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Ilusionadas y con la esperanza de ser curadas de sus males físicos que los aquejan —en algunos casos desde hace varios años— cientos de personas se dieron cita el pasado lunes en la Cámara de Comercio de Mérida para ser atendidos por René Mey, un humanista francés a quien sus seguidores le atribuyen poderes "casi divinos": aseguran que es capaz de aliviarlos de enfermedades hasta ahora incurables, como cáncer y sida, con sólo tocarlos.
La multitud que abarrotó la Canaco tuvo que esperar pacientemente hasta las cuatro de la tarde (estaba previsto para las dos) al autodenominado "sanador y vidente", quien llegó retrasado porque —según se dijo— estaba visitando enfermos en hospitales de la ciudad y concediendo entrevistas.
Muchos de los asistentes, quienes profesan la religión católica y han asistido incluso a misas de sanación en diversas parroquias, dijeron al salir del evento haber experimentado "momentos de paz interior y tranquilidad".
Visiblemente emocionados y con lágrimas en los ojos, enfermos de diabetes, con problemas en la columna, el colon, hipertensión arterial, isquemia cerebral, epilepsias, hígado, riñón, neurosis y otras, coincidieron en que más adelante sabrán si sus enfermedades se curaron, pero por lo pronto habían recobrado la calma y sentían ganas de seguir luchando.
La videncia se define como el arte de adivinar el futuro. Los videntes siempre generan polémica porque ante los ojos de la sociedad son diferentes al resto de las personas. De ahí que (los videntes) despiertan sentimientos encontrados, desde gestos de extrema admiración hasta quienes intentan desenmascararlos o demostrar sus falsedades.
Para algunas personas, en las Sagradas Escrituras hay dos videntes muy famosos, uno en el Antiguo Testamento y otro en el Nuevo Testamento respectivamente: Daniel (vidente e interpretador de visiones) y Juan o San Juan Apóstol, como lo llama la iglesia católica. Juan , el discípulo amado de Jesús, como vidente escribió el libro con la que posiblemente sea la visión mas famosa de la historia: el Apocalipsis, que significa precisamente "Revelación" y consta de una larga visión o serie de visiones entregadas a Juan por medio de un ángel que venia de parte de Jesús y de Dios.
Llama la atención el misterio en torno a la persona de René Mey. No se nos permitió entrevistarlo con el argumento de que no habla con nadie "ni con su familia" porque todo el tiempo está en profunda meditación, sanando y curando personas.
De lo poco que hay acerca de su vida, se sabe que nació en Enclave des Papes, cerca de Avignon, Orange, en Francia. Creció modestamente, en el campo y, asegura que, desde el vientre de su madre tuvo la suerte de acordarse del Paraíso, lleno de luminosos colores e imágenes fabulosas que —afirma— son el reflejo de todo lo que somos si uno es amable y bueno entre la gente con la que vivimos en la Tierra.
También se dice que mantiene conversación con "seres de luz" y que desde su llegada a este mundo ha sido consciente de que su misión es apoyar a los más desvalidos. Sus seguidores afirman que René recibe mensajes de los ángeles, quienes le indican a dónde tiene que ir para ayudar a la gente.
Desde hace algunos años radica en Mexico, recorriendo diversos estados, donde se ha convertido en la "sensación del momento". Pocos lo conocen. La referencia que se tiene de él son conferencias, amigos que lo han visto u oído y una película que se está promocionando: Him: Más allá de la Luz. "Por primera vez en el mundo, la película que sana", reza el eslogan.
A la gente que fue a la Canaco-Mérida, en su mayoría personas que no han encontrado una solución a sus enfermedades a través de la medicina convencional y buscan una alternativa —esperando poner fin a sus aflicciones con un abrazo, una sonrisa o unas cuantas palabras del sanador— se les pasó la película del señor Mey.
Según se dijo, René Mey llegó a Mérida a invitación de Leonel Villalobos, esposo de Michelle Cocito, quien tiene programas de radio y televisión, y, bajo el patrocinio de Grupo Sipse. Los boletos de avión del francés los pagó Alis García Gamboa.
Aunque se dijo que el evento no tenía fines de lucro, a la entrada del local se vendieron libros y DVD a $200 y CD'S a $150. Además, a la salida del salón se colocaron cajas para que le gente que lo quisiera, depositara su donativo.
Cuando René Mey llegó a la Canaco, los organizadores comenzaron a pasar a la gente por grupos de a 50 a un salón en la parte posterior donde se encontraba el humanista, quien, con los ojos cerrados, iba pasando entre ellos y a cada uno le tocaba las manos y les ponía las suyas en su pecho.
Hubo un incidente, cuando una mujer se desvaneció al salir de su encuentro con René Mey. Las organizadoras parecieron no darle mucha importancia al caso, incluso una de ellas comentó que había sido una "reacción" a la experiencia que acaba de tener. Socorristas de la Cruz Roja y de la SSP que estaban en el estacionamiento de la Canaco atendieron a la mujer, quien —dijeron— sufrió una crisis epiléptica porque no había tomado su medicina. JGCU