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LONDRES, INGLATERRA, a Sábado 25 de Mayo del 2013.- Por fin Robben. Empezó la temporada de reserva de Kroos. Apartado por un entrenador que ya no creía en él. Toda una vida siendo segundo, fallando las ocasiones más clamorosas, abusando de un individualismo exasperante para sus compañeros y técnicos. Hasta anoche.
A los 29 años, el fútbol se puso de su parte: sirvió el primer gol a Mandzukic y marcó el segundo en una sutileza.
El Bayern conquista su quinta Copa de Europa con una memorable actuación de Javi Martínez, fichado por una millonada en verano para esto; afianzar los cimientos bávaros en la medular.
Heynckes se despide en todo lo alto, una maravillosa carrera de 50 años.
Un equipo compacto por todos lados al que sólo Guardiola sería capaz de mejorar.
El Borussia fue un finalista admirable. Los 40,000 aficionados del Dortmund tributaron a sus jugadores un aplauso prolongado y emocionante.
Este es un equipo valiente, honesto y apasionado. Merece todo el respeto y la consideración del mundo del fútbol. La final fue una belleza de principio a fin, solo estropeada por algunas decisiones políticas del árbitro italiano Rizzoli, que favorecieron al Bayern.
Borussia, 1-Bayern, 2
Borussia Dortmund: Weidenfeller; Piszczek, Subotic, Hummels, Schmelzer; Bender (Sahin, m. 92), Gündogan; Blaszczykowski (Schieber, m. 91), Reus, Grooskreutz; y Lewandowski. No utilizados: Langerak; Santana, Kirch, Leitner y Kehl.
Bayern Múnich: Neuer; Lahm, Boateng, Dante, Alaba; Javi Martínez, Schweinsteiger; Robben, Müller, Ribéry (Luiz Gustavo, m. 92); y Mandzukic (Mario Gómez, m. 94). No utilizados: Starke; Buyten, Tymoshchuk, Shaqiri y Pizarro.
Goles: 0-1. M. 60. Mandzukic. 1-1. M. 68. Gündogan, de penalti. 1-2. M. 89. Robben.
Árbitro: Nicola Rizzoli (ITA). Amonestó a Dante, Grooskreutz y Ribéry.
90,000 espectadores en Wembley. El Bayern gana su quinta Copa de Europa.
Pasó en suspiro la primera parte, llena de drama, ocasiones y errores. Puro fútbol. Hasta Javi Martínez y Lewandowski, que pugnaban por el balón, se quedaron cortados cuando el árbitro señaló el final.
¿Ya? Había sido un despliegue muy valiente del Borussia en la primera media hora y una reacción poderosa del Bayern en el último cuarto. Sólo la sobriedad de los porteros evitó una ensalada de goles.
Un homenaje a Weidenfeller, impertérrito hasta cuando detenía con la cara, de pie en la corona del área, un zurdazo de Robben. Como reminiscencias de la final de Sudáfrica, el extremo holandés se quedó tres veces delante del portero. Las tres los falló.
Ante la ira de Müller, que le recriminó a gritos por qué no le había devuelto un de los pases. El Bayern creció a partir de su poderío aéreo, imparables Mandzukic y Martínez tras los centros de Ribéry. Y a partir de la entrada en combustión del mediocentro español, clave para limar la jerarquía de Gündogan. La grada roja rugió para vitorearlo tras escapar de una trampa de cuatro delanteros del Dortmund.
Los aplausos de Klopp se escuchaban desde la tribuna. El lenguaje corporal de Heynckes era todo lo contrario. El conjunto bávaro no podía creerlo: en su campo, sin poder salir más que a pelotazos.
Götze, en la grada, casi irreconocible por una gorra azul y una bufanda. ¿Con quién iría? La velocidad de movimientos de Reus, propia de un mago, resultó indetectable.
El Borussia fue fiel a sí mismo: veloz y osado hasta el final. Y mostró cómo Lewandowski podía marcharse de Dante cuando dijera ‘ahora’. Un estupendo Neuer, eso sí, se interpuso en su camino.
En la segunda parte, cada equipo atacaba hacia donde estaba su hinchada. Javi Martínez volvió a cortar un par de contras muy afiladas. Y dio la opción a la alianza entre Ribéry y Robben antes de que el holandés esta vez centrara en lugar de chutar. Le esperaba la caña de Mandzukic, que marcó.
Klopp sacó a sus chicos del estupor y los mandó al ataque. Reus encaró a Dante y este se lo llevó por delante con una patada al estómago. El árbitro italiano Rizzoli, muy cerca, pitó el penalti y se metió la mano en el bolsillo. Pero frenó en seco: se dio cuenta de que Dante ya estaba amonestado. No quiso expulsarlo. Gündogan marcó raso y ajustado. Y Götze lo festejó como un borusser más.
El Borussia empezó a separar sus líneas y a defender peor. El lateral izquierdo Schmelzer era un punto débil. En realidad, toda su banda izquierda, junto a Grosskreutz: cuánto echó de menos Klopp a Götze. Subotic sacó bajo su propio arco un disparo de Müller ya con Weidenfeller batido. Klopp lo celebró como un gol.
El partido se rompió. Estaba prohibido pestañear. Y expulsar a alguien. Rizzoli también le perdonó la roja a Lewandowski por pisotear a Boateng. El Bayern llegó más entero al final. Y encontró una brecha en el centro de la zaga del Dortmund. Ribéry taconeó atrás, entró Robben como un meteoro, regateó a Hummels y cacheteó muy suave y cruzada la pelota para descolocar a Weidenfeller.
Por fin el héroe fue Robben.
Así, Robben se merecía algo así. El jugador rompió así su maldición con las finales. Junto con las del 2010 y 2012 de Liga de Campeones, Robben también había sumado una dolorosa derrota en la final del Mundial de Sudáfrica del 2010. Esta noche, Arjen se quitó esa espinita que tenía clavada para ser, por fin, la estrella de la final.
A la tercera fue la vencida. Arjen Robben logró en el mítico estadio de Wembley su primer título europeo a nivel de clubes... y lo hizo de la mejor manera posible. El holandés, que ya perdió dos finales de Liga de Campeones (2010 y 2012), marcó el gol de la victoria para dar al Bayern de Múnich la quinta 'Orejona' de su historia.
Robben se merecía algo así. El jugador rompió así su maldición con las finales. Junto con las del 2010 y 2012 de Liga de Campeones, Robben también había sumado una dolorosa derrota en la final del Mundial de Sudáfrica del 2010. Esta noche, Arjen se quitó esa espinita que tenía clavada para ser, por fin, la estrella de la final.
Durante el partido ante el Borussia Dortmund, Arjen Robben tuvo diversas oportunidades para marcar para el Bayern de Múnich. Al filo de la primera media hora de partido, el jugador disfrutó de una gran ocasión para estrenar el luminoso. Robben se plantó ante Weidenfeller y, algo escorado, no supo batir al guardameta. Siete minutos más tarde volvió a pisar área pero se equivocó y no acertó ni tirar a puerta ni a pasar.
En la recta final de la primera parte un nuevo disparo del holandés chocó en la cara del portero del Borussia Dortmund. Weidenfeller estaba desquiciando al futbolista del Bayern. Ya en la segunda mitad la suerte sonrió a Robben. En el minuto 59 el holandés regateó al guardameta y sirvió en bandeja el gol a Mandzukic. Sin embargo, en el 68' empató el Borussia Dortmun gracias a un penalti transformado por Gündogan.
No obstante, Robben volvió a aparecer como un "Ave Fenix" en el minuto 89 para firmar una gran jugada dentro del área y batir, esta vez sí, a Weidenfeller. Arjen Robben fue la figura de Wembley y sus lágrimas fueron en esta ocasión de alegría y no de tristeza.
La maldición de Robben con las finales europeas comenzó en 2010. Ese año perdió la final de la Liga de Campeones con el Bayern de Múnich. El conjunto bávaro se enfrentó en el Santiago Bernabéu al Inter de Milán y Arjen no pudo levantar la 'Orejona'. Ese mismo verano volvió a sufrir un duro golpe al perder la final del Mundial de Sudáfrica ante la selección española. En aquel encuentro Robben tuvo varias ocasiones para marcar pero se encontró con un tremendo Iker Casillas.
Dos años más tarde el destino quiso que el holandés volviera a jugar una final de la Champions. En esta ocasión ante el Chelsea y en el Allianz Arena. Los bávaros eran favoritos para conquistar la Liga de Campeones al llegar en mejores condiciones que su rival y por jugar en su propio estadio. Ambos conjuntos llegaron a los penaltis y la suerte se decantó del lado del equipo 'blue'.
La noche del 25 de mayo del 2013 permanecerá para siempre en la memoria de Robben. (El País/Marca)