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En Tizimín, conocido por los mayas como la tierra del venado, a sólo tres horas de la capital yucateca, la localidad de Samaria, con 250 habitantes, se convirtió casi en un pueblo fantasma al que sólo los aluxes (duendes) podrían salvar.
Aracely Ramayo estaba desesperada por la situación económica y, entre los duendes mayas, el Programa Opciones Productivas de la Secretaría de Desarrollo Social, los terrenos de su suegra y las ganas de sacar adelante a su familia, integrada por siete personas, encontró la fuerza que buscaba.
Aracely es el sostén de su familia, en la que incluye a Doña Juana, su suegra y dueña de las tierras, una indígena maya de 87 años de edad, que sólo habla maya y que le prestó la herencia de su esposo como aval para que pudiera obtener apoyos en cualquier instancia de gobierno.
Rosita, Juan, Mary y Teresa son los cuatro motivos principales de Aracely para responder a la confianza que la Sedesol le dio a través del Programa Opciones Productivas, al prestarle 300 mil pesos que empleó en preparar 10 hectáreas de cultivo.
La joven de 22 años compró semilla y fertilizantes. Además, recibió asesoría técnica para la preparación de sus tierras por parte de la organización Ayuda para Ayudar, que vio en ella las características necesarias para presentar el proyecto Santa Teresa de Ávila, que beneficia a 200 productores.
Su primer cultivo fue de sandias, pero no pudo venderlas a buen precio por el atraso en las lluvias, que provocó que la cosecha se levantara casi al concluir la temporada.
De acuerdo a la tradición, antes de cada siembra los samaritanos hacen una ceremonia de agradecimiento a los alushes (duendes) que habitan esas tierras y son los causantes de buenas o malas cosechas. Los campesinos les ofrecen dulces y frutas de la región para que se sientan queridos y respetados, además de pedirles que les vaya bien con las siembras.
El segundo cultivo de Aracely fue de maíz, que vendió a 10 mil pesos la hectárea, con lo que pudo comprar un sistema de riego y una motocicleta, con la que ahora se transporta de su casa a las parcelas.
La apoyan en las labores del campo su esposo, sus hijos y tres empleados que contrata en la temporada de cosecha, para levantar el producto antes de que lleguen las plagas o los pájaros.
Luis Manuel Cano Nauta y Felipe Rebolledo Morales también son beneficiarios de Opciones Productivas, que les otorgó 300 mil pesos a través de la modalidad de cofinanciamiento.
Luis Manuel cultiva maíz mejorado y Felipe, sandía, limón y hortalizas. Ambos levantan dos cosechas por año, con un promedio de entre 10 y 15 toneladas de maíz, que venden a distribuidores de la región.
Su ganancia es de aproximadamente 7 mil pesos trimestrales cada uno, que esperan incrementar a 10 mil pesos este año, pues cultivaron hortalizas al mismo tiempo, por lo que ahora venden rábano, cilantro, ajo y pepino a los hoteleros y restauranteros de la región.
De esta forma, poco a poco la prosperidad y la abundancia vuelven a Samaria.