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Superadas la polémica declaración de la alcaldesa de Mérida, Angélica Araujo Lara, de que los baches que las fuertes lluvias de sus primeros días de gobierno dejaron en las calles de la ciudad eran responsabilidad del Ayuntamiento anterior panista y la amenaza de un nuevo empréstito que solicitaría "para hacer frente" a ese problema, la ciudad sigue pareciendo un paisaje lunar por los incontables cráteres que ahora tiene el pavimento de nuestra otrora lisa y llana urbe.
Y es que no obstante que la maquinaria municipal ya empezó a trabajar en algunas colonias y fraccionamientos de la ciudad rellenando los hoyancos con sobrado chapopote —las "rellenadas" nunca quedan "al ras" sino siempre abombadas—, más tarda el personal del Ayuntamiento en vertir generosamente su material pétreo sobre los baches, en que éstos nuevamente aparezcan, ya sea exactamente en el mismo lugar o a unos centímetros del cráter original.A los meridanos nos queda la esperanza de la promesa de la flamante alcadesa de que después de esta urgente "manita de gato", "repavimentará todas las calles de la ciudad"... Por lo pronto los diputados federales Rolando Zapata Bello y Efraín Aguilar Góngora ya le consiguieron recursos por $8 millones del Fondo de Pavimentación Municipal de nueva creación, que no parecieran alcanzar para mucho dados los cientos de kilómetros de vialidades pavimentadas con los que cuenta Mérida.
Por el contrario, la esperanza que parece perdida es que pronto dejemos de padecer —literalmente— la miríada de moscos que desde hace ya algunas semanas parecen decididos a radicar en nuestro estado y ciudad per secula seculorum. Infructuosa ha resultado hasta la fecha la abatización y fumigación que desde temprana hora realiza personal de la Secretaría de Salud estatal por todos los rumbos de la ciudad y, queremos pensar, del estado, pues los molestos piquetes de los zancudos y los casos de dengue en la entidad siguen creciendo inexorablemente.