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TEGUCIGALPA, 23 de mayo.- La Ciudad Blanca es una leyenda de la que muchos hablan sin haberla visto, cuyos primeros vestigios parecen haber sido detectados en la espesa selva de Honduras por un grupo de arqueólogos que confían en poder desvelar los secretos de una antigua civilización precolombina.
Tecnología de punta como el escaneo aéreo mediante láser, así como el aporte de científicos hondureños y estadounidenses hizo posible la detección, hace dos semanas, de lo que parecen ser los restos de esa legendaria ciudad sagrada, descrita por la tradición oral indígena e incluso en algunas reseñas de los conquistadores españoles como una urbe impresionante.
El departamento de Gracias a Dios, conocido también como La Mosquitia, colinda con Nicaragua, y junto con los departamentos de Colón y Olancho cubre la Biosfera del Río Plátano, declarada por la UNESCO patrimonio de la humanidad en 1980.
La Ciudad Blanca, que ha figurado también en textos escolares como uno de los lugares enigmáticos de Honduras, se cree que está oculta por una jungla espesa formada por imponentes árboles de 75 metros de altura, en el sector de La Mosquitia, en las costas del Caribe de Honduras.
Un "sistema de detección aéreo de luz y medidas de rangos" permitió visualizar en un terreno de unos 1 mil 500 kilómetros cuadrados "varios ríos en el interior de la jungla y una ciudad inmensa", dijo el gerente del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), Virgilio Paredes.
Puede tratarse, señaló el funcionario, de la "Ciudad Blanca, concebida como las ruinas de una población precolombina, que está protegida por un impenetrable y húmedo bosque tropical".
Para determinar con precisión "qué ciudad o qué cultura vivió" en ese lugar de La Mosquitia, en unos dos meses comenzará una exploración con el apoyo de universidades e instituciones sin fines de lucro de España, Estados Unidos, Francia, Japón y Reino Unido.
La Mosquitia es una región de gran riqueza natural conformada por lagunas, ríos, distintos tipos de bosques tropicales y que goza de una de las faunas y floras más diversas del mundo. Ubicada al este de Honduras, está habitada por cinco grupos étnicos: misquitos, tawahka, pech, garífunas y ladinos, y alberga más de 200 sitios arqueológicos.
Precisamente lo intrincado y apartado del lugar representa un grandísimo reto para los exploradores que pretenden descubrir los secretos que oculta esa jungla y dar con la legendaria urbe precolombina.
Avanzar un kilómetro en esas condiciones podría llevar años, aseguró Paredes, tras destacar que en la Ciudad Blanca "el hombre no ha puesto pie" desde hace siglos.
El proyecto de localizar e identificar esa ciudad comenzó hace dos años, precisó el funcionario, y añadió que el Gobierno del presidente hondureño, Porfirio Lobo, creará una fundación con fines de investigación para emprender la preservación del sitio.
El arqueólogo estadounidense Steve Helkins, quien dirigió la primera parte de la investigación, dijo al presentar sus resultados a Lobo, el pasado día 15, que en La Mosquitia hallaron vestigios de una "ciudad de gran magnitud", y que su descubrimiento podría ser "el más importante del siglo XXI".
Lobo expresó entonces que el descubrimiento "se debe tomar con prudencia", para que en un futuro "sea revelado en su totalidad y con certeza a la comunidad internacional".
Algunas publicaciones dan cuenta de que el conquistador español Hernán Cortes hizo referencia a la Ciudad Blanca en 1526, en una carta que envió al rey Carlos V y en la que decía haber sido informado sobre una gran ciudad, comparable por magnífica con Tenochtitlán, en México.
Según los datos recogidos por distintas fuentes, los indígenas denominaban a ese sitio Xucutaco (en náhuatl) y Hueitapalan (en maya), y Cortés renunció a ir debido a lo impenetrable de la selva.
La Ciudad Blanca se cree que fue abandonada por sus habitantes hacia mediados del siglo XVI, sin que se sepa con certeza las razones.
Hacia 1544, según algunos apuntes, el obispo español Cristóbal de Pedraza aseguró haber atravesado la selva de La Mosquitia y llegado a una montaña desde donde podía contemplar una ciudad indígena impresionante.
Otras publicaciones indican que el lugar estuvo en el olvido hasta 1939, cuando el estadounidense Teodore Morde aseguró haber estado en la Ciudad Blanca, de la que tomó evidencias, sin embargo no dio la ubicación por temor a que fuera invadida por saqueadores de tesoros. (EFE)