partido, nos encontramos con la necesidad de elegir entre dos buenos. Nos pasó cuando Xavier, Ana Rosa y Luis... la verdad, para mí, también los 3 eran buenos y los tres habrían sido magníficos gobernadores de Yucatán... Pero, Paulita, la verdad, yo ya se por quién daré mi voto. Me costó trabajo decidirlo, pero ya lo se...
—A ver, Rodrigo, dime, ¿por quién darás tu voto este domingo?
—No, por favor, no me preguntes... No quiero aparentar falta de transparencia. Pero sí, Paula, tienes que decidir por uno de los dos. A mí, te repito, me dio mucho trabajo pero ya lo decidí.
—Mira –comenta Paula– te diré cómo veo la cosa. Beatriz tiene el apoyo "oficial" del partido. Cierto... Digamos que Vitelli se lanzó solo... A ver, no quiero hacerme bolas. Beatriz es una luchadora, no tiene secretos, nada qué esconder. Vitelli tampoco... rebosa juventud, buenas ideas. ¡Me da trabajo descartar a alguno! ¡Los 2 están de primera!
—Mira, Paulina, sólo te voy a pedir una cosa... ¡apoya al que finalmente gane aunque no sea por el que votaste!
—Rodrigo: eso te digo yo a ti... Tú eres el que ya escogió. ¿Y si gana el que no escogiste? ¿Vas a armar lío? La verdad, me cae mal que cada vez que uno no gana le echen la culpa "a algo turbio". La votación interna en nuestro partido está plenamente garantizada. Va a ganar el que tenga más votos y ya...
—Yo sí estoy dispuesto... —asegura Rodrigo.
—Yo no estoy tan seguro —interviene Saúl— porque en el pasado...
—¡No empieces, Saúl! —exclama Paula y continúa— esas discusiones no nos han sido productivas. Los 3 (tú, Rodrigo y yo) participamos en la contienda de 2007 y ninguno de los 3 notó extrañezas. Ya estuvimos de acuerdo... ¿por qué vuelves a lo mismo?
—Está bien, Paulita; está bien. Es cierto... yo jamás noté rarezas.
—Tampoco yo —interviene Rodrigo— pero algunos dijeron que se les "inducía" al voto por uno u otro...
—Miren —interviene Paula— yo, efectivamente, creo que por ingenua, les pregunté a los allegados de cada uno de los candidatos y, lógico, cada uno me dijo que el mejor era el suyo. Pero de eso a que me hayan ofrecido algo por mi voto, la verdad ¡para nada! Voté por quien me dio la gana finalmente...
—De eso se trata en las elecciones. Nosotros —continúa Rodrigo— estamos tomando la responsabilidad de escoger, en el interior de nuestro partido político, al que creemos que deberá ser candidato a presidente municipal de Mérida.
—En el PRI no tienen problema —comenta Paulita— ... ya les escogieron a su candidata. No tienen el problema de decidir...
—Y, ¿te parece bien eso? —pregunta Saúl.
—No estoy diciendo que esté bien o mal... sencillamente, comento, que en ese partido no tienen nada qué pensar los miembros activos... ya se decidió por ellos quién es "la buena". ¿No es así?
—Es una candidata de "unidad"... eso, la verdad, tiene sus ventajas —explica Rodrigo.
—Desde luego que sí, y muchas... —dice Paula— ...la democracia no tiene nada ni de práctica ni de perfecta. De hecho, la democracia es sólo para pueblos maduros... ¡como nosotros!
—Ahórrate el discursito —concluye Saúl.