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Mi percepción es parcial porque soy fumadora. De chamaca (López Portillo) fumaba con el menudo que le agarraba a mi papá de lo que dejaba asentado. Desde que fui mamá (De la Madrid, Salinas, Zedillo y gran parte de Fox), fumaba Delicados, 'para ahorrar'. Cuando ya no tuve para quién ahorrar, me pasé a Benson, pero desde que subió Calderón, el gobierno se ha ensañado con los fumadores y ha decidido estrangular a la industria tabacalera mexicana; tuve que abandonar los cigarros legales (a 40 pesos la cajetilla) por unos de contrabando (a 14 o si te vas a Chetumalito, a 9). Dejo el tabaco bueno para ocasiones especiales (eso aparte de que por el precio y la publicidad negativa las nuevas generaciones fuman menos; no creo que ningún fumador, por compulsivo que sea, considere deseable que los jóvenes incurran en el vicio).
Al mismo tiempo, debo reconocer que si quitamos el tabaco, sí percibo que la economía ha mejorado.
Entonces, el gobierno federal sí está tomando medidas correctas: gravar con mano férrea lo superfluo para que lo necesario esté al alcance de todos.
El argumento contra el narcotráfico: nosotros, México, estamos luchando contra el narcotráfico y así nos va. Mientras, EE. UU. sigue comprándonos drogas, lavando dinero y vendiéndonos armas. El que no está haciendo su tarea es EE. UU. ¿Por qué los mexicanos tenemos que hacer la tarea de EE. UU.? 'Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos', decía uno que sabía.
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