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Tres estrellas
Casi el 80% de las producciones actuales están hechas pensando en un público adolescente. Siguiendo esta línea aparece Poder sin límites (Chronicle, 2012), un coctel mercadológico que parece reunir todos los ingredientes predilectos de los espectadores jóvenes: comics, anime, videojuegos, violencia, espectacularidad y un toque de supuesta innovación que siempre emociona a los novatos.
El debutante director Josh Trank opta por un estilo de falso documental para contarnos la historia de tres muchachitos que obtienen superpoderes al entrar en contacto con una extraña substancia en un bosque. La película parece emular la propuesta argumental de la cinta de animación japonesa Akira, realizada en 1988 por Katsuhiro Ohtomo, asociando la adolescencia con un instinto destructivo.
Al igual que en Akira, uno de los chicos con poderes se transforma en un villano incontrolable que va sembrando pánico y caos por toda la ciudad, mientras que uno de sus compañeros tendrá que detenerle. La infalible lucha entre el bien y el mal, desarrollada con todas las reglas del género y sin aportar nada nuevo.
La aparente novedad de Poder sin límites radica en su propuesta visual de falso documental. Uno de los personajes se compra una cámara para ir registrando todo lo que sucede y el público sigue la acción desde este punto de vista, complementándola con imágenes de noticieros y cámaras de seguridad. Pero en realidad, este estilo ya ha sido bastante desgastado desde que en 1999 lo pusiera de "moda" El proyecto de la bruja de Blair.
Josh Trank comete el mismo error de cintas como Cloverfield, Apollo 18, Monsters y las muchas entregas de Actividad paranormal utilizando el estilo de filmación de manera ingenua. Hay momentos donde los puntos de vista son inverosímiles, pretenciosos y absurdos. El llamado found footage o falso documental se ha vuelto la manía predilecta del cine fantástico, aunque solo ha logrado usarse con decoro en las dos cintas de Rec.
Es común el deseo de romper esquemas durante la adolescencia, es por ello el gusto de estilos aparentemente novedosos, aunque usados desde que Georges Méliès inventara los falsos documentales a principios del siglo pasado y puestos a los ojos de la joven cinefilia, ochenta años más tarde con Holocausto caníbal.
El filme se divide en dos partes. En la primera los tres jóvenes que acaban de obtener poderes no saben que hacer con ellos. La estructura anecdótica de esta primera parte es lo mejor de todo el filme. Vamos conociendo los conflictos familiares, las frustraciones y hasta las emociones de estos chicos.
La segunda parte se vuelve más una cinta de superhéroes aplicando lugares comunes y un espectacular enfrentamiento final entre el bien y el mal. Poder sin límites es una confluencia de la serie televisiva Héroes, X-men, Akira y el videojuego Infamous. Todo aderezado con un formato de falso documental, ingenioso pero ingenuo.