895 palabras
Ejercicios espirituales.- Por este nombre se entiende todo modo de examinar la conciencia, meditar, contemplar, orar, vocal y mentalmente, y otras espirituales operaciones... Porque así como el pasear, caminar y correr, son ejercicios corporales, por la misma manera se llama ejercicios espirituales a todo modo de preparar y disponer el ánima a quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad de Dios en la disposición de su vida, para la salud del alma”.
Dijo el padre Gaetano: '¡Pero Redon...! Bueno, Redon no es menos inquietante que Antonello, pero en otro sentido... Me refiero, claro está, al Cristo que aparece en la tercera serie de su Tentation... Sugiere de una manera intensísima y arrebatadora que sólo una revelación, una aparición, le permitió a Redon dibujar el rostro de Cristo tal como lo hizo. O sea, que Cristo tuvo realmente aquel rostro, y que sólo en una ocasión, a distancia de siglos, lo mostró a Redon... No a los apóstoles, ni a los evangelistas, porque, evidentemente, quiso que ellos olvidaran su rostro: a Redon...'
Dijo el padre Gaetano: 'Para mí, una de las imágenes de Cristo más inquietantes es la de Antonello, que me parece que actualmente se encuentra en el Museo de Piacenza. Aquella máscara de obtuso sufrimiento... ¡Terrible!'
Dijo el padre Gaetano: '¡Soberbio el Miserere de Rouault, de una pasión que no cierra sino que anuncia...! Quiero decir que cualquiera podría llegar a pensar que con Rouault se cierra la historia de la pasión que podríamos llamar cristológica de la humanidad, que sea la última voz de ella, el último respiro; y, al contrario, se abre de nuevo y se reafirma... '
Me lo indicó. No me había fijado en él hasta entonces: un santo cetrino y barbudo, con un libraco abierto delante, y un diablo con una expresión entre obsequiosa y burlona, con los cuernos rubescentes, como de carne desollada. Pero lo que más impresionaba de aquel diablo era el hecho de que llevara unos anteojos en forma de pince-nez, con la montura negra.
La cena de la segunda noche fue realmente mejor, aunque sin grandes exageraciones. El cocinero y sus ayudantes habían llegado a última hora de la tarde y sólo habían podido corregir y remediar. Pero la mejora bastó para infundirnos cierto buen humor, como comprobó el padre Gaetano, pasando con ello a criticar a los estúpidos que afirman despreocuparse de lo que comen o que son realmente tan toscos o mal educados que no se preocupan de su comida. Se refirió a la cocina francesa, la única, y merecidamente, que cuenta con un héroe como Vatel, comparable con Catón de Útica, porque si éste se mató por la libertad que se perdía, aquél lo hizo por el pescado que no llegaba. Y el acto tenía el mismo valor ante Dios, movido como estaba por la misma pasión: el respeto a uno mismo.
Sciascia nos propone un mundo que es tan sólo una novela policiaca sin resolver. Y tiene razón. Para él siempre está el problema, pero rara vez, tal vez nunca, la solución. Porque llega un momento que las soluciones no interesan (e igual ni existen), llega el momento en que saber quién es el asesino o quién no lo es, es una simple formalidad, una formalidad carente de interés. Pensaba que tal vez el escritor italiano juega con la parte que todos nosotros llevamos dentro de asesino y víctima, y nos enfrenta a esa paradoja y a sus consecuentes contradicciones.
Cuando Leonardo Sciascia publica Todo modo es un escritor consagrado, uno de los intelectuales de referencia en Italia. El libro, una denuncia sin ambages de la connivencia entre el poder político, en particular el que ejerce la Democracia Cristiana, con la jerarquía católica y la Mafia, levantó sarpullidos. El autor se había inspirado en un suceso ocurrido en Sicilia en 1944, pero poco podía imaginar (o quizá no) la trama de corrupción que saltaría a los titulares de los principales periódicos italianos pocos años más tarde.
Hay película.
¿La solución? Sería descortesía.