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Por alguna razón que los mexicanos debemos analizar con gran cuidado, es ya un asunto endémico que todo es mala noticia.
Hay noticias malas objetivas: los ataques naturales de una tormenta que desata inundaciones... Pero éstas no se pueden quedar en ese nivel: ¡se debe especular también que algo pudo haberse hecho y un político no lo hizo a tiempo, lo hizo al revés, se le olvidó o...!
Una empresa paraestatal con una pésima historia laboral, política, productiva y financiera, es, finalmente decretada inexistente. Se les ofrecen, a los trabajadores, liquidaciones por encima de lo que la ley obliga. Esto genera espectáculos diarios, aprovechados por los vendedores de noticia, en los que el gobierno federal es insultado a diestra y siniestra. No pierden la oportunidad de agregarse los enemigos regulares: AMLO y compañías específicas.
Gente con asuntos pendientes contra la secretaría de educación pública, ataca ferozmente un edificio con valor histórico, prácticamente irreparable. Las fuerzas del orden de la ciudad observan la comisión del delito, pero no se mueven. Es obvio que la vista pública de un suceso como la rotura salvaje de una puerta con cierto valor histórico sólo puede levantar interrogaciones: "¿Qué les habrán hecho para que estén tan molestos?"
No tiene caso comentar que la economía mexicana, saliendo de un año especialmente crítico —el 2009— hoy nos muestra los signos de recuperación de una economía que, dadas las notas políticas de todos los días ¡funciona "de milagro"! Y sí, de milagro estamos comenzando a crecer a tazas mayores que las de los mismos Estados Unidos; de milagro nuestras exportaciones están por encima que lo estuvieron en los mejores años —2007 y 2008—; de milagro el país no ha tenido que endeudarse por nada que ni remotamente se parezca a una "emergencia". Y éstos sí son milagros, sobre todo cuando consideramos que los congresistas mayoritarios, ¡se oponen a todas las reformas a favor de la productividad y el aumento de la riqueza!
Además de que, cada vez que se produce una balacera entre bandas encontradas: ¡el gobierno se tiene la culpa, por combatirlos!