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A menos de dos años de que el Ayuntamiento de Mérida rescatara dos de los parques del Centro Histórico, como San Juan y la Ermita, el mobiliario del área de juegos infantiles de estos lugares se encuentra destruido.
El daño que presentan estos parques, sin embargo, no se debe a desmanes de bandas de jóvenes, como los que abundan en las colonias y que por "diversión" grafitean las casas o dañan postes o cabinas de teléfonos, no; los culpables de que los toboganes y resbaladillas del parque de San Juan ya no estén o que la escalera y la casita que se ubica en la parte inferior del juego del parque de La Ermita estén rotos es responsabilidad de "niños" mayores de 10 años y de sus padres.
Ambos parques, muy concurridos por las familias especialmente los fines de semana, se llenan con niños de todas las edades, incluyendo a menores que, por su edad, peso y estatura, no deben utilizar los juegos.
Sin embargo, los padres, quienes los acompañan y los "vigilan" con la mirada, les permiten subir, escalar e incluso correr en la parte superior de los juegos sin importar que pueden lastimar o tirar a los niños de menor edad.
De esta forma, entre juegos bruscos, los menores golpean, dañan y terminan rompiendo el mobiliario que fue colocado para niños más pequeños sin que sus padres les llamen la atención.
Esto ha dado como resultado que los niños que visitan el parque de La Ermita ya no tengan un espacio para jugar, ya que el área de juego ha quedado prácticamente inservible. No pueden subir porque no hay escalera para hacerlo, la casa de abajo está rota y hasta un pedazo de la herrería que circunda el área de juegos ha sido remplazada por una malla ciclónica.
Al parque de San Juan aún le queda algo de vida al contar con dos áreas de juego. Sin embargo, la segunda ya no tiene resbaladilla y el tobogán probablemente no podrá durar mucho más, ya que muy probablemente la complicidad de los padres de los "nuevos vándalos" permitirá que en breve éste sea destruido. L.I.