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El estado de Puebla tuvo un despertar como el de Yucatán en 2001. La sociedad civil actuó y convocó a la gente al voto, sin mencionar partido. Se logró un histórico 57% de participación. El nuevo gobernador asumirá su mandato con un alto grado de aceptación popular.
Y comenzará, entonces, el proceso de descomposición y desilusión del ciudadano. Esto no ha fallado en los estados en los que el voto ha producido cambios importantes. Al cabo de unos años, la actitud, o se revierte completamente, o se respira un aire de mediocridad.
La pregunta es: ¿responde ese proceso de descomposición de la opinión pública ciudadana a la realidad de los hechos? Y la respuesta que se precie de estar basada en la realidad no puede ser sino un contundente y sonoro ¡NO!
La imagen de los gobiernos de las ciudades es difícil de tergiversar, porque el ciudadano ve personalmente la acción diaria. Por eso Mérida tuvo casi 20 años completos de gobiernos que fueron la respuesta al desastre en que el gobierno de la ciudad se había convertido a finales de la década de los 80. Pero durante 20 años las cosas comienzan a darse "por sentadas", y se olvida cómo fueron antes. Es esa falta de memoria a que le apuestan los que hoy hablan del "desastre de las rutas de camiones" desde el nuevo puesto. ¡Ah, y también hablan de "disciplina y férreo control"! El no desmemoriado pensará: "¡Gran cinismo despliegan éstos... Qué, ¿no recuerdan que fueron ellos los que pusieron todos los obstáculos para impedir orden en transportes urbanos?"
¡Cuidado, Puebla, Oaxaca, Sinaloa, Sonora! A partir de hoy te van a decir, todos los días, que lo que cívicamente elegiste "es hasta peor" que lo que tenías. Y te lo van a repetir tanto que ¡te lo vas a creer! Y vivirás en la confusión. ¡En guardia, poblanos! Los confundidores están al acecho... Vigila a los nuevos, eso sí, y exige que rindan cuentas.