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Jean Stevens no quiso quedarse sola cuando su marido murió en 1999. Por esa razón, la anciana de 91 años llevó su cuerpo a su hogar después del entierro. Desde entonces lo mantuvo embalsamado en su casa ubicada en el poblado de Wyalusing, Pensilvania, Estados Unidos. Posteriormente hizo lo mismo con su hermana gemela cuando ella murió hace unos meses. "No podía soportar la idea de que se quedaran encerrados en un ataúd", dijo en una entrevista la señora Stevens.
Stevens exhumó el cuerpo de su esposo unos días después de su entierro, lo vistió de traje y corbata y lo sentó en el sofá de su garaje. Ahí estuvo por más de diez años. A su hermana gemela la acomodó en el cuarto de huéspedes, le puso su bata preferida y frecuentemente le echaba de su perfume "para que estuviera bien".
Hace un mes aproximadamente la policía fue notificada de la situación y realizó las pesquisas correspondientes. Aunque no se levantaron cargos en contra de la mujer, los cuerpos de su esposo y su hermana gemela le fueron "confiscados" y actualmente se encuentran a disposición del juzgado del condado, en espera de la resolución definitiva sobre los mismos.