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ROMA, 8 de marzo.-Silvio Berlusconi ha ingresado en un hospital de Milán. Su dolencia en los ojos —una uveítis— no parece grave, pero sí oportuna, muy oportuna. Tanto que, según sus abogados, le va a impedir estar presente en la sala donde se juzga el caso Ruby justo la mañana en que los fiscales tenían previsto presentar ante el tribunal su petición de condena contra el anterior primer ministro de Italia por inducción a la prostitución de menores y abuso de poder.
El ingreso de Berlusconi en el hospital San Raffaele se produce el día después de que sus abogados pidiesen, sin éxito, que el proceso fuese aplazado sine díe. La fiscal adjunta de Milán, Ilda Bocassini, no cree que las molestias en los ojos sean motivo suficiente para aplazar una vez más el juicio.
El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi está siendo tratado en un hospital por un problema ocular, dijeron el viernes fuentes judiciales.
Berlusconi lleva varios días quejándose de los ojos, pero mucho menos que de la magistratura. Sobre todo de la de Milán, a la que acusa de una “persecución insoportable”. Este jueves ha sido condenado a un año de prisión por el caso Unipol —revelación de secretos de sumario para perjudicar a un enemigo político— y el día 23 se dictará la sentencia definitiva del caso Mediaset, después de que el político y magnate de los medios de comunicación recurriera la condena de cuatro años de prisión y 10 millones de euros dictada en su contra el pasado mes de octubre. Aquel varapalo judicial fue la excusa esgrimida por Berlusconi para regresar al primer plano de la política solo unas horas después de haber anunciado a bombo y platillo que se jubilaba para siempre.
Pero, como es notorio, no solo no se jubiló, sino que precipitó la caída del Gobierno de Mario Monti y protagonizó una campaña electoral espectacular en la que logró resucitar a su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), y convertir en pírrica la victoria del centroizquierda de Pier Luigi Bersani. No obstante, la campaña terminó y ahora Berlusconi encara un mes de marzo en el que ya ha recibido una condena y le esperan, casi con toda probabilidad, otras dos. Pero la que más teme, desde el punto de vista personal y político, es la del caso Ruby.
Por mucho que Il Cavaliere sea un escapista afamado, será muy difícil mantener ese nombre si los jueces consideran demostrado que tuvo sexo con la menor Karima El Mahroug a cambio de dinero y que la rescató de una comisaría de Milán llamando personalmente y diciéndole a los policías que se trataba de la nieta del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak. De ahí que los fiscales se barrunten que, detrás de la dolencia de los ojos, no se esconda más que una estrategia —otra— para huir de la acción de la justicia.