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Padres y maestros fundamentales para evitar que este fenómeno siga creciendo, advierte especialista en psicología clínica infantil.
El gordo, la fea, el chaparro o la flaca, son apodos aplicados a algunas personas. Con gran disgusto para estas personas, progresivamente esos apodos se convierten en sus "nombres" en la escuela. Cuando estos sobrenombres se convierten en formas continuas de humillación, estamos ante el bullying o acoso escolar.
La ex presidenta del Colegio de Psicólogos de Yucatán, Claudia Quezada Fuente, señaló que el término en inglés bullying —sin traducción literal al español— es conocido como acoso escolar, un fenómeno que va creciendo en las escuelas de Yucatán, sin importar el nivel económico o social. Es ya una señal de alerta que debe atenderse.
Según Quezada Fuente, el bullying puede manifestarse a través de diversas formas de violencia —verbal, física y emocional, la más frecuente— y puede encontrarse desde la primaria, aunque con mayor fuerza surge en los últimos dos niveles, pues los niños se encuentran en su pre adolescencia.
En el nivel secundaria, el bullying se manifiesta más a través de la violencia física.
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—La existencia de un victimario —explica la psicóloga Claudia Quezada— que escoge a niños inseguros y de baja autoestima para hacerlos sus víctimas, se debe principalmente a que proviene de una familia sin normas estables, sin disciplina consistente y en donde el niño hace lo que quiere.
—Esto es muy serio —continúa Quezada— porque un niño en este tipo de ambiente no reconoce que los demás tienen derechos; no desarrolla empatía, es decir, no puede ponerse en los zapatos de sus víctimas y no tolera la frustración porque está acostumbrado a que sus padres le satisfagan todos sus caprichos, por lo que siempre quiere conseguir las cosas a como dé lugar.
Destacó que la situación se complica cuando el niño agresor proviene de una familia en la que hay violencia y abandono emocional (falta de atención y comunicación de los padres, además de ausencia de valores).
{xtypo_quote}Los cómplices del niño victimario, también son agresores en potencia, pero con límites que no les permiten ser los protagonistas del acoso escolar, pero sí a secundar las acciones.{/xtypo_quote}
–Lo que un victimario quiere al acosar verbal, fisica o emocionalmente a otro niño es llamar la atención, sentir que tiene el poder, buscar entre sus compañeros reconocimiento y respeto que no tiene en casa.
Manifestó que en muchas ocasiones el agresor se rodea de cómplices, que también son agresores en potencia, con ciertos límites que no les permiten ser los protagonistas del acoso escolar, pero sí a secundar las acciones.
Dijo que, sin embargo, algunos niños también secundan al agresor ante el temor de ser víctimas de éste en algún momento.
—El pensamiento de estos niños es: "mejor otro que yo".
Señaló que, a diferencia del agresor, los cómplices pueden ser reencaminados con apoyo psicológico de sus padres y de sus maestros: aún tienen límites y consciencia de sus actos. Por ello es importante trabajar con ellos para frenar esta situación.
En relación a la participación de las niñas en el fenómeno del bullying, indicó, se da aunque de manera mas sútil, ya que en este caso el acoso es de tipo emocional.
—Lo frecuente entre las niñas es castigar con aislamiento social a sus compañeras advirtiéndoles que no se lleven con una o varias niñas porque dejarán de ser amigas. En otros casos coaccionan a quienes consideran débiles a hacer cosas que normalmente no harían.
Mencionó que en el caso de las niñas también hay discriminación por el físico, el color de piel, el tipo de vestimenta e incluso por la falta de recursos económicos.
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Aunque son distintos tipos de acoso escolar, con frecuencia aparecen varios de ellos en forma simultánea:
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La especialista en Psicología Clínica Infantil manifestó que el bullying tiene consecuencias graves y negativas para ambas partes.
Como ejemplo, citó que, en el caso de la victima, el bullying incrementa su inseguridad y baja autoestima. En algunos casos, como ha sucedido en Estados Unidos y en España, puede llegar al suicidio.
Agregó que el agresor también tiene un futuro obscuro, ya que al no tener límites ni tampoco disciplina, no sólo se convierte en un inadaptado social sino que puede llegar a delinquir para obtener lo que desea.
{xtypo_quote}Lo peor que puede pasarle a un niño agresor es que sus padres se den cuenta del problema, pero lo ignoren y no lo ayuden.{/xtypo_quote}
A una pregunta, dijo que un pequeño porcentaje de padres de familia se dan cuenta de que su hijo acosa o agrede a sus compañeros de escuela, pero no hace algo porque prefieren ignorar el problema.
—Esta gente intenta disfrazar la situación diciendo: "mi hijo es terrible, terco, desobediente y pleitista", pero no hace nada por ayudarlo. Es lo peor que le puede suceder a ese niño.
Añadió que otro porcentaje de padres no se da cuenta porque ambos trabajan y porque a menudo no se involucran en la formación de sus hijos como seres humanos.
Explicó que por lo general este tipo de padres cree que sus hijos sólo requieren de alimentación, vestido y educación, sin darle prioridad a la comunicación y sobre todo, a la enseñanza de valores.
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Un niño que es víctima puede presentar uno o varios de los siguientes signos:
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En cuanto a los maestros, dijo que ya están un poco más conscientes de la existencia del bullying en sus planteles, pero aún falta mucha capacitación para saber cómo manejar este problema.
—Para mí, no basta con enseñar una serie de conocimientos: los maestros también deberían formar en valores, pero no a través de materias, sino de ejemplos, actitudes y acciones.
La especialista reconoció que los maestros poco pueden hacer si los padres no hacen de su parte. Esto, desafortunadamente, sucede en muchos casos.
—He visto situaciones en que los padres jamás van por la calificación de sus hijos; no acuden a los llamados de las maestras o de la dirección cuando el niño tiene un problema; nunca van a las pláticas sobre temas relacionados con los niños. Así, ¿cómo puede ayudársele a un niño con problemas de agresión o a uno agredido?
La psicóloga explicó que la mejor manera de que los padres eviten que su hijo se convierta en victimario o víctima de sus compañeros es enseñarle, desde muy pequeños, que tiene la obligación de respetar a los demás y el derecho de que éstos lo respeten, es decir, que nadie tiene por qué golpearlos, ofenderlos o tocarlos.
—Los padres también tienen que dejarle en claro al niño que cuenta el apoyo de ellos y que él puede contarles sus cosas sin temor a ser juzgado o reprimido. Hay que ganarse la confianza del niño desde muy pequeño: ya grande no acudirá a sus padres para hablarles sobre sus problemas, aún cuando esté siendo agredido o hasta abusado por un adulto.
Y esa falta de confianza y de comunicación es la que aprovechan los agresores de cualquier tipo para, por medio de amenazas, lograr que el niño no denuncie la agresión que vive.
Manifestó que no hay que menospreciar ni degradar al menor. Si el niño crece sintiéndose inferior e inseguro, puede creer, erróneamente, que merece las agresiones que recibe en la escuela.
Agregó que tampoco hay que fomentar la agresión en los niños, aún cuando estén en algún problema con un compañero: lo mejor es enseñarle que hay otras estrategias, como, salir huyendo, pedir ayuda a sus compañeros o acusar al agresor con los superiores.
Aclaró que si el niño agredido recurre a los golpes para defenderse, no hay que censurarlo por esto. Si recibe ese mensaje, entonces será una victima toda su vida.
—No se trata de celebrarle que haya golpeado a otro para defenderse, si no de explicarle que, antes de recurrir a los golpes, busque otra salida.
{xtypo_quote}El cobarde vive hasta que el valiente quiere....{/xtypo_quote}
En cuanto a la actitud de los niños agredidos frente a su agresor, opinó que la clave para debilitar a su victimario es hacerle frente porque esto lo debilita frente a los demás.
—Seguramente, volverá a molestarlo, pero si el niño se mantiene firme, terminará por dejarlo en paz.
Finalmente, pidió a los padres que estén atentos a los programas de televisión que ven los niños, ya que en muchos de ellos, se fomenta la intolerencia hacia otras personas por su físico, color, peso o situación social; y también se fomenta la violencia. L.I.
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